
El amor por las mascotas es infinito y perderlos es un gran dolor. Por eso, la tecnología ha ayudado a que esta situación sea cada vez menos frecuente con la instalación de localizadores y rastreadores. Pero muchos se preguntan si hacerlo tiene riesgos y si su perro o gato tendrá algún problema de salud.
Al necesitar de un procedimiento médico para su instalación es normal tener dudas y por eso traemos una guía para entender cómo funciona este proceso, qué tipos de chips hay y cuáles son los riesgos.
Qué son y cómo funcionan los microchips subcutáneos
El término “chip” suele generar confusión, porque en el uso cotidiano se mezcla la idea del microchip de identificación con la del localizador GPS. Técnicamente, un microchip subcutáneo es un pequeño dispositivo de identificación por radiofrecuencia (RFID).
Tiene el tamaño aproximado de un grano de arroz —entre 11 y 14 milímetros de largo— y se implanta bajo la piel del animal, entre los omóplatos, mediante una aguja especializada.

Este chip no tiene batería, no requiere mantenimiento y su única función es emitir un número de identificación único cuando es escaneado por un lector compatible. Clínicas veterinarias y refugios cuentan con estos escáneres, lo que permite vincular el número del chip con una base de datos de propietarios.
Según datos de la AVMA (American Veterinary Medical Association), más del 50% de los perros y el 40% de los gatos con microchip fueron devueltos a sus familias, en comparación con solo el 21,9% y 1,8%, respectivamente, de aquellos sin esta tecnología.
El procedimiento de implantación es rápido, seguro y comparable a una vacuna rutinaria. Puede realizarse durante una visita veterinaria habitual, sin necesidad de sedación, aunque también suele combinarse con procedimientos como castraciones. Una vez colocado, el chip se mantiene en su lugar por el tejido cicatricial que se forma a su alrededor.
¿Sirven los microchips para rastrear a las mascotas?
Una creencia habitual entre los dueños de animales es que los microchips permiten rastrear en tiempo real la ubicación de sus mascotas. Esta idea es incorrecta. Los microchips RFID no cuentan con tecnología GPS ni pueden enviar señales.

Solo sirven para identificación pasiva: cuando el animal es encontrado, un veterinario o refugio lo escanea y accede a los datos del dueño, siempre y cuando el chip haya sido registrado correctamente y la información esté actualizada.
Cuáles son los chips con GPS
La posibilidad de implantar un GPS real en el cuerpo de un perro o gato es, por el momento, algo difícil a nivel tecnológico. Aunque muchos usuarios buscan “chip GPS para perros subcutáneo”, la industria aún no ha desarrollado un localizador GPS lo suficientemente pequeño, seguro y funcional como para ser implantado en un animal.
Los obstáculos son principalmente dos: el tamaño del dispositivo y la batería. Los localizadores GPS actuales, como el Tractive GPS, tienen dimensiones cercanas a los 72 × 29 × 16 mm y pesan alrededor de 30 gramos. Esto se debe a los múltiples componentes que contienen: antena GPS, módulo GSM, tarjeta SIM, luz LED, altavoz y, sobre todo, una batería recargable.
Esa batería representa el mayor desafío. Un dispositivo subcutáneo no podría recargarse sin intervención quirúrgica ni es seguro implantar una batería de ion de litio en el cuerpo de un animal. Por lo tanto, no existen actualmente en el mercado chips GPS subcutáneos viables para mascotas.

Rastreadores GPS: cómo funcionan y qué ofrecen
Frente a las limitaciones de los microchips en cuanto a localización, los localizadores GPS externos sí permiten rastrear a los animales en tiempo real. Estos dispositivos se acoplan al collar o arnés y utilizan satélites GPS junto con redes móviles para enviar la ubicación del animal a una app.
Estos sistemas permiten seguir el recorrido del perro o gato mediante un modo LIVE, que actualiza la posición cada pocos segundos. Además, integran otras funciones útiles: vallas virtuales, alertas si el animal sale de su zona segura, historial de ubicaciones, seguimiento de la actividad física e incluso luz o sonido para facilitar su hallazgo en la oscuridad.
Aunque son dispositivos eficaces, no reemplazan el microchip, ya que pueden perderse, desprenderse o ser retirados. Por eso, la recomendación más equilibrada es utilizar ambas tecnologías de forma complementaria: un microchip permanente para la identificación y un GPS para el rastreo activo.

Cuáles son los riesgos de estas tecnologías
En cuanto a los microchips RFID, los riesgos son mínimos. No tienen partes móviles, no emiten radiación continua y no causan daño interno, salvo raras excepciones de reacción localizada en el punto de implantación. No hay evidencia sólida de efectos negativos a largo plazo.
Respecto a los localizadores GPS, si bien no presentan riesgos directos para la salud, deben utilizarse correctamente: el collar debe ajustarse con seguridad, el dispositivo no debe sobrecalentar, y el dueño debe estar atento a la carga y funcionamiento del equipo.
La implantación de chips GPS, aunque hipotéticamente posible, conllevaría múltiples riesgos: infecciones, incompatibilidad del cuerpo con el material, degradación del litio en caso de batería dañada, y dificultad extrema para realizar mantenimientos.
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