Cinco trucos para saber si tu hijo pasa mucho tiempo frente al celular y puede generar adicción

Los padres son los encargados de establecer horarios y más límites en el uso de lo diferentes dispositivos en los niños para prevenir afectaciones en su salud física y mental

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La supervisión de un adulto
La supervisión de un adulto es clave para cuidar la integridad de los menores de edad. (Imagen ilustrativa Infobae)

El avance de la tecnología ha transformado los hábitos cotidianos, incluso desde la primera infancia. No resulta extraño ver a niños y niñas manejando celulares o tabletas con una soltura que sorprende a muchos adultos.

No obstante, este acceso temprano plantea interrogantes sobre los límites saludables y el papel de las familias en el acompañamiento crítico del uso digital. Con la proliferación de aplicaciones, redes sociales y juegos virtuales, el tiempo que los más jóvenes pasan frente a las pantallas aumenta considerablemente.

Los expertos del Instituto Nacional de Ciberseguridad de España (Incibe) advierten que, aunque la tecnología ofrece oportunidades, el uso excesivo puede generar adicción y afectar el bienestar físico, emocional y social. Detectar las señales tempranas de una posible dependencia resulta clave para prevenir consecuencias y acompañar a los hijos.

Cuántas horas pasa un niño frente a una pantalla

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Se deben establecer límites en el uso de la tecnología. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Uno de los principales indicadores de posible adicción a los dispositivos es la cantidad de tiempo que el menor dedica cada día a su uso. Si el celular, la tableta o la computadora ocupan un lugar central en la rutina diaria, puede ser una señal de alerta.

Los especialistas sugieren poner atención a la frecuencia y duración de las sesiones frente a las pantallas, sobre todo durante los fines de semana o vacaciones, períodos en los cuales la falta de planificación puede contribuir al abuso.

Llevar un registro de las horas que un hijo dedica a estos dispositivos permite visualizar el escenario real y comparar con las pautas de organismos sanitarios. Establecer límites claros y conversarlos en familia ayuda a concientizar sobre el equilibrio entre el mundo digital y las actividades presenciales.

Qué pasa si un niño evita el contacto con familiares fuera del espacio virtual

Si no quieren tener interacción
Si no quieren tener interacción social es una señal de alarma. (Imagen Ilustrativa Infobae)

El aislamiento social es otro de los comportamientos que pueden advertir sobre un uso problemático. Un menor con tendencia a rehuir la interacción presencial, que prefiere comunicarse solo a través del teléfono y que basa su vida social en relaciones virtuales, podría estar desarrollando una dependencia.

Este tipo de comportamiento afecta la formación de habilidades sociales fundamentales y dificulta la integración en el entorno familiar y escolar. Observar si el niño rechaza actividades grupales, paseos o reuniones familiares en favor de tiempo frente a la pantalla, permite identificar un posible distanciamiento.

El diálogo abierto y la motivación para participar en experiencias fuera del ambiente digital fomentan el desarrollo de una vida social saludable. Invitarlo a actividades compartidas, promover juegos en grupo y consultar sus intereses reales son estrategias clave para volver a vincularlo con su entorno físico.

Por qué se produce un cambio de humor cuando se le pide dejar el celular

Hay que motivar a los
Hay que motivar a los niños a salir a la calle y jugar. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Las reacciones emocionales intensas representan un signo evidente de dependencia hacia los dispositivos. Si el menor muestra agresividad, tristeza o ansiedad cuando se le solicita que interrumpa el uso del celular, es necesario analizar la situación.

Estas respuestas suelen indicar una relación de apego excesivo, donde la tecnología se convierte en la principal fuente de gratificación y evasión. La gestión de los límites debe realizarse con empatía y firmeza, explicando las razones por las cuales se establecen horarios o pausas.

La anticipación y el uso de transiciones suaves disminuyen la frustración, mientras que el acompañamiento cercano reduce la resistencia al cambio. Dejar claro que el uso del celular debe equilibrarse con otras responsabilidades y momentos familiares ayuda a moderar la presencia de la tecnología en la vida cotidiana.

Qué pasa si ha dejado de interesarse por actividades que antes disfrutaba

Se deben reforzar hábitos que
Se deben reforzar hábitos que inviten al menor a compartir. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Un descenso en el interés por las actividades habituales, y un marcado desinterés en ayudar en el hogar o participar en tareas escolares pueden estar vinculados con el abuso de los dispositivos.

El menor que muestra apatía frente a responsabilidades domésticas, académicas o deportivas da pistas sobre una posible sustitución de intereses por la vida virtual. Motivar y reconocer el esfuerzo en tareas cotidianas cobra un valor fundamental para reconstruir el compromiso familiar.

Promover espacios donde el menor sienta satisfacción al participar y recompensar la colaboración fortalece el sentido de pertenencia. Un cambio abrupto en la actitud hacia rutinas previamente aceptadas merece atención y diálogo, sin minimizar la transformación ni recurrir solo a castigos.

De qué forma afecta el uso del celular al rendimiento académico y al descanso

La parte académica influye en
La parte académica influye en la forma de identificar riesgos. (Imagen Ilustrativa Infobae)

El uso indiscriminado del celular puede impactar negativamente en el rendimiento académico y en la calidad del sueño. Disminución de las calificaciones, falta de concentración o posterga tareas escolares a causa del tiempo dirigido al uso de dispositivos son señales que requieren intervención.

Los docentes y los padres pueden trabajar juntos para identificar cambios notables y ajustar el acompañamiento. Asimismo, la dificultad para respetar horarios de descanso y la interrupción del sueño por la interacción nocturna con pantallas alertan sobre la conveniencia de establecer reglas.

Proponer rutinas, fijar momentos de desconexión y limitar el uso de dispositivos antes de dormir contribuyen a preservar la salud mental y física. El bienestar integral de los menores pasa por construir un ambiente equilibrado, donde la tecnología sea una herramienta aliada y no una fuente de conflictos.