Guido Kaczka y Nico Vázquez conmovieron al recordar la muerte de sus seres queridos: “La vida te da señales”

Atravesados por historias similares de duelo, el conductor y su invitado reconstruyeron memoria, ternura y aceptación ante las cámaras

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Guido Kaczka y Nico Vázquez recordaron duros momentos

El estudio de Buenas noches Familia se convirtió, de repente, en un refugio para la emoción. El brillo de las luces quedó eclipsado por una conversación sincera entre dos amigos, Guido Kaczka y Nico Vázquez. Ambos, acostumbrados a la exposición, a sostener sonrisas en cámara, se permitieron mostrar la fragilidad que acompaña la pérdida. Esta noche el escenario fue testigo de un intercambio íntimo, de esos que rara vez ocurren ante millones de televidentes. El motivo: recordar cómo enfrentaron la muerte de un ser querido.

Todo comenzó con una participante especial. Dionisia, una mujer de voz gastada por el tango y la vida, compartió su historia. Habló de Dionisio, su esposo, y de la soledad que llegó tras perderlo. Contó sin dramatismo, pero con una entereza que conmovió hasta la última butaca. Nadie imaginaba cuánto eco encontraría en el corazón de los anfitriones.

Fue el conductor del ciclo quien primero abrió su corazón: “Lo que ella cuenta de cómo murió Dionisio... es muy parecida la situación, porque fue después del cumpleaños, a cuando murió mi papá. Mi papá murió de muerte súbita. Él le decía a mi mamá ‘Susana, te quiero mucho, vení, abrazame’, y después de ese ratito que estaba ahí, mi mamá miró y le dijo ‘Ay, Susana, me parece que me mareo’, y se fue”, rememoró con la voz entrecortada. Es que nadie puede estar preparado para una despedida tan abrupta.

El relato de Nico Vázquez emergió entonces, como un puente tejido sobre el dolor compartido. “Encima estábamos trabajando juntos cuando pasó. Yo te acompañé mucho sin saber que después le iba a pasar lo mismo a mi hermano, que murió de muerte súbita con 27 años”.

Nico Vázquez guarda siempre en
Nico Vázquez guarda siempre en su memoria a su hermano, Santiago

“En la vida, a veces, sin querer, hay causalidades o señales… Dios, quien sea, te va preparando para lo que tenés que afrontar. Primero estuve de este lado, y después me tocó estar del otro. Y me acuerdo cómo estabas vos con lo de tu viejo, perfectamente, porque fue muy duro”, dijo el protagonista de Rocky. Las palabras caían lentas, pesadas, como si cada una abriera una ventana distinta al pasado.

Hubo un momento en que los roles se invirtieron y la vulnerabilidad se convirtió en fortaleza. “Guido es una persona muy sensible, pero es muy difícil verlo como lo estamos viendo este año que está muy abierto. A mí me encanta esta versión”, señaló con una sonrisa tenue el invitado.

Con los ojos brillantes, Vázquez completó: “Está bueno, porque yo te conozco así, pero está bueno que te conozcan ellos (por el público) de esta manera. Te acerca”.

No hubo respuestas al instante, solo el murmullo de la audiencia y la mueca silenciosa del dolor compartido. “¿No es muy loco que haya salido este tema? Y pensé ‘viene Nico Vázquez’”, lanzó Guido, casi perplejo ante la sincronía.

La emoción atravesó al conductor
La emoción atravesó al conductor y traspasó la pantalla

En un giro sutil, el invitado se dirigió a Dionisia de nuevo, trayendo a la memoria a otra ausente: “La miro y pienso en mi abuela. La resiliencia de perder a tu compañero de vida, es muy difícil”. La frase quedó flotando, honda.

“Ellos siguen estando con nosotros, en otro plano, es así”, agregó, en un intento de sostener la fe cuando las certezas ya no alcanzan.

“Te dije que iba a hablar de eso... eso me da...”, cerró Guido Kaczka, sin poder completar el pensamiento. El silencio decía lo que las palabras no.

¿Quién puede medir la ausencia? ¿Quién decide cuándo dejar de llorar a los que ya no están? Ante la mirada fija de las cámaras, los amigos se abrazaron en un duelo compartido. Quizás en esa exposición sincera, en esa conversación sobre las pérdidas, el público encontró no solo consuelo, sino también el valor de mirar sus propias heridas sin vergüenza.