Con la casa vacía y las luces apagadas, la última imagen de Gran Hermano (Telefe) fue la de Santiago Tato Algorta, el uruguayo de 29 años que resistió 204 días de encierro, enfrentamientos y polémicas para consagrarse ganador. Por segunda vez consecutiva, un participante del país vecino se quedó con el premio mayor, pero también con algo mucho más difícil de obtener: el fervor del público. El martes por la noche, después de casi siete meses de aislamiento total, se despidió del reality que lo transformó en figura. Lo hizo de la mano de Luz Tito, su aliada incondicional, y de Ulises Apóstolo, su principal adversario dentro y fuera del juego.
Desde su presentación, Tato no pasó desapercibido. “Sufro bullying por fachero”, soltó, provocador, en su primera aparición. Se definió como seductor, seguro y consciente del impacto que genera en redes sociales. “Si entra alguien más lindo que yo, para mí va a ser un problema”, advirtió, sin filtro. Fanático de Peñarol, contador, amante del deporte y de los viajes, se mostró como un joven directo, algo soberbio, pero decidido a destacarse. Y lo hizo. Ganó la primera prueba de liderazgo, bajó a Luciana Martínez de placa, subió a Claudio Di Lorenzo y dejó sin votar a cuatro mujeres. Las críticas no tardaron en llegar: fue acusado de machista, de egoísta y de jugar sucio. Pero el público no lo soltó.


A lo largo del encierro, Tato también expuso aspectos más íntimos de su vida, como sus problemas de salud. En una de sus jornadas dentro del certamen reveló que padece intolerancia a las harinas, lo que limitaba muchas veces sus comidas dentro de la casa y terminaba comiendo platos simples con arroz como elemento principal. Aunque en ocasiones eso fue motivo de burlas o cuestionamientos por parte de sus compañeros, quienes aprovechaban la situación para dejarlo afuera de las comidas, él nunca dramatizó. Mantuvo su rutina con discreción, sin usar sus condiciones médicas como escudo, pero tampoco ocultándolas.
Las alianzas fueron fundamentales. Luciana se convirtió en su socia estratégica y Luz, en su apoyo emocional. Con ella intentó algo más que una amistad, pero jamás cruzó los límites. La jujeña, en pareja abierta con un español, mantuvo su postura y, aun así, el vínculo creció. Juntos enfrentaron placas, maniobras ajenas y prejuicios propios. Cuando la producción filtró imágenes de su casting donde exageraba historias para llamar la atención, la casa entera se le vino encima. En especial Ulises, que construyó un relato de “muchacho del interior humilde” y lo enfrentó como si el premio se lo estuviera robando un extranjero.


Las tensiones escalaron cuando, durante la competencia por una moto, Ulises fue captado susurrándole respuestas a Gabriela, quien luego se consagró ganadora. Aunque Gran Hermano lo negó en primera instancia, la misma participante terminó confesando. El escándalo fue total. Y mientras Tato pedía explicaciones en el confesionario, recibía gritos e insultos por parte de Catalina Gorostidi, reincidente del reality, y sus seguidoras. Nunca respondió con violencia, sino que optó por otras tácticas para seguir adelante dentro de la competencia.
A lo largo de la edición, Algorta acumuló detractores dentro de la casa, pero también seguidores fuera de ella. Fue víctima de un hostigamiento constante, muchas veces impulsado por su éxito. En lugar de quebrarse, se fortaleció. En vez de enfrentarse, se corrió del conflicto. Su estilo, frío pero calculado, lo convirtió en blanco de críticas pero también en símbolo de resiliencia. Y mientras sus rivales jugaron a vencerlo, él jugó a ganar.
Así se reflejó en los resultados finales. Algorta logró irse con el 62,8% de los votos contra el 37,2% del cordobés, quien quedó en el segundo lugar. Completamente descolocado, el joven no pudo evitar creer que se trataba todo de un sueño. “No puede ser, wow, vamos, estoy solo acá. Vamos, dale campeón. Gracias Argentina, gracias, qué país hermoso", expresó, a los gritos, ante las cámaras.
“Dale campeón. Gracias Argentina, gracias por esta oportunidad, no estoy cayendo, no lo estoy procesando. Gracias Uruguay también. Vamos Peñarol también. Y vamos el tridente“, celebró el uruguayo.
La final fue el reflejo de toda su trayectoria. Mientras Ulises aprovechaba el stream para volver a cargar contra él, Santiago simplemente esperaba. Y ganó. Porque mientras muchos intentaron hacerle perder el premio, él hizo todo para quedárselo.
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