El día que Michael Bublé hizo llorar de emoción a la wedding planner Bárbara Diez: “No sé cómo agradecerte”

La organizadora de eventos estuvo en un stream de emprendedores y contó el llamado del cantante canadiense para que se hiciera cargo de su boda con Luisana Lopilato. Y también el primer casamiento importante que tuvo: Julieta Ortega e Iván Noble

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Bárbara Diez es uno de esos nombres que resuenan fuerte en el mundo de las bodas, sobre todo si la celebración tiene a algún famoso como protagonista. Supo construir su carrera como wedding planner a partir del boca a boca y de la transparencia en el trato, y lo contó en detalle en una entrevista distendida durante el stream de Empre.Ar, donde conversó con Albano Piacenza y su equipo sobre su recorrido y algunas de sus anécdotas más increíbles.

Uno de los momentos más celebrados de la charla fue cuando recordó la organización de la fastuosa boda de Luisana Lopilato y Michael Bublé. Bárbara relató, entre risas y asombro, cómo fue el primer contacto con el mismísimo cantante canadiense mientras estaba reunida con una novia: “Cuando me llamó Michael Bublé,lo hizo a mi celular directamente”. Al ver en la pantalla un número de Canadá, no dudó en pedir permiso a sus clientes y contestar. “Era Michael Bublé, mi cantante favorito. Me dice: ‘Me pasaron tu teléfono. Me gustaría tener una reunión con vos. ¿Podés hablar?’ Y yo le respondí: ‘Mirá, no sabés lo que me cuesta decirte que estoy en una reunión con una pareja de novios. No te puedo atender’”. La respuesta del cantante la sorprendió: “Por eso quiero trabajar con vos. Andá a atender a los novios, decime en qué momento es bueno porque te llame”.

La boda de Lopilato y
La boda de Lopilato y Bublé

Cuando la volvió a llamar, Bublé dejó claro, de entrada, cuál era su expectativa: “El trato que yo quiero, que si estás con nosotros seamos lo más importante”, le remarcó, y Bárbara cumplió a rajatabla.

Ese pedido de dedicación exclusiva se notó en cada etapa del proceso, como cuando, tras la ceremonia en el campo, llegó el momento de atender a la prensa, que aguardaba junto a una tranquera, a tres kilómetros del casco de la estancia donde tuvo lugar la boda. Los novios le pidieron a Diez y a su socia Dolores que los acercaran personalmente a la zona de prensa. “Nos pide a mi socia Dolores (González Calderón) y a mí que lo llevemos en el auto a ellos dos para hacer prensa. Y mirá que estaban con la custodia de Canadá”, relató.

En ese viaje, por el bulevar de la estancia Villa María, ocurrió algo que nunca olvidará: “Bublé nos dijo no sé cómo agradecerles. Sí, sé. Les voy a cantar una canción a capella”. Y así fue: Michael Bublé les regaló un momento privado, cantándoles en vivo. Para Diez, fue un momento único. “Yo lloraba, Dolores lloraba. Y ellos dos atrás, tomados de la manito, felices”, compartió Bárbara, recordando el instante como algo realmente inolvidable.

Para cuando se casaron Bublé y Lopilato, Diez era una referente en la organización de bodas. Pero antes de consagrarse, transitó un camino poco convencional. “Yo soy traductora. Estudié la carrera porque quería ser intérprete simultánea”, contó. Una disfonía complicada la obligó a cambiar de planes y, de manera inesperada, fue su propio casamiento el que la puso a prueba en otro rol: sin encontrar quién la ayudara, terminó armando ella misma la boda. “Había unos ciervos. Y los ciervos van hacia la luz. Entonces, puse unos tachos de iluminación a la derecha y otros a la izquierda de la estancia, e iban todos en filita”. Ese primer evento y la actitud de los animales, dijo, disparó la curiosidad y las consultas de conocidos pidiéndole su ayuda. “Otra pareja de muy amigos se casó, también se los hice. Y el tercer casamiento fue el de Julieta Ortega e Iván Noble”. Así fue como se metió de lleno en el rubro.

Julieta Ortega e Iván Noble
Julieta Ortega e Iván Noble el día de su casamiento

Esa tercera boda, que tuvo lugar en la chacra de Luján de Palito Ortega, padre de la novia, significó un antes y un después en su carrera. “Cuando me llamó Julieta para reunirnos, yo no lo podía creer”, confesó. Por entonces, no tenía un lugar de trabajo ni fotos para mostrar: “Mirá, no tengo oficina, le dije. Me fue muy bien con esto de siempre decir la verdad. Voy a tu casa feliz, a tomar un café. No tengo fotos, pero tengo libros. Te puedo marcar cosas que me gustan”. A la hora de negociar los honorarios, Diez contó que Julieta le preguntó cuándo le iba a cobrar. Y su estrategia se resumió en la respuesta: “Te voy a cobrar la nafta y si quedás contenta, yo te pido por favor que hables de mí”. El resultado fue inmediato: “En 16 notas de prensa me nombró, y fueron 16 las novias que me llamaron en dos semanas”.