El espantoso olor de 900 cadáveres y el misterio del líder de una secta diabólica: así viví el horror de la masacre de Guyana
Fue una experiencia única y, por fortuna, irrepetible. El olor de la muerte lo inundaba todo. Los cadáveres parecían sembrados en la pista del aeropuerto de Georgetown, a la espera de ser identificados, enterrados en alguna parte. Lo peor eran los chicos muertos, más de trescientos. Hace 43 años, el suicidio masivo de los miembros de la secta Templo del Pueblo de Jim Jones sacudió a un mundo. Lo que perdura es el espanto, grabado en la memoria como un fantasma