
Una investigación ha puesto al descubierto la venta y explotación de datos de geolocalización procedentes de millones de teléfonos móviles en Bélgica. Estos registros, que circulan en el mercado como datos “anónimos”, permiten a los compradores potenciales identificar y rastrear los desplazamientos diarios de personas con cargos de alta responsabilidad en la Unión Europea, así como trabajadores de la OTAN, plantas nucleares y bases militares.
El hallazgo del diario L’Echo subraya la vulnerabilidad derivada de la recopilación y comercialización indiscriminada de información personal por parte de intermediarios tecnológicos.
Comercio de datos de ubicación: cómo funcionan los mercados
La investigación llevada a cabo por el equipo del medio citado, en colaboración con medios como Le Monde, BNR y Netzpolitik.org, revela que, aunque los datos no incluyen nombres ni apellidos, sí contienen identificadores asignados por los sistemas operativos de los teléfonos.

Esta información, cuando se combina y cruza a través de múltiples aplicaciones, facilita la identificación precisa de los usuarios y la reconstrucción completa de sus rutinas diarias, tales como trayectos al trabajo, visitas a gimnasios o actividades familiares.
“Donde surge el problema de confidencialidad es cuando esos intermediarios combinan datos de una docena de aplicaciones y los correlacionan”, declaró un responsable de la firma de ciberseguridad Nviso.
El equipo periodístico demostró la peligrosidad del sistema al identificar por nombre y observar los hábitos de vida de al menos cinco personas vinculadas a la UE, incluidas tres con altos cargos. Dos de estas personas verificaron la coincidencia entre los datos filtrados y sus propios desplazamientos cotidianos, lo que confirma la exactitud de la información comercializada.

El precio por acceder a estos datos oscila entre 24.000 y 60.000 dólares al año, con acceso potencial a la localización diaria de hasta 700.000 dispositivos. Se señala que la reventa es legal bajo el argumento de que los usuarios otorgaron su consentimiento, frecuentemente sin plena conciencia de las implicancias.
Comisión Europea y OTAN reconocen el problema
En respuesta a la investigación, la Comisión Europea ha emitido nuevas directrices internas sobre el uso y la protección de los parámetros de geolocalización en dispositivos profesionales y personales, y ha compartido estas recomendaciones con otras entidades de la Unión. La Comisión Europea expresó su preocupación, señalando el impacto y los riesgos asociados al comercio de este tipo de datos personales.
La relevancia de esta problemática también ha sido reconocida por la OTAN, que aseguró estar “plenamente consciente” de “los riesgos generales que la recopilación de datos por parte de terceros supone”.
La organización indicó que ya se encuentran vigentes medidas para mitigar estas amenazas, subrayando la importancia de la protección de la información sensible de operadores críticos y trabajadores de infraestructuras estratégicas.
Privacidad y aplicaciones: nuevas amenazas en la era del big data
El informe pone en evidencia la facilidad con la que cientos de aplicaciones para Android (al menos 756 según L’Echo) pueden acceder a la localización precisa de los usuarios sin alertarles en las secciones de configuración de seguridad.
En un contexto donde la mayoría de las personas acepta términos y condiciones sin analizar en detalle las políticas de privacidad, la combinación y explotación de esos datos amenaza tanto la privacidad personal como la seguridad colectiva a nivel institucional.
Cómo funciona la geolocalización telefónica
La geolocalización telefónica es un proceso que permite determinar la ubicación aproximada de un dispositivo móvil mediante diferentes tecnologías. El método más común utiliza señales de satélites GPS, que interactúan con el teléfono para identificar coordenadas precisas en tiempo real.

Además, los dispositivos pueden valerse de redes Wi-Fi y torres de telefonía celular para calcular la posición cuando la señal GPS no está disponible, como en interiores o áreas urbanas densas.
Las aplicaciones móviles acceden a los servicios de geolocalización a través de permisos del usuario, empleando estos datos para ofrecer mapas, recomendaciones locales o rastrear desplazamientos. Esta función es utilizada en sistemas de navegación, plataformas de transporte y aplicaciones de seguridad, permitiendo a los usuarios compartir su ubicación, recibir indicaciones o encontrar puntos de interés en el entorno inmediato.
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