El regreso musical de Las Trillizas de Oro ha despertado una ola de nostalgia entre sus seguidores. María Laura, María Emilia y María Eugenia Fernández Rousse, figuras emblemáticas de la música y la televisión, anunciaron el lanzamiento de su nueva canción, “Hoy y ayer”, a través de un video en el que, fieles a su estilo, comparten con humor y espontaneidad las peripecias que enfrentan para escuchar su propio tema en la era digital.
En el video, María Laura y María Emilia aparecen en el auto, camino a la casa de María Eugenia, y la expectativa por escuchar la nueva canción se hace evidente desde el primer momento. “Y quiero escuchar la canción. Nuestra canción”, expresa María Laura, marcando el tono de reencuentro y entusiasmo que atraviesa toda la escena. La pregunta de María Emilia, “¿Dónde?”, da pie a una conversación cargada de recuerdos y comparaciones con épocas pasadas.
La nostalgia se instala rápidamente en el diálogo. María Laura rememora: “Eso es lo que estoy viendo, porque en nuestra época comprabas el autito y tenías el cassette y bueno, metías el cassette o el aparatito decís…”. María Emilia, con picardía, responde: “En tu época, sí, en tu época”. El intercambio se tiñe de añoranza cuando María Laura afirma: “En los 90. Quiero volver a los 90”. La conversación deriva en una reflexión sobre los cambios en la forma de escuchar música: “Acá no tenemos más, ya desaparecieron. Los CD los uso yo para la huerta, ¿sabes qué? Para espantar los pájaros, porque así hacés luz y así. Así que olvídate, los CD fueron”, comenta María Emilia, entre risas.
El desconcierto ante la tecnología actual se hace patente cuando María Laura pregunta: “No me digas que tenés que tener también Spotify para poner Bluetooth. Me parece que el Bluetooth lo tenés que poner aunque no tengas Spotify, porque yo pongo Spotify y me manda otra vez al usuario y tengo millones de usuarios, millones de cuentas”. María Emilia intenta aportar una solución: “Bueno, no sé, un técnico es Bluetooth. Bueno, espera, yo lo que hago siempre es tener un cablecito acá que se conecte con el Bluetooth. Entonces, vos ponés lo que nosotros nos mandaron, la canción, y se escucha acá. Pero necesitas el cable. ¿Dónde está el cable?”. La búsqueda del cable se convierte en una pequeña odisea, con María Laura preguntando: “¿Este será el cable acá?”, y María Emilia aclarando: “No, mi amor, ahí tenés que enchufar el cable”.
La frustración crece y el humor se intensifica. “¿Y qué cable?”, insiste María Laura, mientras María Emilia le recuerda: “¿Pero cómo hacés para cargar el teléfono en el auto, Laura?”. La respuesta de María Laura resume el sentir de muchos ante la complejidad tecnológica: “Me tiene podrida. Yo voy a volver a los autos viejos. No puedo escuchar. Vamos a lo de Eugenia, que no sé si Eugenia sabe”. María Emilia sugiere que su hermana podría tener la solución: “Me parece que Eugenia la tiene más claro. En nuestra época, iba a ser muy sin punto. Si comprás el disco, ahora no existe música en punto. No importa, no quiere decir que nosotros estemos grandes. Es que todo ha mejorado”. María Laura, sin perder el humor, concluye: “Que se dejen de joder, todo complicado”.
A pesar de las dificultades, la complicidad entre las hermanas se mantiene intacta. María Emilia anima: “No importa, ya vamos a lograr. Ya le vamos a decir cómo llegar a Hoy y ayer, que es el nombre de nuestra canción. No se preocupe. Nos vamos ahora a buscar una coca y algo vamos a solucionar. Coca. Seguro, seguro lo han escuchado”.

La llegada a la casa de María Eugenia suma un nuevo capítulo a la escena. “¿Cómo carajo escucho la canción?”, pregunta ella, sumándose a la confusión general. María Laura reacciona con incredulidad: “No te puedo creer. No sabés nada, no te puedo creer. No sé, no sé. Yo pará, tranquilas, tranquilas. Por qué táctico? No va a ser malo, no va a ser malo. Para, para. Oye, no va a subir la presión. Tenemos que cantar en toda la bici. Tranquila. Pero vos la escuchaste ahí? Un poquito, sí. Voy, ¿no? Yo tampoco. Yo nada tampoco. ¿Qué vas a tocar? No sé. Primero este teléfono, ya me tiene podrida este teléfono, porque vivimos con los teléfonos. Dicen que cuando vos te metés, dicen: Clickea acá, clickea acá y con chán, ya está. Escucho la canción, se me abre el Spotify. No, como no tengo Spotify, me tengo que hablar. Tenés que meterlo en el Spotify, en la aplicación”.
La escena culmina con un pedido de ayuda y una broma final. María Emilia, entre risas, lanza un llamado: “Por favor, me tranquiliza. Si no, no voy a cantar sola con Sonia. A ver, un llamado, a la solidaridad hasta Sonia”. Así, el reencuentro musical de Las Trillizas de Oro se transforma en una invitación a sus seguidores para compartir soluciones y anécdotas, manteniendo vivo el espíritu de complicidad y cercanía que las caracteriza.
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