
Steve Jobs, quien fue la mente detrás de la creación de Apple, dejó un legado profundo no solo en el ámbito tecnológico, sino también en la gestión empresarial. Su enfoque hacia el liderazgo y la eficiencia sigue siendo una referencia en el mundo corporativo, y parte de ese legado se encuentra en su particular forma de conducir reuniones.
Jobs tenía una pregunta sencilla con la que comenzaba todas sus reuniones: “¿Tienen algo en mente?”. Esta frase, aparentemente casual, revelaba una estrategia clave que fomentaba la confianza y la participación activa dentro de su equipo.
Cómo era la relación entre Steve Jobs su equipo de trabajo
El libro Trillion Dollar Coach, que relata la historia de Bill Campbell, mentor de Jobs, destaca cómo esta pregunta abriría la puerta a la expresión de preocupaciones, ideas y problemas. Jobs no solo buscaba avanzar en los temas de la agenda, sino también crear un entorno donde sus colaboradores puedan sentirse libres para compartir sus inquietudes.

Este enfoque permitiría abordar los conflictos de manera temprana y encontrar soluciones innovadoras, lo que a su vez mejoraba la concentración y la productividad del equipo. Esta cultura empresarial, basada en la apertura y el intercambio sincero, fue una de las claves del éxito de la compañía.
Según Campbell, la confianza era un componente esencial para la eficiencia en Apple. Escuchar activamente y hacer preguntas para entender los puntos de vista de los demás eran prácticas que Jobs aplicaba constantemente, basándose en la convicción de que un equipo que confía entre sí puede trabajar de manera más cohesionada y creativa.
Cómo eran las reuniones de Steve Jobs en Apple
Un aspecto del liderazgo al estilo de Jobs era su obsesión por la simplicidad y la eficiencia, como lo detalla Ken Segall en su libro Insanely Simple: The Obsession That Drives Apple’s Success . Para Jobs, las reuniones podían convertirse en un obstáculo para la productividad, por lo que diseñó una serie de estrategias para evitar que esto sucediera.

Uno de sus principios más destacados era limitar el número de asistentes a lo estrictamente necesario. En lugar de llenar una sala con empleados que no eran fundamentales para la toma de decisiones, Jobs prefería tener solo a las personas imprescindibles.
Esto no solo hacía las reuniones más ágiles, sino que también, garantizaba que quienes participaran estuvieran completamente concentrados en el tema en cuestión. Todo esto tenía como objetivo evitar distracciones y asegurar que las decisiones fueran rápidas y eficientes.
Qué era una pérdida de tiempo para Steve Jobs
El difunto empresario no era un fanático de las reuniones largas ni de las agendas extensas. En una entrevista con BusinessWeek en 1997, expresó su desdén por las reuniones innecesarias, calificándolas como una “pérdida de tiempo”.

Su preferencia eran encuentros breves, de no más de diez minutos, enfocados exclusivamente en resolver problemas o tomar decisiones clave. Esto evitaba que el equipo se sumergiera en discusiones interminables y mantenía el flujo de trabajo.
Por su parte, la biografía de Jobs, escrita por Walter Isaacson, revela su inclinación por el teletrabajo, mucho antes de que esta práctica se popularice. Jobs veía el trabajo a distancia como una manera de maximizar la eficiencia.
Creía que esto permitía que sus empleados se concentraran en sus tareas sin las distracciones típicas de una oficina llena de reuniones y conversaciones informales. Aunque no era una política generalizada en Apple, esta flexibilidad permitía a Jobs contar con un equipo más centrado y productivo.
Cómo eran los equipos de trabajo que conforma Steve Jobs

Otro principio fundamental en la filosofía empresarial de Steve Jobs era su creencia en trabajar con equipos pequeños. Consideraba que los grupos reducidos eran más efectivos, porque permitían una mejor comunicación, mayor responsabilidad individual y un enfoque más claro en los objetivos.
Según Jobs, la calidad era más importante que la cantidad, y prefería tener menos personas trabajando en un proyecto, aunque eso implicara hacer menos cosas, siempre y cuando se hicieran bien.
Para él, crecer rápido a costa de la calidad o la cohesión del equipo no era una opción. En su opinión, un enfoque gradual y meticuloso era la clave para garantizar el éxito a largo plazo, algo que se refleja en la forma en que Apple ha seguido desarrollándose incluso después de su muerte.
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