Por qué a los empleados de Apple no les gustaba almorzar con Steve Jobs

Steve Jobs, el carismático cofundador de Apple, es recordado como una de las figuras más influyentes de la tecnología y como un líder cuya personalidad generaba tensión en el lugar de trabajo. Según David Black, un exempleado de la compañía, esta dinámica era sobre todo evidente durante los momentos más cotidianos, como la hora del almuerzo.

Black, quien trabajó en Apple durante casi 12 años en áreas de ingeniería y consultoría, relató que la sola presencia de Jobs en los espacios comunes provocaba que los empleados se dispersaran para evitar cualquier interacción con él.

En un relato publicado por Business Insider, Black describió cómo la llegada de Jobs al patio principal de las oficinas de Cupertino transformaba el ambiente laboral. Nadie quería compartir mesa con el CEO, porque sus preguntas directas y su propensión a evaluar a los empleados en cualquier momento podían convertir un simple almuerzo en una experiencia estresante.

De acuerdo con el relato de Black, la llegada de Jobs al área de almuerzos era suficiente para alterar la rutina diaria de los empleados. “Nadie quería sentarse junto a él”, afirmó el exempleado.

Esto no era por una falta de respeto, sino por el temor de ser sometidos a preguntas inesperadas sobre sus responsabilidades laborales. Una de las más comunes era: “¿En qué estás trabajando hoy?”, una interrogante que, aunque simple, ponía a prueba la preparación y el conocimiento de los trabajadores.

El exempleado señaló que estos encuentros eran una forma de evaluación informal que Jobs utilizaba para medir el desempeño de sus empleados, incluso fuera de un contexto oficial.

Aunque algunos lograban salir bien de estas interacciones, otros experimentaban momentos de gran incomodidad. La sola posibilidad de enfrentarse a estas situaciones hacía que muchos prefirieran evitar cualquier contacto con el CEO durante los descansos.

Las preguntas de Steve Jobs no se limitaban a los aspectos técnicos del trabajo. En una ocasión, un agente de ventas compartió un ascensor con él al final de la jornada laboral.

Jobs le preguntó qué había hecho durante el día, y aunque la respuesta fue breve y directa (“he estado vendiendo software”), fue suficiente para evitar un interrogatorio más profundo. Sin embargo, no todos los empleados tenían la misma suerte.

Un interno del área de garantía de calidad relató una experiencia similar. Tras explicar sus tareas a Jobs, el CEO respondió con un comentario que lo dejó visiblemente nervioso: “¿Y qué haces yendo hacia abajo? Deberías subir a seguir tu trabajo”. Aunque la frase resultó ser una broma, el joven quedó pálido por el impacto de la interacción.

La figura de Jobs generaba una atmósfera de alta exigencia en Apple. Según Black, incluso los momentos más simples, como los almuerzos, se transformaban en situaciones de tensión.

La posibilidad de ser cuestionados en cualquier momento obligaba a los empleados a estar siempre preparados, una dinámica que, aunque potenciaba el desempeño, también generaba un nivel constante de estrés.

Este ambiente no solo afectaba a los empleados de menor rango. Black destacó que también influía en el comportamiento de los grupos de trabajo en general. La presencia de Jobs era suficiente para cambiar el tono de las interacciones laborales, obligando a los trabajadores a mantener un alto nivel de profesionalismo en todo momento.

Las anécdotas compartidas por Black reflejan el enfoque detallista y exigente de Steve Jobs como líder. Para elo CEO, cada interacción era una oportunidad de aprendizaje y evaluación. Aunque este estilo ayudó a consolidar a Apple como una de las empresas más innovadoras del mundo, podría haber implicado un costo emocional para quienes trabajaban bajo su supervisión.

La capacidad de Jobs para observar y cuestionar aspectos clave del trabajo de sus empleados era una de las razones por las cuales Apple logró alcanzar altos estándares de calidad. Sin embargo, este enfoque revelaba una faceta más complicada de su liderazgo, que podía ser percibida como intimidante o excesivamente crítica.