Por qué los abogados de divorcios le deben mucho de su éxito a Steve Jobs

Para James Sexton, abogado especializado en divorcios, los dispositivos de Apple se han convertido en una herramienta involuntaria pero clave para revelar secretos que, en muchos casos, conducen a la disolución del matrimonio.

“Los abogados de divorcios le debemos mucho a Steve Jobs”, sostuvo durante su participación en el podcast ‘Diary of a CEO’, apuntando al impacto decisivo de la sincronización entre iPhone, iPad y otros productos de la marca.

Sexton explicó que la innovación introducida por Apple, lejos de limitarse a facilitar la vida de los usuarios, ha generado una serie de vulnerabilidades que los adúlteros suelen pasar por alto.

“El mensaje de tu amante aparece en el iPad de tu hijo porque no te diste cuenta de que habías iniciado sesión con el mismo Apple ID”, dijo, subrayando que este tipo de errores, en apariencia triviales, tienen consecuencias profundas. Según su experiencia, estas situaciones son moneda corriente en los bufetes de abogados: “Esto pasa al menos una vez a la semana”.

Un iPhone o un iPad, diseñados para ofrecer una experiencia fluida al usuario, han resultado ser un recurso inestimable para abogados de familia. La sincronización automática entre dispositivos vinculados a una misma cuenta de Apple, permite que cualquier mensaje o archivo enviado desde un dispositivo quede reflejado en los otros, facilitando así la obtención de evidencia sin necesidad de hackeos ni contraseñas ajenas.

En este sentido, Sexton afirmó que la mayoría de las pruebas de infidelidad provienen de errores humanos asociados con el mal uso o desconocimiento de esta tecnología.

Desde mensajes reveladores hasta fotografías íntimas, todo puede quedar expuesto si no se desactivan correctamente las funciones de sincronización. Y a diferencia de lo que podría pensarse, el acceso a esta información no requiere ningún conocimiento técnico avanzado: alcanza con abrir el iPad familiar.

La sincronización automática, una de las funcionalidades más celebradas por los usuarios de Apple, se convirtió en una fuente frecuente de pruebas incriminatorias.

“De repente, tu pareja está leyendo los detalles de cómo fue el sexo de ayer”, describió Sexton, señalando cómo un descuido puede convertirse en una confesión no intencionada. Este tipo de revelaciones, que antes requerían extensas investigaciones, ahora emergen por sí solas en una pantalla compartida.

Lejos de ser excepcionales, estas situaciones son habituales. La comodidad que ofrecen estos sistemas, como responder desde cualquier dispositivo o compartir archivos entre plataformas, termina por desdibujar los límites entre lo privado y lo compartido.

Según Sexton, una de las principales trampas es la percepción errónea de privacidad que generan los dispositivos personales. Muchos usuarios creen que el uso de una contraseña o la posesión física del aparato son garantías suficientes para mantener sus comunicaciones ocultas.

Sin embargo, en los ecosistemas interconectados como el de Apple, esta confianza se desmorona con facilidad. El simple hecho de haber iniciado sesión en múltiples equipos con un mismo Apple ID puede exponer todo el contenido en lugares insospechados.

La sensación de seguridad se ve reforzada por la estética pulida y las promesas de cifrado, pero la práctica demuestra que la mayor vulnerabilidad está en la falta de conocimientos del usuario.

Sexton remarcó que no es necesario un mensaje explícito para despertar sospechas: “En ocasiones, ni siquiera es el contenido del mensaje, sino el nombre del remitente lo que despierta sospechas”.

Lejos de ser anécdotas aisladas, los casos vinculados a errores tecnológicos ocurren con una regularidad alarmante. Sexton aseguró que “esto pasa al menos una vez a la semana”, lo que demuestra el impacto sostenido de la tecnología en los procedimientos legales de familia.

Los dispositivos, diseñados para facilitar la vida diaria, terminan siendo un espejo implacable de la doble vida de algunos usuarios.

La exposición no siempre es inmediata. A veces, un mensaje fuera de lugar en el dispositivo equivocado da inicio a una cadena de sospechas, revisiones y descubrimientos que terminan por confirmar el hecho.