¿Robopocalipsis para el trabajo? Ni hoy ni mañana: la inteligencia artificial general transformará, pero no eliminará el empleo

Un estudio señala que la automatización será selectiva y que persistirán actividades humanas difíciles de sustituir eficientemente por la tecnología

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La inteligencia artificial general redefine
La inteligencia artificial general redefine el futuro laboral sin provocar una extinción total del empleo humano. (Imagen Ilustrativa Infobae)

La llegada de la inteligencia artificial general (AGI) ha suscitado inquietudes sobre el futuro del empleo humano y el crecimiento económico. Sin embargo, un reciente estudio teórico de Pascual Restrepo, profesor de Yale University y miembro del Economic Advisory Council de Anthropic, publicado en la NBER Working Paper Series, ha cuestionado la idea de una “robopocalipsis” laboral inminente.

Según su análisis, la automatización total del trabajo humano no es ni inminente ni inevitable, y el empleo humano persistirá en tareas donde la automatización no resulte eficiente o rentable.

En su investigación, el autor ha analizado las consecuencias a largo plazo de la inteligencia artificial general sobre la economía y el mercado laboral. El autor define la AGI como la capacidad de realizar cualquier trabajo económicamente valioso mediante recursos computacionales, sin necesidad de intervención humana directa.

A pesar de este potencial, el estudio concluye que la automatización completa de todos los trabajos humanos no se producirá de forma inmediata ni absoluta.

El costo y la eficiencia
El costo y la eficiencia de la automatización determinan qué tareas seguirán bajo responsabilidad de las personas. (Imagen Ilustrativa Infobae)

El estudio distingue entre dos tipos de tareas: el “trabajo cuello de botella” y el “trabajo suplementario”. El primero engloba aquellas actividades esenciales para el crecimiento económico sostenido, como la producción de energía, la alimentación, el mantenimiento de infraestructuras o el avance científico. Estas tareas, según Restrepo, acabarán siendo automatizadas a medida que aumenten los recursos computacionales disponibles.

Por el contrario, el “trabajo suplementario” incluye actividades no esenciales para el crecimiento, como las artes, la hostelería, el diseño o la atención al cliente. Estas pueden seguir realizándose por personas, ya que su automatización podría no ser eficiente o demasiado costosa en términos de computación.

Restrepo ha subrayado que “la AGI no hace que el trabajo humano sea redundante; lo hace reproducible mediante computación costosa”. Así, aunque la tecnología permita replicar cualquier habilidad humana, el costo de hacerlo puede hacer que ciertas tareas sigan siendo realizadas por trabajadores.

Salarios, renta y el nuevo papel del trabajo humano

El análisis revela que la llegada de la AGI modifica radicalmente la forma en que se valora el trabajo. Antes de la AGI, el salario reflejaba la escasez de habilidades necesarias para tareas esenciales.

Empleos humanos sobrevivirán en donde
Empleos humanos sobrevivirán en donde la tecnología no pueda, o convenga, reemplazar el factor personal. (Imagen Ilustrativa Infobae)

En el nuevo escenario, el valor del trabajo humano queda limitado por el costo de computación necesario para replicarlo. Es decir, los salarios se anclan al precio de los recursos computacionales requeridos para sustituir a una persona en una tarea concreta.

En concreto, el estudio identifica varias implicaciones clave:

1. Automatización de los cuellos de botella: todas las tareas esenciales para el crecimiento acabarán automatizándose, mientras que parte del trabajo suplementario podrá seguir en manos humanas.

2. Desacoplamiento entre salarios y crecimiento: aunque los salarios medios pueden superar a los del mundo pre-AGI, su peso en la economía disminuirá progresivamente. La mayor parte de la renta acabará en manos de los propietarios de recursos computacionales.

3. Persistencia del empleo humano: las personas seguirán trabajando en tareas suplementarias o en aquellas donde su aportación ahorre recursos computacionales, pero su retribución estará limitada por el coste de automatización.

4. Aumento de la desigualdad: la distribución de la renta tenderá a concentrarse en quienes controlen la computación, lo que plantea retos de redistribución y equidad.

El estudio de Yale y
El estudio de Yale y Anthropic destaca la persistencia de trabajos creativos, artísticos y de servicios. (Imagen Ilustrativa Infobae)

El autor ha afirmado que “el valor del trabajo humano queda limitado y se reduce como proporción de la producción total”.

Así, aunque la sociedad en su conjunto será más rica, la participación del trabajo en el PIB se reducirá hasta niveles mínimos.

Escenarios de transición y el papel de la política pública

El estudio explora dos posibles trayectorias hacia la economía de la AGI. Si la limitación principal es la capacidad de cálculo, la transición será gradual: los trabajadores se desplazarán poco a poco hacia tareas no automatizadas, y los salarios evolucionarán de forma continua.

En cambio, si el avance algorítmico es el factor determinante, la transición puede ser abrupta y desigual, con saltos bruscos en el empleo y los salarios de ciertos colectivos.

La renta tiende a concentrarse
La renta tiende a concentrarse en quienes controlan los recursos computacionales, incrementando el desafío de la equidad. (Imagen Ilustrativa Infobae)

En ambos casos, el riesgo de aumento de la desigualdad es significativo. El autor ha señalado que “la transición puede ser gradual y ordenada o abrupta y desigual, dependiendo de si la restricción es la computación o el avance algorítmico”.

Por ello, Restrepo plantea la necesidad de políticas públicas que ayuden a repartir los beneficios de la AGI. Entre las opciones, destaca la redistribución de la renta mediante una ayuda universal o el tratamiento de la computación como un recurso público, cuyos beneficios se distribuyan de forma amplia.

El sentido del trabajo y el debate social en la era de la AGI

Más allá de los aspectos económicos, el estudio invita a reflexionar sobre el sentido social del trabajo en un mundo donde la AGI puede cubrir todas las necesidades materiales.

Históricamente, el empleo ha proporcionado no solo ingresos, sino también reconocimiento y sentido de pertenencia. En la economía de la AGI, la aportación individual al bienestar colectivo se desvanece, y el trabajo humano deja de ser imprescindible para el progreso.

El sentido social y emocional
El sentido social y emocional del trabajo humano plantea nuevos debates en la era de la automatización inteligente. (Imagen Ilustrativa Infobae)

En este nuevo contexto, la sociedad deberá replantearse el valor y el propósito del trabajo, así como los mecanismos de reconocimiento y distribución de la riqueza.

La investigación desmonta los alarmismos sobre una destrucción total e inminente del empleo humano. La AGI transformará el mercado laboral y la economía, pero lo hará de forma matizada y gradual, abriendo nuevos retos en materia de equidad, sentido social y políticas de redistribución.

El futuro del trabajo, lejos de desaparecer, se redefine en función de lo que la tecnología no pueda o no convenga automatizar.

En última instancia, el estudio sugiere que, en la economía de la AGI, la ausencia del trabajo humano no supondrá un colapso, sino una reorganización profunda de la vida económica y social, donde la presencia o ausencia de trabajadores ya no será determinante para el bienestar colectivo.