La actividad que empezó la hija menor de Evangelina Anderson y que la conecta con su familia

La modelo compartió con sus seguidores los primeros pasos de Emma en un espacio ya conocido por su hermana Lola

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Emma Demichelis comenzó equitación

Emma Demichelis, la más pequeña de la familia, vivió en las últimas horas un momento tan especial como inolvidable: su debut en el mundo de la equitación. Con apenas ocho años y bajo la atenta mirada de su madre, se calzó por primera vez el casco, ajustó el chaleco protector y subió al lomo de un caballo para iniciar una aventura que, más allá del deporte, se inscribe como una nueva forma de expresión, juego y vínculo familiar.

Abrojito, como la llaman en casa, comenzó a dar sus primeros pasos en la pista, el mismo escenario donde su hermana mayor, Lola, se luce desde hace meses. La escena, cargada de emoción, fue el resultado de una integración paulatina a una vida que Evangelina Anderson y Martín Demichelis fueron construyendo día a día en México, donde se instalaron a mediados del año pasado tras la llegada del exfutbolista a la dirección técnica de los Rayados. Por el momento, están a la espera de cuál será el próximo destino del entrenador tras su desvinculación del club.

Emma llegó al picadero y con los ojos muy abiertos recorrió con la mirada la arena, los saltos, los caballos trotando a su alrededor. Cuando fue su turno, un instructor se acercó para guiarla. Subió con cuidado al animal, y, tras un breve susurro de aliento de Evangelina, dio sus primeras vueltas con paso calmo, aprendiendo a coordinar el cuerpo con el ritmo del animal. La expresión de su rostro mezclaba nervios y entusiasmo; sus manos, firmes sobre las riendas, y la espalda erguida, reflejaban una concentración poco habitual para su edad.

Lola Demichelis hace equitación

Ese gesto de confianza, pequeño pero potente, marcó un nuevo capítulo en la vida familiar. La práctica de la equitación, que comenzó como una pasión de Lola, de 12 años, se fue contagiando de a poco a su madre y ahora también a Emma. A principios de abril, Evangelina y Martín acompañaron emocionados a su hija mayor al Concurso Hípico Internacional de Monterrey. El evento reunió a jóvenes promesas de la disciplina en uno de los clubes más prestigiosos del país, y fue allí donde la familia terminó de sellar su vínculo con esta práctica.

Lola montó a su caballo, Chocolate, con una seguridad que descolocó a más de uno. En la tribuna, Eva y Micho no podían ocultar la emoción: se abrazaban, grababan videos, comentaban los movimientos de su hija como si se tratara de una final. La adolescente sorteó los obstáculos del circuito con firmeza y precisión, lo que le valió el reconocimiento del jurado. La jurado de Los 8 escalones compartió ese instante en sus redes, donde suele volcar los registros de su cotidianidad: “¡Grande mi Lolucha!”, escribió junto a una imagen en la que se la ve sonriendo con una medalla al cuello.

Evangelina Anderson mostró la nueva actividad que comenzó a practicar

Inspirada por ese recorrido, la modelo se animó a subir a caballo a comienzos de mayo. Vestida con equipo reglamentario, montó por primera vez en el mismo club que sus hijas. Se la vio concentrada, guiada paso a paso por un instructor, y en medio de la práctica, relajó el gesto para regalarle una sonrisa a la cámara. Tropezó con alguna cuerda invisible del nerviosismo inicial, pero terminó el circuito con soltura y entre aplausos. En esa escena —madre e hijas montando en el mismo espacio, cada una a su ritmo— se condensan las nuevas dinámicas familiares tejidas en Monterrey que de a poco da la sensación de estar llegando a su fin.

La familia, que se trasladó desde Buenos Aires con Lola y Emma —mientras Bastian, el mayor, permanece en la Argentina jugando en las inferiores de River—, atraviesa un proceso que combina desafíos con descubrimientos. Entre rutinas escolares, nuevas amistades y tardes soleadas en el club, cada uno va encontrando su lugar. La equitación se volvió, así, mucho más que una actividad deportiva: un lenguaje compartido, una forma de acompañarse, una tradición en construcción.