
El pintor Ariel Jeremías Gimenez, de 29 años, domiciliado en Florencio Varela y con consumo problemático de estupefacientes, en la causa por el triple femicidio es el único que no está acusado de los crímenes: tapó el pozo donde enterraron a Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez. Él se entregó a las autoridades y contó que, además, le alquiló un parlante a “Pequeño J” y al resto de los homicidas la noche de los asesinatos y se llevó de regalo dos palas y un pico, y los vendió.
Por todo se hizo de 145 mil pesos y una causa por encubrimiento.
“Necesitaba plata, necesitaba drogarme”, sostuvo este jueves ante el fiscal de Homicidios de La Matanza Carlos Adrián Arribas y dijo que cuando fue a cubrir con tierra y piedras el hueco en el jardín de la casa de la calle Chañar de Celeste Magalí González Guerrero y de Miguel Ángel Villanueva Silva, a quien conoce como Gonzalo y es su dealer, le dieron también “una hamburguesa y vodka”.
Según la hipótesis oficial, entre el 19 y el 23 de septiembre de 2025, Maximiliano Parra, Daniela Ibarra, Villanueva Silva, Celeste, “Pequeño J”, Matías Ozorio, Víctor Sotacuro Lázaro, Florencia Ibáñez, Manuel David Valverde Rodríguez y David Gustavo Morales Huamani, alias “El Loco” David actuaron de manera coordinada y con roles diferenciados en el domicilio de la calle Chañar 702, en Villa Vatteone.

Allí, según la acusación que plantea que puede haber más sospechosos involucrados, “obrando a traición y sobre seguro, aumentando intencionalmente y de manera inhumana el sufrimiento al causar padecimientos innecesarios”, con premeditación y ejerciendo violencia de género, mataron a Lara, Brenda y Morena.
Los responsables enterraron los cuerpos en el patio de la vivienda. En ese contexto, Giménez intervino en una segunda fase del hecho: “Recibió dinero y estupefacientes” de parte de Celeste y su pareja y ayudarlos a tapar el pozo.

Este jueves, Giménez dio su versión de los hechos e Infobae accedió a su declaración: reconoció haber estado en la vivienda, aunque negó conocer la existencia de los cuerpos y sostuvo que su participación se limitó a tareas menores a cambio de dinero, drogas y herramientas.
Así, dijo que el 18 de septiembre subió un estado de WhatsApp presentando un parlante. “Estas personas lo vieron y, cuando al otro día a la noche, tipo 21, me preguntaron si se lo podía alquilar”, explicó sobre el mensaje de “Pequeño J” al grupo de venta de drogas en el que está en detenido en el que pidió el aparato porque el que tenían había dejado de funcionar: con esa música enmascararon los gritos del triple crimen.

Fue Villanueva Silva el encargado de buscar el parlante: “Mis hermanos tienen problemas de drogas, igual que yo, por lo que vimos una oportunidad para poder consumir”, dijo el acusado y agregó que cobró 30.000 pesos: 20.000 en drogas y 10.000 en efectivo. Alegó que la compartió con su familiar y una amiga con la que pasó la noche.
Al día siguiente reclamó la devolución del parlante y Villanueva Silva se encontró con él para dárselo en un punto donde estaba convenciendo a otro hombre de tapar un pozo.
Esa persona se fue y Giménez dijo que vio la oportunidad de conseguir estupefacientes. Fue hasta la casa de Chañar y le mostraron la tierra al lado de un pozo ya tapado completamente: “Era redondo y le faltaba a llegar la tierra a la superficie, 2 centímetros, y había tierra y piedras".

Y siguió: “Me dijo: ‘Lo que tenés que hacer es tirar esa tierra que está ahí, adonde está el hueco ese, el pozo. Entonces le dije: ‘Bueno, dale, lo hago. Necesitaba plata, necesitaba drogarme”.
Recordó que tardó 25 minutos y que, en ese contexto, Villanueva Silva le “ofreció una hamburguesa” y “un trago de vodka con Seven Up o con algo que lo cortó, puede ser jugo”.
Y continuó: “Comí porque hacía días que no comía ni dormía por la droga”. Terminó y los ayudó a correr una cama que estaba sacando con Celeste al patio.

Terminó y, cuando se estaba yendo, le dieron las herramientas. “Me ofreció las dos palas y un pico por parte del trabajo y por haber ido a buscar el parlante. Yo les dije que sí, ya que me venía bien para venderlas y seguir drogándome”, aclaró y contó que también le dieron 45.000 pesos. Las herramientas las vendió por $70 mil.
Giménez reconoció haber visto una “camioneta blanca, tipo familiar, similar a una Chevrolet Tracker” estacionada en la puerta de la casa donde fueron los crímenes, que le robaron el celular cuando lo fue a ofrecer a una villa para tener más plata para drogarse y que se enteró por la televisión que lo habían allanado y entonces se entregó.

“Ya sabiendo lo del tema de las chicas y todo, yo ya me vi. Me vi por el tema de las palas y el pico, que venía por ahí. Entonces, voy a la comisaria y pregunto si me estaban buscando, si había algo en mi contra”, completó.
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