Durante meses, Ernestina Pais desapareció de los medios, se internó en una clínica y poco se supo de ella. Hoy, con la voz firme y segura, relata su calvario con el alcoholismo y el largo proceso que la llevó a recuperarse. En una entrevista con Ángel de Brito, la animadora no esquivó detalles, al ofrecer un retrato desgarrador de su lucha.
“El problema del consumo se me disparó en la pandemia”, comenzó diciendo en el ciclo Ángel Responde del canal de streaming Bondi. “Antes trabajé durante 25 años en gastronomía, y jamás tuve inconvenientes con el alcohol, pero la pandemia fue el detonante: se juntaron todas las cosas que no había resuelto en mi vida, la muerte de mi socio y las deudas por los cierres. Todo explotó”.
Con la sinceridad de quien mira hacia atrás y evalúa sus errores, recordó cómo el consumo comenzó a ganar terreno. “El alcohol siempre te da señales, cosas que no están bien. Pero como son aisladas, no les das importancia. En la pandemia, todo eso se detonó y fue un desastre”.
A pesar de sus problemas, Ernestina continuó trabajando en televisión y radio. Sin embargo, llegó un momento en que su cuerpo y su mente no aguantaron más. A principios de 2024, tomó una decisión: parar. “Tenía ofertas, pero les dije: ‘No, este año es mi salud’. Era eso o seguir cayendo”.
Su primera internación, sin embargo, fue un fracaso. “Fui a un lugar que parecía un hotel de lujo. Al mes, me autoexterné pensando que estaba bien. ¡Qué error! Me fui a Uruguay y ahí recaí de la peor manera”, confesó.
El tono de su voz cambió al describir esa experiencia: “Era carnaval. En Uruguay, en cada estación de servicio hay una cantidad de alcohol impresionante, y tenés todo a disposición. Fue un desastre. No pude manejarlo. Fue terrorífico”.
Tras esa recaída, Ernestina ingresó a una clínica para un tratamiento mucho más estricto. Fueron entre seis y siete meses de aislamiento casi total. “Los primeros dos meses y medio estuve sin celular, sin computadora. Nada de contacto con el mundo exterior. Necesitaba desconectarme para combatir la ansiedad y, también, para que no se supiera lo que se decía de mí”, explicó.
La animadora abordó con dureza el estigma social que rodea a las adicciones. “Si tenés cáncer, nadie te dice ‘ehhh, tenés cáncer’. Pero si tenés un problema como el mío, te llaman ‘borracha’ o ‘falopera’ sin ningún problema. Eso duele, porque las adicciones también son enfermedades”.
A pesar de la dureza del proceso, Ernestina encontró apoyo en el grupo de pacientes y profesionales de la clínica. “Ellos fueron fundamentales. Compartir con personas que están pasando por lo mismo te da fuerzas. Te sentís entendida, contenida”.

Durante años, evitó hablar del tema públicamente: “No estaba preparada y, además, mi hijo era chico. Él sufría mucho y yo no quería exponerlo”, confesó. Ahora, con su hijo más grande, siente que puede abrirse. “Era necesario contarlo. Estas cosas no se pueden ocultar. Hay que aprender de ellas”.
Pais reveló que llegó a poner su vida en peligro en numerosas ocasiones: “Muchas veces sentí que el próximo paso era la muerte: por un paro cardíaco, por un accidente manejando, por una caída... Una vez me caí de las escaleras y fue terrible. Me lastimé mucho, y encima quisieron adjudicarle la culpa a mi hijo, el pobre, que era el único que estaba conmigo en casa”.
En medio de su relato, Ernestina quiso dedicarle unas palabras a Ángel de Brito. “Siempre me cuidaste. La gente tiene una imagen errada de vos. Piensan que sos tremendo, pero la verdad es que sos un fenómeno. Tenés más códigos que nadie”, le dijo, emocionada.
Hoy, Ernestina Pais se encuentra en un proceso constante de recuperación. “Estoy mejor, pero la lucha es diaria”, aseguró. Y aunque el camino fue arduo, su testimonio deja una enseñanza clara: enfrentar los demonios no es fácil, pero es el único camino hacia la libertad.
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