Guía para saber si una lavadora tiene arreglo o es necesario comprar otra

El dilema entre reparar o sustituir una lavadora averiada es frecuente en muchos hogares. El uso continuo y el paso de los años generan desgaste en estos electrodomésticos, que puede desencadenar fallas, desde problemas sencillos hasta averías graves.

Ante la aparición de ruidos inusuales, escapes de agua o ciclos incompletos, surge la pregunta sobre qué es más conveniente: invertir en una reparación o adquirir un modelo nuevo, una decisión que suele ir mucho más allá de un simple cálculo económico inmediato.

Factores como el ahorro energético, la vida útil estimada del aparato, el impacto ambiental y las nuevas tecnologías influyen en una elección que afecta el presupuesto familiar y la sostenibilidad. Evaluar todos estos elementos resulta clave para optar por la mejor alternativa en cada caso.

La Organización de Consumidores y Usuarios de España (OCU) estima que una lavadora nueva cuesta alrededor de 430 dólares. Frente a este desembolso, muchas personas valoran la posibilidad de reparar el aparato deteriorado.

Los precios de las reparaciones varían según el tipo de avería: cambiar la goma de la puerta puede costar menos de 90 dólares, mientras que sustituir la bomba de desagüe ronda los 12 a 100 dólares. Estas reparaciones, consideradas simples, suelen ser una opción económica y rápida.

En el caso de daños en componentes más complejos como el tambor o el motor, el coste de la reparación supera con frecuencia los 150 dólares. Ante estos escenarios, la OCU sugiere solicitar un presupuesto previo, aunque algunos servicios técnicos aplican una tarifa de entre 20 y 25 dólares solo por la visita.

Sustituir una lavadora antigua por una eficiente (de clase A o B) permite reducir de gran forma el consumo de electricidad y agua. Según la OCU, el ahorro asciende a más de 60 dólares anuales, lo que representa más de 400 dólares en ocho años, sin descontar las posibles averías o reparaciones en modelos antiguos.

Las nuevas lavadoras incorporan tecnologías como sensores de carga, motores inverter y programas ECO, lo que disminuye el gasto por ciclo a comparación de modelos antiguos.

La diferencia se amplía con el uso frecuente y puede ser determinante para quienes buscan una opción más sostenible y económica a largo plazo.

El número de años de uso de una lavadora es uno de los principales factores a considerar. Según la OCU, la vida útil media oscila entre los 10 y 12 años, aunque algunas máquinas pueden presentar fallas antes de los 8 años y otras superar los 15 sin problemas, dependiendo de las condiciones de uso y mantenimiento.

Los modelos más antiguos pueden tener dificultades en la localización de repuestos, lo que encarece o imposibilita el arreglo. En el caso español, la normativa de garantías vigente desde 2022 obliga a los fabricantes a mantener la disponibilidad de piezas durante una década tras el cese de la producción del modelo.

Esto facilita la reparación de lavadoras recientes, pero no de los aparatos más antiguos, cuya antigüedad puede convertir una reparación sencilla en una tarea compleja y costosa.

Antes de tomar una decisión, conviene revisar si la lavadora se encuentra dentro del periodo de garantía legal, lo que da derecho a reparación gratuita. También es clave consultar si el seguro del hogar cubre daños de este tipo.

Si la responsabilidad económica recae en el usuario, la OCU sugiere aplicar la “regla del 50 %”: si el presupuesto de reparación supera la mitad del precio de una lavadora nueva similar, la compra de un aparato eficiente se presenta como una opción más sensata.

La comparación entre el coste de las averías frecuentes, y el ahorro que puede generar un modelo nuevo robusto a lo largo de los años también ayuda en la toma de decisiones.

Además, realizar tareas sencillas de mantenimiento, como limpiar el filtro periódicamente, ventilar el tambor y hacer ciclos de lavado en caliente, prolonga la vida útil del electrodoméstico y retrasa la necesidad de un reemplazo.