Luciano Castro sorprendió a Mario Pergolini con una anécdota en un boliche de los 90: “Vos ya eras famoso”

El actor visitó Otro día perdido y compartió detalles del cruce que tuvo con el conductor en la noche porteña

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La anécdota de Luciano Castro con Mario Pergolini (Otro día perdido. El Trece)

Entre las luces de un boliche ya extinto y el retumbar de los parlantes en la madrugada de Buenos Aires, se escondía un recuerdo que tardó años en salir a la superficie. Luciano Castro eligió precisamente ese filo del pasado para sorprender a Mario Pergolini durante la transmisión de Otro día perdido en El Trece. El actor desenterró una noche compartida —difusa para el conductor— con la precisión de quien atesora instantes de su propio camino hacia la fama.

La atmósfera del estudio vibraba con complicidad y carcajadas cuando el actor clavó la mirada en Mario. “La verdad que nos conocemos hace muchos, muchos años. Vos no te acordás, porque vos ya eras famoso y yo no. Fue en un boliche. La voy a contar. No te asustes, no te asustes. El boliche tampoco existe más... Forever”, disparó Castro, mientras la audiencia ya percibía el olor a madrugada, tabaco y secretos a medio revelar, y el conductor, rápido de reflejos, solo atinó a decir: “No estuve ahí nunca”, con un guiño cómplice a la cámara.

Habían pasado más de tres décadas, Mario Pergolini reinaba ya entre los influyentes de la noche porteña al mando de envíos como La TV Ataca, mientras Luciano seguía siendo “el del barrio”, uno de los tantos que miraban la fiesta desde el lado de los ‘plebeyos’, como él mismo se denominó. Castro no necesitó dar nombres ni señalar con el dedo; el relato sumía a todos en el mapa invisible que separa el Vip de la pista general, ese microcosmos de jerarquías donde unos beben champán frío y otros esperan una oportunidad.

En las últimas horas, Luciano
En las últimas horas, Luciano Castro se mostró junto con Griselda Siciliani en una salida teatral

“Yo estaba con los plebeyos, vos estabas en el VIP ya. Y era un VIP picante ese. No voy a dar nombres, pero había gente picante en el VIP. Me acuerdo porque vos ya eras conocido, yo estaba con los pibes del barrio”, compartió Luciano, detallando la escena para que sea fácil de entender para la audiencia.

La noche corría larga, el tiempo se deshizo entre copas, confesiones y desamores efímeros. “Había mucha gente y te fuiste. Y eso ya plantaba cómo eras. Una noche larga…”, continuó Castro, como quien señala un destello en el río de la vigilia.

Mario, entre risas, no tardó en saltar con su propia versión, tan funcional como inverificable: “Bueno, yo después tuve hijos. Noche larga para usteds, yo dos y cuarto me fui con mamá a casa”.

El estudio estalló en una carcajada genuina, eco de esos amaneceres en los que la ciudad empieza a desperezarse y los noctámbulos buscan refugio.

La vuelta de Mario Pergolini
La vuelta de Mario Pergolini a la television trajo alivio a El Trece en lo que respecta a los números del rating

Luciano retomó la anécdota, como quien tiene una carta más guardada: “Sí, sí, sí. Igual cuando te crucé a las siete de la mañana en Corrientes caminando también”.

Mario, riendo, decidió cambiar el rumbo de la conversación, pero quedó flotando una certeza: en la noche hay encuentros que solo el paso del tiempo transforma en anécdota.

“Yo estaba con los plebeyos, vos estabas en el VIP ya”, repitió Luciano, explicando, con resignación y algo de ternura, la distancia social de entonces y el vértigo de la memoria. “Pudo haber pasado tranquilamente”, concedió Pergolini, cediendo el protagonismo al invitado, pero también reconociendo ese pacto tácito, casi borgiano -“la anécdota es verdad, aunque nadie la pueda probar”-.

Bajo la superficie del humor y la nostalgia, la escena tejió un mosaico secreto de la noche porteña, una estampa donde lo irrelevante se vuelve historia compartida. Hay encuentros que duermen entre la multitud y resucitan años después, bajo la forma de una sonrisa, una mínima revancha entre el invitado y el anfitrión. El boliche ya no existe, pero la anécdota, en cambio, se abrió camino hasta el micrófono y ahora es parte de la memoria colectiva.