
A un poco más de un mes para Navidad, la llegada masiva de juguetes y peluches con inteligencia artificial genera preocupación entre especialistas en desarrollo infantil. El mercado se prepara para una temporada marcada por la innovación tecnológica, con un catálogo creciente de opciones que permiten a los niños mantener conversaciones y recibir respuestas instantáneas de sus nuevos compañeros digitales.
Esta tendencia, lejos de tranquilizar, enciende alertas por los posibles efectos negativos en la formación social, cognitiva y emocional de los menores.
En una entrevista de Yahoo, a Emily Goodacre, investigadora del Centro de Investigación sobre el Juego, Desarrollo y Aprendizaje de la Universidad de Cambridge, fue advertido que la popularidad de los “juguetes inteligentes” está superando a la investigación sobre sus impactos.

La investigadora señaló que en casos de padres que, buscando evitar la sobreexposición de sus hijos a pantallas, optaron por dispositivos capaces de interactuar mediante voz y adaptar sus respuestas, pero: “Estos juguetes pueden simular cierto tipo de interacción social, pero no reemplazan el intercambio humano”.
Las empresas fabricantes de juguetes tradicionales han enfocado históricamente sus controles en aspectos como la presencia de piezas pequeñas o la resistencia de los materiales, mientras que en la nueva generación de productos con IA el desafío apunta a la regulación de los algoritmos y los riesgos digitales.
Cuál es el riesgo de los juguetes con IA para los niños y niñas
Según Goodacre, la falta de estándares específicos permite que los juguetes interactivos mantengan conversaciones inadecuadas, a menudo aduladoras, validando cualquier deseo o afirmación de los niños sin contrapeso ni negociación.
Este mecanismo puede fomentar una especie de dependencia o apego poco saludable hacia el objeto, a diferencia de la relación tradicional con peluches o muñecos sin componentes de inteligencia artificial.

Uno de los riesgos señalados por especialistas radica en la creación de lazos “pseudo-amistosos” entre el niño y un aparato que jamás podrá ofrecer una respuesta verdaderamente humana o empática. “El juguete acaba dándole la razón al menor en todo, lo que puede dificultar la adquisición de habilidades fundamentales como la negociación, el manejo del desacuerdo o el aprendizaje de normas sociales”, explicó Goodacre.
Además, existen casos documentados en los que estos dispositivos, tras varias interacciones, perdieron las restricciones programadas y reaccionaron con expresiones, consejos o conversaciones de alto contenido inapropiado.
Por qué son peligrosos los juguetes y peluches equipados con cámaras y sistemas de IA
La cuestión de la privacidad agrava la inquietud. Muchos juguetes equipados con micrófonos y sistemas de activación por voz pueden grabar de manera constante o autónoma. Algunos solo recogen información cuando el niño pulsa un botón, pero otros pueden activarse por palabras clave o permanecer atentos de forma permanente, registrando conversaciones y sonidos de su entorno.
La transmisión de estos datos a aplicaciones vinculadas o a servidores de empresas añade una capa de complejidad sobre cómo se manejan, almacenan y utilizan esas grabaciones.

La investigadora de la Universidad de Cambridge, señaló que el manejo de la privacidad en la infancia plantea problemas relevantes, tanto por las implicaciones inmediatas como por el efecto en la percepción de los niños sobre sus propios límites y espacios personales.
“¿Cómo le explicamos a un niño que el peluche al que confía sus secretos podría estar grabando y enviando esos datos a una empresa o incluso a los teléfonos de sus padres?”, planteó la investigadora. La transparencia y la comprensión sobre estos procesos siguen estando fuera del alcance de la mayoría de los usuarios jóvenes y adultos responsables.
El estado actual del mercado de IA aplicada a juguetes expone una falta de regulación efectiva. Los informes de entidades de vigilancia muestran ejemplos de juguetes que, en pruebas de conversación continuada, comenzaron a proporcionar respuestas peligrosas o inapropiadas, incluyendo recomendaciones sobre el uso de objetos cortantes y la manipulación de fuego, así como comentarios relacionados con temas sensibles de sexualidad.
A pesar del entusiasmo comercial, el debate sobre el valor pedagógico de estos juguetes continúa abierto. Expertos advierten que el hecho de proporcionar respuestas automáticas y constantes puede reducir el espacio para la imaginación y la creatividad infantil. La riqueza del juego simbólico, base del desarrollo cognitivo, podría verse desplazada por la inmediatez de una respuesta digital.
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