“Fue la conclusión de un trabajo de varios años. En especial para nosotros, para Cacodelphia. Es una gran emoción y una gran oportunidad”, dice Gastón Gallo, cofundador junto a su hermano Sebastián Gallo y director de Cacodelphia Studios, el estudio argentino que aportó la tecnología de Virtual Production a El Eternauta, la megaproducción de Netflix que adaptó el clásico de la historieta argentina protagonizado por Ricardo Darín.
Desde un estudio ubicado en Barracas, Gallo conversó con Teleshow acerca de cómo lideró un proceso técnico que no solo permitió crear una Buenos Aires nevada y apocalíptica dentro del set, sino que puso a la Argentina a la vanguardia de una tecnología que hasta hace poco parecía exclusiva de Hollywood. “Esto muestra que desde Argentina se pueden hacer cosas muy grandes, ancladas en tecnología y conocimiento”, remarca.
“Nuestro rol fue hacer que toda esa creación digital funcione, que la cámara lo capte y que sea creíble. Que el movimiento de la perspectiva se genere en tiempo real”, explica. Y se emociona al recordar un momento clave: “Ver a Darín caminando hacia Buenos Aires, sabiendo que en un momento se tenía que detener para no chocar con la pantalla, fue realmente muy emocionante”.

Todavía impactado por el fenómeno de la serie basada en la célebre historieta de creada por Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, revela el detrás de escena de una revolución tecnológica que empieza a transformar la industria audiovisual argentina.
El aporte de Cacodelphia Studios fue esencial para llevar a la pantalla una versión de El Eternauta que combinara fidelidad visual, escala épica y realismo cinematográfico. “Es un orgullo enorme. Uno siente que aportó su granito de arena a una catedral que construyeron la productora K&S Films y el director Bruno Stagnaro. Que se haya podido concretar esta historia argentina que llevaba años intentando hacerse, y que ahora se vea en todo el mundo, es una alegría grande”, se sincera.

—¿Cuál es la diferencia entre el Virtual Production y otras formas de producción audiovisual tradicionales?
—A partir del año 2020 en Estados Unidos se mostró The Mandalorian, que es la serie del universo de Star Wars. A raíz de la pandemia, empezaron a trabajar en estudios rodeados de pantallas de altísima definición. La cámara de cine enfoca esas pantallas y los actores trabajan delante de ellas, con escenografía real entremezclada. Todo eso queda completamente integrado. Cuando la cámara se mueve, se corrige la perspectiva del fondo. Eso da un nivel de realismo altísimo.
—¿Cómo lograron adaptar eso en Argentina?
—Mientras todo eso pasaba allá, nosotros ya estábamos trabajando acá. Hicimos nuestra primera película con esta técnica para México. Después fuimos perfeccionando hasta que se aplicó en esta serie. Hoy tenemos tres estudios de Virtual Production y logramos que todo esté trackeado, que la cámara y los fondos estén sincronizados.

—¿Trabajaron con otros estudios o lo hicieron íntegramente ustedes?
—Nosotros hicimos toda la parte de Virtual Production, que implica trabajar en un set con los actores, filmar con la cámara y capturar una realidad ficticia dentro del estudio. Fue todo operado por nosotros, aunque también participaron otras empresas en la postproducción. Nuestro principal trabajo fue hacer posible que toda esa creación digital funcione, que la cámara lo capte y que sea creíble. La productora K&S Films escaneó la ciudad y generó mucho contenido, pero todo eso tenía que integrarse en tiempo real con cámaras, pantallas, servidores y sistemas de trackeo. Es una magia que sucede en décimas de segundo.
—¿Qué devolución tuvieron de los actores que trabajaron con esta tecnología?
—Estuvo buenísimo escuchar lo que dijo Ricardo Darín, que se sintió muy cómodo porque no tenía un fondo verde, sabía dónde estaba. Me acuerdo de la primera toma: había más de 200 personas técnicas en el estudio, todo lleno de nieve artificial, y verlo caminar despacito hacia una Buenos Aires nevada fue muy emocionante.
—Su trabajo no solo fue clave para El Eternauta, sino también para posicionar a la Argentina como un referente emergente en la industria de Virtual Production a nivel internacional. ¿Qué desafíos técnicos enfrentaron en la serie?
—Por ejemplo, en una escena la cámara iba hacia atrás y quería mostrar todo un mundo. Pero el estudio tiene un límite físico. Hace dos o tres años no se sabía bien cómo resolver eso, porque necesitábamos tener toda la información del movimiento de la cámara para completar la imagen en postproducción. Fue todo un desafío técnico que logramos resolver. Yo como el director técnico del estudio estoy a cargo de toda la parte de investigación y desarrollo del estudio. Lo monté junto a mi hermano Sebastián, somos socios. Siempre creímos que el mundo de las pantallas iba a converger con el del cine y la publicidad. Apostamos a que desde Argentina se pueden hacer cosas muy grandes.
—¿Cómo impactó en ustedes el hecho de que El Eternauta sea una historia tan local y con tanta carga simbólica?
—En paralelo trabajamos en otros proyectos, incluso más pequeños. La última película de Francella, por ejemplo, también la hicimos con esta técnica, y vino la cadena CBS de Estados Unidos a grabar acá dos días porque le convenía usar esta tecnología en Buenos Aires. Los usos son múltiples. Pero es verdad que El Eternauta tiene algo muy argentino.

—¿Cómo fue el impacto de la serie para su equipo?
—Netflix abre la puerta mundial. Lo que antes quedaba en un circuito local, ahora puede ser visto en cualquier lugar. Eso también ayuda a visibilizar la calidad técnica y narrativa que hay en Argentina. Trabajaron muchísimas en el proceso. Fue un trabajo en equipo dentro del estudio y también con un montón de empresas y técnicos independientes. Cada uno aportó desde su lugar. Fue una red de colaboración muy grande.
—¿Se están preparando para una segunda temporada?
—Lo nuestro fue aportar soluciones técnicas. No depende de nosotros, pero uno de los directivos de Netflix dijo que se viene una segunda temporada. Ojalá que sí. Por lo que dicen, sin spoilear nada, hace falta.
—¿Cuál es el impacto de la inteligencia artificial en su campo?
—Cada vez más empieza a fluir. Técnicas que hace dos años no existían ahora permiten representar un ambiente 3D dentro de las pantallas en 40 minutos. Antes necesitabas a Messi y Maradona modelando, ahora se puede automatizar mucho. Pero eso no reemplaza al modelador, sino que le da una base para enriquecer. Se trata de ir cambiando las aplicaciones, pero siempre con foco en los proyectos estéticos.

—Muchísima gente encuentra en productos como El Eternauta un campo fértil para desarrollar productos que antes hubieran sido muy complejos de materializar. ¿Cómo fueron tus comienzos?
—En 2014 hice mi ópera prima, Gato Negro, con Luciano Cáceres y Leticia Brédice. Pero antes venía de hacer espectáculos en todo el mundo con fuegos artificiales y música. Mis “actores” eran bailarines y contaba historias con fuego. Venía de Júpiter Espectáculos, era todo muy visual. Cuando me metí en cine, noté que había un cambio tecnológico y empezamos a trabajar con escenografías en televisión. El primer trabajo importante fue con el programa de Tinelli, que tenía 40 puntos de rating. Planteamos cambiar toda la escenografía y hacerla inmersiva, con pantallas y pisos digitales. Fue muy revolucionario en su momento. Pero no hay una formación particular para esto. Hoy la tecnología es transversal: un programador puede trabajar en farmacia o entretenimiento. Las formas de contar historias se nutren de equipos con habilidades distintas. Las universidades van detrás del cambio. Primero se experimenta, después se formaliza.
—¿Qué le dirías a quienes están interesados en estas nuevas herramientas para contar historias?
—Que no se limiten. A veces chicos de 20 años están experimentando cosas muy valiosas. Combinando eso con apoyo y equipos se pueden lograr cosas grandes. Las formas de contar historias se nutren, en este caso, de tecnología y equipos de gente compuestos con distintas habilidades. Lo digo porque en general las universidades y las escuelas van detrás del cambio tecnológico. O sea, primero se hacen cosas que van empujando los límites y después se van formalizándolos las carreras. Generalmente el cambio va adelante. A veces tenés chicos de de 20 años que están inquietos y capaz combinándolos, apoyándolos y sumándolos a distintos equipos se logra algo muy, muy, muy fuerte y muy grande. En este caso, bueno, convergieron dos mundos. Nosotros también hacemos trabajamos en recitales con artistas. Por ejemplo, en Cacodelphia trabajamos también en recitales. Si van al Movistar Arena, nosotros trabajamos con pantallas, efectos. Todo tiene una raíz estética. Tenemos cuadros simulados de Vermeer colgados en el estudio, para no olvidar que lo estético es lo que guía.
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