
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) advierte sobre el profundo impacto ambiental que está generando la inteligencia artificial, especialmente en el consumo de agua y energía.
En un informe, la organización revela cómo los grandes modelos de IA están provocando un consumo energético y de agua potable insostenibles, además de poner sobre la mesa la falta de transparencia, la concentración tecnológica y los retos éticos y sociales que acompaña la expansión de esta tecnología en todo el planeta.
Cómo está siendo la demanda energética de la IA
El auge de herramientas como ChatGPT, junto a otros sistemas de IA generativa, se refleja en un consumo energético que no deja de crecer. Según los datos proporcionados por la Unesco, más de 1.000 millones de personas usan diariamente sistemas de IA generativa.
Cada interacción implica un consumo medio de 0,34 vatios por hora, lo que se traduce en unos 310 gigavatios hora (GWh) anuales. Para dimensionar este número, el consumo equivale al de más de tres millones de personas en países africanos de ingresos bajos, como Etiopía.

La organización señala que la demanda de electricidad asociada a la inteligencia artificial se duplica aproximadamente cada 100 días. Este incremento tensiona redes eléctricas de todo el mundo y representa un desafío global de asignación de recursos, sobre todo si se considera que muchas regiones enfrentan ya dificultades energéticas estructurales.
El informe subraya que los consumidores no suelen ser conscientes de estos costes y que hasta ahora se han realizado muy pocos esfuerzos para educarlos al respecto.
Cuál es el consumo de agua generado por IA
A la presión sobre el consumo eléctrico se suma el impacto sobre un recurso igualmente crítico: el agua. Los centros de datos que alimentan los modelos de IA necesitan enormes volúmenes de agua, utilizada principalmente en la refrigeración de procesadores.
Según las estimaciones de Unesco, el consumo de este recurso por parte de actores como Google, Microsoft y Meta podría triplicarse para 2027.

El uso de agua no se limita al enfriamiento durante el funcionamiento. Se emplea extensivamente tanto en la manufactura como en la construcción del hardware, sobre todo en la producción misma de componentes electrónicos.
Naciones Unidas proyecta que la demanda de IA podría requerir entre 4.200 y 6.600 millones de metros cúbicos de agua en 2027, lo que supera el consumo anual de un país entero como Dinamarca. La falta de datos detallados acerca del uso energético y del consumo de agua se presenta como un obstáculo considerable, y la Unesco exige mayor transparencia por parte de la industria tecnológica.
Cuál sería el camino para resolver esta inminente problemática
La Unesco alerta sobre la escasa transparencia de los modelos de inteligencia artificial más sofisticados, un asunto que complica la evaluación precisa de su impacto ambiental. Como explica Leona Verdadero, una de las directoras del estudio, sin datos abiertos y verificables resulta imposible dimensionar los daños, una situación que la organización compara con conducir un coche sin saber su consumo de combustible.
Esta falta de claridad, sumada al dominio de grandes corporaciones sobre estas tecnologías, no solo incrementa la huella ecológica, sino que fortalece la brecha digital, ya que el acceso se limita a quienes disponen de infraestructuras avanzadas.

Frente a este escenario, la Unesco propone priorizar el desarrollo de modelos más pequeños, abiertos y sostenibles. Las pruebas realizadas con sistemas compactos, como versiones reducidas en comparación con el modelo Meta LLaMA, demuestran que pueden ofrecer calidad similar en tareas clave, mientras que reducen el consumo energético hasta en un 90%.
El empleo de técnicas como la cuantización y la simplificación de las interacciones con la IA contribuye también a minimizar el uso de recursos sin afectar la precisión. Prompts más breves y respuestas concisas generan ahorros energéticos de hasta 75%, y al combinar estas estrategias la pérdida de calidad es prácticamente inexistente.
El informe destaca además la urgencia de reforzar la educación y la reflexión ética alrededor de la IA. La Unesco advierte que los algoritmos no deben sustituir la interacción humana, especialmente en el ámbito educativo, donde la formación crítica, la seguridad y la inclusión son esenciales.
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