
Recibir una llamada, contestar y que del otro lado nadie hable es una situación que vivimos muchos a diario. Esta es una modalidad de estafa llamada robocalling, que es posible evitar y que es necesario saber cómo funciona.
Si bien, en primera instancia, esa llamada que no contestan y cuelgan no es un peligro en sí. Si es el inicio y la forma de saber qué números están activos para luego llevar a cabo distintas formas de robo.
Qué es el robocalling y cómo opera
El robocalling consiste en realizar llamadas automáticas a miles de números de teléfono a la vez a través de sistemas informáticos o servidores especializados. El mecanismo es sencillo, pero su impacto es relevante: el robot realiza la llamada y, apenas se detecta que una persona contesta, el número queda registrado como activo.
El sistema, entonces, puede optar por diferentes acciones: colgar la llamada casi de inmediato, transferirla a un operador humano que intentará vender algún producto o servicio, o incluso reproducir un mensaje pregrabado.

Esta modalidad permite a las empresas comerciales y a los delincuentes telefónicos ahorrar tiempo y recursos. Los agentes humanos ya no pierden minutos marcando ni esperando que alguien atienda, únicamente toman el control cuando la automatización confirma la disponibilidad del usuario.
Muchas veces el mecanismo es tan sutil que al contestar no se escucha nada o la llamada se corta al instante. Lejos de ser un error, este hecho tiene un objetivo claro: comprobar qué líneas están activas y cuáles pueden convertirse en futuros receptores tanto de publicidad no deseada como de fraudes telefónicos.
Por qué el robocalling representa un riesgo
El principal peligro radica en el uso indebido de la información generada por estas llamadas. Al detectar que un número está activo, el dato se almacena y puede emplearse con distintos fines: alimentar bases de datos para futuras campañas de publicidad telefónica, venderse a terceros o ser utilizado en intentos de estafa más sofisticados.
En los casos más peligrosos, los delincuentes utilizan estos datos para orquestar ataques de phishing o fraudes más elaborados. Por ejemplo, tras una primera llamada “vacía,” el usuario puede recibir días más tarde una comunicación en la que un supuesto empleado bancario solicita claves, contraseñas u otros datos sensibles.

Otra modalidad frecuente es la de los mensajes pregrabados que solicitan información personal (contraseñas, códigos de verificación, datos bancarios) bajo pretextos urgentes o alarmistas. Ante la saturación y el hartazgo por la cantidad de llamadas al día, es fácil que un usuario desprevenido caiga en alguna trampa.
El robocalling se apoya en software diseñado para realizar marcaciones automáticas y emitir mensajes en cadena o transferir la llamada a una persona real. Cada llamada sirve, sobre todo en la primera instancia, para rastrear en tiempo real qué números funcionan. En segundos, el software coteja si la línea está activa y actualiza su base de datos.
Empresas de servicios (seguros, luz, internet), entidades políticas y cibercriminales emplean estos sistemas. De hecho, incluso “call centers” tradicionales han delegado parte de las tareas a sistemas automáticos.
Así, cuando detectan que un usuario contesta, lo pasan a un agente que intentará vender un producto, hacer una encuesta o, en los casos ilegítimos, manipular la confianza con objetivos fraudulentos.

Cómo protegerse contra el robocalling
Las recomendaciones para evitar caer en estas formas de estafa son las siguientes:
- No devolver llamadas a números desconocidos registrados como llamadas perdidas.
- No proporcionar datos sensibles bajo ningún concepto por teléfono a desconocidos, aunque quien llame diga pertenecer a una entidad confiable.
- Activar los filtros y bloqueos disponibles en los smartphones, además de inscribirse en registros nacionales para evitar el contacto comercial.
- Descargar e instalar aplicaciones de identificación de llamada como TrueCaller o Teléfono de Google, para reconocer estafas y no contestar.
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