
“La cosa se está poniendo un poco fuerte”, dijo Rauw Alejandro en el escenario del Palau Sant Jordi. Sin el cuerpo de baile que lo acompañaba hasta hace un momento, el cantante puertorriqueño parecía un caballero al que se le acaba de caer la armadura. “Ustedes son muy especiales para mí y nunca pensé que iba a cantar esta canción en vivo, pero lo voy a hacer solamente aquí en Barcelona, no la voy a cantar nunca más en mi vida. La hice una noche ahogando las penas, si ustedes la saben acompáñenme”, arengó mientras se le quebraba la voz. Entonces cantó “Hayami Hana”, la canción que le dedicó a su ex pareja, Rosalía, la catalana con la que compartió su vida durante los últimos tres años.
Rauw llorando en primer plano para las pantallas laterales, secándose con una toalla las lágrimas y el sudor, hablando en catalán como su ¿antiguo? amor. Este show no fue uno más del Saturno World Tour, la gira que lo tiene presentando su tercer disco desde febrero y hasta noviembre. El artista sabía que esta parada estaba marcada a fuego y como buen performer, lo usó a su favor. Lejos del estereotipo del macho latino y más cerca de su gente, vino a ofrecer su corazón. Y se lo compraron a precio oro, sobre todo cuando en medio de la emoción mostró un registro vocal que no se le había escuchado hasta ese momento tan íntimo como incómodo. ¿Estamos listos para ver llorar a nuestros ídolos? Su público no se pregunta eso y lo acompaña natural y orgánicamente, palpitando el viral. Obvio.

El Palau Sant Jordi está ubicado en la montaña de Montjuic. Desde allí, las vistas son privilegiadas y remiten a otros tiempos. En ese contexto, la cola infinita de chicas vestidas de plateado para estar en la onda Saturno contrastaba con los colores ocres del paisaje, pero convivían perfectamente con el estilo futurista del pabellón construido especialmente para los Juegos Olímpicos de 1992 que tuvieron a Barcelona como sede. El futuro ya llegó y es esto: abanicos para refrescarse en los últimos días del verano europeo, bandera de Puerto Rico en la platea para homenajear al artista en cuestión y reggaeton de entrada, de plato principal y de postre.
En la previa, un locutor mechaba frases como “¡Qué culote!” y “La vida es una, que nadie te diga lo que tienes que hacer”, mientras sonaba una playlist tan fiestera como variada. “Midnight City” de M83; “Safaera”, de Bad Bunny; “Hoy se bebe hoy se gasta”, de Mozthaza, “Somebody That I Used To Know”, de Gotye y la celebradísima “La combi Versace”. El tema de Rosalía con Tokischa fue el primer indicio de que Rauw quería contarnos algo. Poner la música de su ex en la previa, ¿cuenta como provocación? ¿Acercamiento? ¿Guiño cómplice o tributo?

Mientras en las pantallas promovían el after party oficial con Chris Palace en una disco catalana, en el estadio sonaba “What Is Love”. El eurodance de Haddaway no tenía mucho que ver con la propuesta del novel cantante, pero sí contenía la invitación a bailar como si no hubiera un mañana. Más tarde aparecería el mismísimo Palace presentado por Rauw. “Soy fan de tu música. Mucha gente no te conoce, pero te conocerán algún día, ¿te animas a cantar alguno de tus perreos?”, dijo el protagonista de la noche y lo dejó solo en el escenario interpretando una canción desconocida. Por supuesto que luego hicieron juntos “Gatas”, el tema que comparten y con el que los boricuas sellaron su presentación en sociedad.
Los bailarines ayudaron durante toda la noche a llenar los espacios vacíos del enorme escenario. Como en una exhibición de break dance y hip hop los pasos se sucedían hasta que llegaba él. Engomado brillante de pies a cabeza, lentes extravagantes, plataformas, más tarde sombrero piluso, al final musculosa y look casual. De pronto un acting entre las parejas de baile transformaba a la academia de perreo en un High School Musical urbano con piruetas imposibles y bates de béisbol de cotillón. El Saturno World Tour está atravesado por el baile de igual manera que lo está por la música. Y por momentos la supera.

Más allá de la bomba “Hayami Hana”, Rauw no escatimó en hits y durante más de dos horas sostuvo el ritmo bien arriba: “Museo”, “De Carolina”, “Cuki”, “Pensándote”, “Tiroteo”, “Panties y brasieres” (con revoleo de corpiños incluido), “Party”, “Ron cola”, “Baby Hello”, “Desesperados”. La consigna era disfrutar a pesar de las lágrimas, a pesar de todo. Como dijo el cantante al comienzo de su show, mezclando catalán y castellano. Una muestra de respeto al público presente (y un homenaje para ella): “Bona nit Barcelona t’estimo molt. Esta es la ciudad en la que me siento en casa, muchas gracias por acollir-me desde siempre. Por el cariño que me dan desde el primer día, el meu català és una miqueta millor. Olvidemos todos los problemas de casa, som aquí a disfrutar y a olvidar los problemas”.
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