Federico Lacroze, la epopeya del tranvía y el insólito temor por el transporte que “solo traería muerte y desgracias”
De muy joven tuvo el proyecto de una línea de tranvía. Junto a su hermano Julio debió batallar para convencer a las autoridades de que el tranvía no era “aquel monstruoso peligro”, como lo describían algunas publicaciones de entonces, sino un paso hacia el futuro. En marzo de 1870, obtuvieron finalmente el permiso. El lema que impusieron fue “el tiempo es oro”

La mala imagen del tranvía: peligroso, resistido por comerciantes y cuyo paso aterraba a los porteños
El sueño duró un siglo, desde que comenzaron a circular los primeros coches en la ciudad de Buenos Aires hasta el decreto de 1962 que determinó su desaparición. Los tranvías debieron enfrentar en sus orígenes una muy mala prensa, pero rápidamente se ganó el cariño y la confianza de la gente
