
En la mayoría de los casos, cuando se instala un programa en un ordenador con Windows, este queda disponible para todos los usuarios del equipo. Si bien esto no representa un problema para aplicaciones comunes, hay software que maneja información personal o sensible, por lo que se vuelve necesario restringir su acceso.
Aunque Windows no facilita esta tarea, existen distintos métodos para proteger programas sin necesidad de instalar herramientas externas.
Desde configurar cuentas de usuario hasta utilizar discos virtuales con cifrado o ejecutar software portable desde una memoria USB, las opciones para limitar el uso de ciertas aplicaciones están al alcance de cualquier usuario, siempre que se configure adecuadamente el sistema.

Crear usuarios individuales por privacidad
Una solución básica pero efectiva consiste en crear un usuario individual con contraseña. De esta manera, cada persona que utilice el equipo podrá mantener sus datos y configuraciones separadas del resto. Aunque no bloquea el uso de programas compartidos, sí limita el acceso a los archivos personales y al historial de uso de cada cuenta.
En el caso de dispositivos compartidos con menores de edad, Microsoft permite bloquear el acceso a aplicaciones específicas mediante su sistema de control parental.
Para ello, es necesario asociar una cuenta infantil a la cuenta principal y gestionar las restricciones desde el portal web de Microsoft Safety. A través de esta página, se pueden bloquear aplicaciones individualmente con unos pocos clics. Sin embargo, esta función no está disponible para cuentas estándar, lo que limita su utilidad en entornos no familiares.

Restringir el acceso sin instalar aplicaciones
Para usuarios que cuenten con las versiones Pro o Educación de Windows 10 u 11, es posible utilizar el Editor de directiva de grupo local para bloquear directamente la ejecución de aplicaciones específicas. Esta herramienta permite definir una lista de archivos ejecutables que no podrán abrirse hasta que se revierta la configuración.
El proceso comienza accediendo al editor escribiendo gpedit en el cuadro de búsqueda. Una vez dentro, se debe ir a:
Configuración de usuario > Plantillas administrativas > Sistema
Allí, se activa la política “No ejecutar aplicaciones de Windows específicas” y se añaden los ejecutables que se deseen bloquear, como por ejemplo calc.exe para la calculadora.
Esta función es útil para restringir el acceso sin necesidad de aplicaciones externas, aunque no permite establecer una contraseña para desbloqueo inmediato.

Protección adicional con BitLocker
Otra alternativa más robusta es crear una unidad virtual cifrada dentro del mismo sistema. Esta solución permite instalar o mover programas a una unidad protegida por contraseña, la cual solo podrá ser montada y utilizada tras su desbloqueo manual. Para configurarlo, se debe:
- Acceder al Administrador de discos con clic derecho en el menú de inicio.
- Seleccionar Crear VHD desde el menú Acción.
- Seguir las instrucciones para generar una unidad virtual.
- Activar BitLocker sobre la unidad generada y establecer una contraseña.
Este método es especialmente útil para aislar software sensible o profesional, como aplicaciones financieras, de gestión documental o de desarrollo. Cabe destacar que BitLocker solo está disponible a partir de Windows 10 Pro y en todas las versiones de Windows 11.
Software portable en USB: privacidad en movimiento
Una alternativa versátil es optar por software portable, diseñado para ejecutarse directamente desde una memoria USB sin requerir instalación. Esta opción no solo impide que otras personas accedan al programa, también permite llevarlo consigo y utilizarlo en otros equipos sin dejar rastros en el sistema.
Existen versiones portables de navegadores como Firefox y Chrome, suites de ofimática como LibreOffice, reproductores multimedia y antivirus. Su instalación es sencilla: basta con descargar la versión portable desde páginas oficiales o repositorios conocidos, descomprimir el archivo si es necesario y ubicarlo en el USB.
Una ventaja adicional es que la unidad USB también puede contener una unidad cifrada, duplicando así la protección de los datos y garantizando que nadie acceda al software salvo su propietario.
Aunque Windows no ofrece un sistema centralizado para restringir el acceso a aplicaciones por contraseña, sí permite aplicar diferentes estrategias según el nivel de seguridad requerido. Desde el uso compartimentado de cuentas y directivas de grupo hasta métodos más técnicos como discos cifrados o programas portables, existen múltiples formas de evitar que otros usen programas sin autorización.
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