
Hoy en día, los teléfonos inteligentes se han convertido en parte de la vida cotidiana, incluso de los más pequeños. No es raro ver a niños que saben cómo jugar videojuegos, ver videos, tomar fotos e incluso hacer videollamadas con sus abuelos a través de Facetime. En momentos de ocio, suelen pedir a sus padres el celular… o simplemente lo toman sin pedir permiso.
Esta realidad plantea una de las dudas más frecuentes entre madres y padres: ¿a qué edad es recomendable darles un teléfono propio? Y más aún, ¿qué límites deberían establecerse para garantizar que el dispositivo sea una herramienta de comunicación y no un riesgo para su desarrollo?
A qué edad deberían los niños tener un teléfono
La respuesta no es sencilla ni universal, ya que depende del nivel de madurez y responsabilidad de cada niño. Sin embargo, los expertos coinciden en que más importante que la edad es la forma en que se introduce el dispositivo.

El psicólogo clínico Dave Anderson, PhD, del Child Mind Institute, lo resume de esta manera: “La pregunta ha pasado de cuándo darle un teléfono a tus hijos, a cómo hacerlo para que la introducción del teléfono esté en consonancia con su etapa de desarrollo”.
En ese sentido, Anderson aclara que puede ser útil que un niño de cuarto grado —alrededor de 9 o 10 años— tenga un teléfono para comunicarse con sus padres, por ejemplo, cuando hay que recogerlo en la escuela o cuando asiste a una fiesta de pijamas.
Pero advierte que la mayoría de los padres no desean que los niños de primaria o inicios de middle school tengan acceso libre a Internet ni a redes sociales.
Más allá de la edad biológica, existe un factor determinante: la presión social. Cuando los niños llegan a la middle school, muchos sienten que deben tener un teléfono porque sus compañeros ya lo usan. Esto genera preocupación en los padres, quienes temen que sus hijos se aíslen si no cuentan con el mismo acceso.

Los datos de Common Sense Media respaldan esta tendencia:
- El 42% de los niños tiene un teléfono a los 10 años.
- A los 12 años, la cifra sube al 71%.
- Y a los 14 años, alcanza el 91%.
Frente a esta realidad, Max Stossel, fundador de Social Awakening, recomienda esperar hasta al menos octavo grado —aproximadamente 13 o 14 años— para entregar un celular. Su propuesta, recogida por el portal Child Mind Institute, busca proteger a los niños de una exposición temprana a las redes sociales y sus riesgos asociados.
Iniciativas para retrasar el uso del celular y opciones seguras
Algunas comunidades de padres han encontrado estrategias colectivas para enfrentar este reto. Un ejemplo es el movimiento Wait Until 8th, cuyo objetivo es que las familias se unan y se comprometan a no dar teléfonos inteligentes a sus hijos hasta octavo grado. Al firmar este acuerdo, los padres se apoyan mutuamente, evitando que sus hijos se sientan excluidos por no tener celular a temprana edad.
Una recomendación de Max Stossel es iniciar con dispositivos diseñados para la comunicación básica, sin acceso a redes sociales ni aplicaciones. Teléfonos como el Gabb Phone ofrecen funciones esenciales como llamadas, mensajes, calendario, cámara, GPS y radio FM, pero no permiten descargar apps, participar en chats grupales ni enviar fotos. De esta manera, el teléfono cumple su objetivo sin exponer al niño a riesgos innecesarios.

Además del tipo de dispositivo, el control parental es fundamental para garantizar un uso seguro. Según el Dr. Dave Anderson, PhD, del Child Mind Institute, en los últimos años las compañías de telefonía han avanzado significativamente en esta área: “Los padres pueden establecer medidas de seguridad sobre qué aplicaciones se pueden descargar en el teléfono”.
Hoy es posible restringir tanto el acceso a aplicaciones como a cierto tipo de contenidos, películas o programas. También se pueden establecer límites de tiempo para juegos, entretenimiento y redes sociales, así como monitorear el tiempo total de pantalla.
Herramientas para proteger a los niños en línea
El reto principal surge cuando los niños buscan saltarse las restricciones. Stossel recuerda que un colega solía pedir a estudiantes demostrar cómo evadir los bloqueos de su escuela, y “en cada una de estas ocasiones un estudiante lo hacía sin gran dificultad”. Esto muestra que, en muchos casos, los niños van un paso adelante de los adultos.

Por ello, se recomienda utilizar herramientas como Bark, que monitorea actividad en redes sociales, YouTube, correos y mensajes. Detecta señales de riesgo como acoso, violencia, depresión, ideación suicida y envía alertas a los padres. También ayuda a limitar tiempo de pantalla y bloquear sitios web.
Por otro lado, Screen Time ofrece la posibilidad de fijar un tiempo máximo de uso diario, restringir horarios en los que no se pueden usar dispositivos y gestionar tanto categorías de páginas como direcciones web específicas.
Aunque los controles y las aplicaciones son útiles, los especialistas coinciden en que ninguna herramienta sustituye el acompañamiento de los padres. Educar a los niños sobre el uso responsable del celular, establecer reglas claras y mantener el diálogo abierto resulta más efectivo que simplemente prohibir o vigilar.
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