
OpenAI, la empresa detrás de ChatGPT, ha sumado en silencio a Google Cloud como uno de sus proveedores de infraestructura en la nube. Esto implica que, a partir de ahora, Google estará ayudando a ejecutar los sistemas que impulsan ChatGPT y otros productos de inteligencia artificial desarrollados por OpenAI.
Aunque para los usuarios puede parecer un detalle menor, el trasfondo de este movimiento revela una realidad mucho más compleja: incluso los líderes de la IA dependen de gigantes tecnológicos con más desarrollo en hardware e infraestructura.

¿Qué problema enfrentaba OpenAI y cómo Google lo ayuda?
A principios de este año, Sam Altman, CEO de OpenAI, reconoció públicamente que su empresa tenía serias limitaciones de capacidad. “Estamos controlando la situación, pero es de esperar que los nuevos lanzamientos se retrasen, que surjan problemas y que el servicio sea lento”, escribió a través de X.
El principal cuello de botella fue la falta de unidades de procesamiento gráfico (GPU), esenciales para entrenar y ejecutar modelos de lenguaje como ChatGPT. Estas GPUs son caras, difíciles de conseguir y están en manos de unas pocas empresas: Nvidia, Amazon, Microsoft y Google.
En ese contexto, OpenAI lanzó un pedido casi desesperado en redes sociales, si alguien tenía acceso a 100.000 GPUs disponibles, que lo contactaran de inmediato.

La solución fue alquilar servidores a Google
La colaboración con Google Cloud le permite a OpenAI acceder a una de las infraestructuras más potentes del mundo. Google, además de ser una de las empresas que más invierte en IA, cuenta con vastos centros de datos y capacidad de procesamiento que ahora estarán parcialmente al servicio de su rival.
Esta información salió a la luz a través de una actualización del sitio web de OpenAI, donde se listan sus “subprocesadores”, es decir, empresas que procesan datos en nombre de la compañía. Google figura desde este mes como uno de ellos.
¿Qué impacto tendrá en los usuarios?
Para quienes usan ChatGPT a diario —tanto en su versión gratuita como en la de pago—, este cambio podría notarse en las próximas semanas con mejoras en el tiempo de respuesta, mayor estabilidad del servicio y menor cantidad de interrupciones.

También allana el camino para el lanzamiento de funciones que se habían postergado por falta de capacidad, como herramientas más avanzadas de generación de video, integración con otros servicios o versiones más potentes del modelo GPT.
Competencia o colaboración: una frontera cada vez más difusa
Aunque pueda parecer contradictorio que dos rivales colaboren, este tipo de acuerdos revela una verdad incómoda del mundo digital: la IA está construida sobre una infraestructura que aún depende de muy pocos actores. Google, Amazon y Microsoft no solo compiten con sus propias herramientas, sino que también alquilan sus servidores a empresas emergentes y a otros grandes desarrolladores de inteligencia artificial.
Así, mientras OpenAI intenta superar a Google en innovación, al mismo tiempo necesita de sus servidores para seguir creciendo. Y esta dinámica no parece que vaya a cambiar en el corto plazo, para ello, necesitarían un centro de datos más amplío.
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