Cómo un artista argentino transforma imágenes cotidianas en arte con proyección global

Desde imágenes urbanas que capturan la emoción colectiva hasta proyectos visuales que combinan ritmo narrativo y dirección creativa, la obra de Guido Sueldo se consolida como una de las más activas y reconocidas en la escena visual contemporánea.

Recientemente, su trabajo fue exhibido en Art Basel Miami, proyectado en festivales internacionales y difundido en diferentes plataformas como parte de una propuesta artística con proyección global.

En el núcleo de su propuesta está la imagen como espacio vivo. Para Sueldo, cada encuadre es un modo de presencia. “Mi trabajo fusiona arte, conciencia y presencia, generando experiencias que inspiran transformación personal y colectiva”, dijo a Infobae. Su lente no busca capturar lo que sucede, sino activar una relación emocional entre la escena y quien la observa.

Esto se evidencia con claridad en su serie “Nature or Grace. Both”, desarrollada entre Nueva York y Miami y presentada en Art Basel Miami 2024. Compuesta por retratos, secuencias urbanas y fragmentos detenidos, la serie indaga en la tensión entre impulso y propósito. No propone un relato lineal: son imágenes que interpelan desde lo ambiguo, sin ofrecer respuestas cerradas.

Durante su exhibición en Miami Beach, la disposición escenográfica de las fotografías propuso un recorrido no secuencial, donde el espectador debía construir su propia narrativa afectiva.

Uno de los puntos de mayor difusión de su obra audiovisual fue el video que registró los festejos del campeonato mundial de fútbol en diciembre de 2022 en el Obelisco porteño. La pieza se viralizó en pocas horas y superó el millón de vistas. Fue compartida por medios internacionales y marcó un antes y un después en su camino artístico.

A diferencia de otros registros similares, el video no fue construido como documento informativo, sino como pieza emocional. Los movimientos del dron, el montaje y el uso del sonido responden a una lógica poética. “Cuando una persona se encuentra consigo misma, ya no necesita validación externa. Solo necesita verdad. Ese día, todo lo que vi en las calles era verdad pura”, recordó.

Desde entonces, su obra visual se expandió a distintos territorios y formatos, con proyectos para marcas de moda, hoteles y destinos turísticos en Argentina y México. También desarrolló piezas para festivales de música electrónica, donde su estética privilegia la conexión sensorial entre el cuerpo, el ritmo y el entorno. En lugar de enfocarse en el escenario, su cámara busca lo invisible: las miradas, los gestos y la vibración colectiva.

Guido Sueldo integra la dirección creativa en sus trabajos con una mirada que rechaza lo rígido. En lugar de imponer estilo, escucha el entorno y trabaja con lo que llama “presencia”. “Uso herramientas que ayudan a la persona a volver al centro, a escuchar su intuición y estar siendo presente”, dijo. Esa filosofía se traduce en piezas visuales donde el lenguaje está al servicio de la energía del momento.

En sus campañas para marcas y destinos, la construcción estética no depende de una fórmula, sino de un tipo de sensibilidad que prioriza la autenticidad. Cada imagen, cada secuencia, responde a una pregunta que no se formula explícitamente, pero que atraviesa su obra: ¿qué sucede cuando dejamos de mostrar para empezar a ver?

Lo distintivo en la obra de Sueldo es su forma de intervenir la realidad sin alterarla. No la estetiza con filtros ni la vacía de contenido: la intensifica. “La creatividad no nace de la mente, nace del alma. Cuando una persona se alinea espiritualmente —cuando vive en coherencia con su sentir— se abre un canal. Las ideas fluyen, las soluciones aparecen, y la vida misma se vuelve arte”, sostuvo.

Hoy continúa viajando, desarrollando proyectos visuales y registrando escenas humanas en distintas geografías. Su trabajo no se ata a una estética cerrada, pero mantiene una identidad perceptible: la imagen que convoca, que emociona sin invadir, que deja lugar a lo no dicho.

Sus obras funcionan como una cartografía del instante, donde lo íntimo se cruza con lo colectivo y la imagen se vuelve experiencia compartida. “El propósito no es algo que se busca: es algo que se recuerda. Y la autenticidad no es una meta, es un regreso. Un volver a lo que siempre fuiste antes de que el mundo te dijera quién debías ser”, concluyó.