
El avance de la tecnología ha transformado la forma en que las personas se conocen y establecen vínculos amorosos. Hoy en día, aplicaciones como Tinder o Bumble funcionan como escenario cotidiano de encuentros, mientras que las redes sociales amplifican las oportunidades para relacionarse.
Aunque la virtualidad domina gran parte del inicio de los vínculos, aún hay quienes eligen el contacto cara a cara, desde una charla en una discoteca, una conversación en la calle, o durante la jornada laboral y académica.
En el intento por entender qué funciona a la hora de generar interés romántico o sexual, un equipo de psicólogos de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología diseñó un estudio internacional para identificar cuáles son las tácticas de coqueteo más efectivas en distintas circunstancias.

El trabajo, titulado “Eficacia percibida de las tácticas de coqueteo: los efectos del sexo, el contexto de apareamiento y las diferencias individuales”, reunió a casi mil estudiantes universitarios de Noruega y Estados Unidos para evaluar 40 estrategias de seducción en múltiples contextos y según características personales diversas.
Uno de los principales objetivos fue analizar cómo el género, el entorno y factores personales como la edad, la extroversión o la religiosidad, influyen en la percepción de distintas formas de coquetear. Los datos arrojaron hallazgos que matizan muchos supuestos habituales en torno al arte de la seducción.
Qué es lo más importante a la hora de seducir
El estudio constató que las diferencias individuales de los evaluadores, como su nivel de extroversión, atractivo percibido o preferencia por relaciones ocasionales, tuvieron un impacto limitado sobre cómo juzgaban las tácticas de coqueteo. Es decir, la eficacia de una estrategia depende mucho menos de la personalidad del seductor y mucho más de la señal elegida y del contexto de la interacción.

Las señales de disponibilidad sexual resultaron percibidas como más efectivas cuando eran empleadas por mujeres en escenarios de interacción a corto plazo, como ocurre en muchos vínculos iniciados en aplicaciones como Tinder o durante encuentros casuales.
Por contraste, los gestos de generosidad y compromiso fueron considerados más efectivos cuando los ejecutaban hombres enfocados en establecer vínculos duraderos o relaciones estables.
Estos datos sugieren que la percepción del coqueteo cambia notablemente en función del objetivo relacional, así como de los roles tradicionales de género reconocidos socialmente.
La risa: un aspecto clave en ambos sexos

No obstante, a pesar de estas diferencias según género y tipo de relación buscada, los investigadores encontraron una coincidencia transversal y cultural: el humor sobresale como la táctica de coqueteo más exitosa en casi todos los contextos.
Tanto hombres como mujeres, tanto a la hora de buscar una aventura como una relación formal, valoran el reír o hacer reír al otro como una señal inequívoca de interés auténtico y conexión. Reír juntos, responder con simpatía a comentarios divertidos e incluso la capacidad de reírse de uno mismo marcan el inicio de muchas relaciones con potencial.
El humor, además, trasciende cuestiones personales o culturales. Aunque puede variar la manera en la que se expresa (más sutil en algunos lugares, más directo en otros), el chiste, la complicidad en la risa y la presencia de sonrisas generan una atmósfera que allana el terreno para la atracción.
Cómo saber cuándo me están coqueteando

Para quienes se preguntan cómo distinguir si alguien está coqueteando, existen señales claras y relativamente universales. Una de ellas es el contacto visual sostenido, que comunica atención y deseo, además de fortalecer el vínculo emocional con la liberación de hormonas relacionadas con el placer y la conexión.
Las sonrisas frecuentes se cuentan entre los indicadores más confiables: quien sonríe genera una percepción de calidez, cercanía y accesibilidad, y suele ser visto como más atractivo y confiable.
El estudio también resalta la relevancia del contacto físico breve y discreto, como tocar la mano o el brazo mientras se conversa, lo que suele indicar afinidad y genera sensación de intimidad. Por otro lado, reírse de los chistes ,incluso si no son excepcionales, consolida el vínculo y muestra aprobación, facilitando la construcción de complicidad entre quienes interactúan.
La investigación concluye que el éxito en el coqueteo depende menos de la personalidad del seductor y más de la capacidad de usar señales eficaces, especialmente el humor, y adaptarlas a los distintos contextos y expectativas.
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