
En su primera edición, los Premios Martín Fierro de Teatro 2025 convirtieron a La Usina del Arte en un escenario donde la moda ocupó un rol protagónico. Más allá del reconocimiento al talento actoral, la gala fue una puesta en escena estética en la que cada celebridad desplegó una narrativa visual propia.
Desde vestidos de terciopelo y chifón hasta reinterpretaciones contemporáneas del traje clásico, los atuendos elegidos reflejaron no solo las tendencias actuales, sino también la identidad de quienes los vistieron.
La alfombra roja, inaugurada antes del inicio oficial de la ceremonia, funcionó como una pasarela donde se combinó sofisticación, teatralidad y búsqueda de autoría. Entre transparencias, géneros nobles, reminiscencias rockeras y estilismos pensados al detalle, el glamour dialogó con el espíritu del teatro: transformación, personaje y expresión.
Este despliegue no fue accesorio, sino parte de una celebración más amplia que reconoce la actuación en todas sus formas. La moda volvió a demostrar su capacidad para contar historias sin palabras. Y esta noche, en particular, tuvo mucho para decir.
El regreso del terciopelo

El terciopelo, asociado históricamente a lo nocturno y lo sofisticado, reapareció con fuerza tanto en la indumentaria femenina como masculina. El diseñador Marcelo Senra destacó su revalorización en diálogo con Infobae: “Vi cosas de chifón, terciopelo y mucha gasa. Me parece bárbaro que la gente lo haya elegido. El terciopelo tiene glamour especial y da clase. Siempre fue una tela elegante, y en esta época del año queda muy bien”.
Fue visible en versiones clásicas, como el vestido de Juana Viale diseñado por Gino Bogani, y también en trajes modernos de hombre, donde las texturas marcaron una diferencia sutil respecto del tradicional traje negro.
Para Laurencio Adot, el terciopelo se inscribe dentro de un repertorio que busca aportar teatralidad sin caer en el exceso: “Estamos viendo texturas, brillos, muselina y terciopelo. Todo lo que pueda aportar la moda para valorar este momento especial”.
Texturas suaves, caída natural y brillo contenido

Más allá del terciopelo, la elección de materiales con caída fluida, textura suave y tratamiento sutil del brillo se convirtió en un denominador común. El uso de chifón, seda natural, muselina y redes metálicas marcó una búsqueda de sofisticación trabajada desde la materia prima. El brillo no desapareció, pero dejó de ocupar el centro de la escena para volverse parte de una composición más equilibrada.
En ese marco, destacaron los vestidos de Julieta Nair Calvo, en seda chocolate con vetas irregulares y corset con pliegues, y de Laurita Fernández, con una red metálica ceñida al cuerpo y estilismo en clave luminosa.
Senra, por su parte, notó un cambio en relación a otras ediciones: “Este año vi más suavidad. No tanto paillettes, brillos y cristales. Las telas eran más lisas, o destacaban por el color. El brillo estuvo, pero con más cuidado”.

Además, la sobriedad asociada a la moda se consolidó entre varias figuras de la gala. No como sinónimo de rigidez, sino como estrategia estética que prioriza la silueta, la estructura y los cortes precisos. Este enfoque se vio reflejado en los vestidos de Carla Peterson, de líneas arquitectónicas en blanco y negro; Paula Varela, con escote recto y frunces que generan movimiento; y Sabrina Rojas, con un diseño clásico de hombros caídos.
En ese registro también se ubicó Karina Mazzocco, conductora de la ceremonia, que eligió un diseño de Gabriel Lage con bordados simétricos, mangas semitransparentes y un tono empolvado de inspiración vintage. El vestido equilibró brillo y estructura con una silueta envolvente, en sintonía con el carácter escénico del evento.
En la misma línea apareció Moria Casán, con un vestido ajustado de textura lisa y un solo color que definió la figura sin necesidad de ornamentos. La elección de una silueta ceñida, hombros al descubierto y estilismo contenido reforzó un perfil elegante que se destacó por su eficacia visual.

Senra remarcó este cambio de tono general: “Vi más sobriedad este año. Algunas mujeres en general son más llamativas por su trabajo o estilo, pero hubo más cuidado. Me parece que se están preocupando más, y eso está bueno”. Adot sumó: “Me gustan los artistas que se toman su tiempo para vestirse, que quieren aparecer bien frente al público”.
Incluso en propuestas con escote, transparencias o color, la contención visual estuvo presente. Los estilismos no buscaron el impacto inmediato, sino una narrativa más refinada y coherente con el oficio escénico.
En el mismo registro se ubicó Luciano Cáceres, con un traje oscuro de corte clásico, camisa blanca y corbata azulada, acompañado por calzado con detalles celestes que armonizaron con el conjunto. Su elección evitó lo ostentoso y apostó por una presencia sólida y discreta, con énfasis en la elegancia contenida y los códigos del vestuario tradicional bien ejecutado.
Diversidad estilística sin una tendencia única

Uno de los consensos entre los diseñadores fue la ausencia de una tendencia dominante.
En su lugar, la gala mostró una amplia gama de estilos personales, decisiones conscientes de imagen y apuestas que priorizaron la expresión individual. El vestuario se construyó en función de la figura, el rol, la obra, el mensaje.
Senra fue claro: “No veo una tendencia general. Cada uno armó su estilo y buscó lo que le favorece. La moda se va abriendo, y eso está bien”. Adot, en sintonía, apuntó: “Esta noche estamos viendo demasiadas tendencias en una misma alfombra. No hay una moda única, sino muchas. Pero todas sirven para valorar el momento, que es especial”.

Desde los trajes con guiños rockeros, como el de Federico Bal, hasta el diseño estructurado y floral de Gimena Accardi, pasando por reinterpretaciones del smoking clásico en figuras como Solita Silveyra, la moda en esta edición funcionó como extensión escénica de cada invitado.
A esa diversidad se sumó la propuesta de Guido Záffora, con un traje que exploró una versión moderna del smoking tradicional. La estructura del conjunto rompía con la simetría habitual, incorporando un enfoque visual distinto sin perder el eje formal.
*Fotos: RS Fotos
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