El ex policía Juan Alberto García Tonzo (31) fue condenado a 21 años de prisión y 10 de inhabilitación por el homicidio de Bastián Escalante. El nene de 10 años murió tras recibir uno de los tiros que el ahora ex Bonaerense les disparó a los ladrones que escapaban tras intentar robarle la moto en la localidad de Wilde.
La sentencia la dio a conocer este miércoles la Jueza María Angélica Sayago del Castillo, luego del juicio desarrollado en el Tribunal Oral en lo Criminal N°4 de Avellaneda, donde García Tonzo fue declarado culpable por un jurado popular.
En el debate, la Fiscalía había pedido 25 años de prisión, mientras que la querella solicitó 35 años de condena.
El ex policía fue condenado por dos delitos: homicidio agravado por el uso de arma, en el caso de Bastian, y tentativa de homicidio agravado con uso de arma y exceso de la legítima defensa, en el caso de los ladrones que intentaron robarle la moto.

Matías Morla, abogado de la familia del niño, dijo tras conocer la pena: “Estamos satisfechos con la condena. Junto con la fiscal del caso, Mariela Montero, más el acompañamiento de la Comisión Provincial de la Memoria, hicimos un trabajo minucioso para determinar que García Tonzo fue el responsable de asesinar a Bastian. Ahora vamos a evaluar el pedido de un traslado a una cárcel alejada de su lugar de residencia para que cumpla su condena”.
En la determinación de la pena, la jueza ponderó la falta de antecedentes condenatorios de García Tonzo, más allá de que las partes habían considerado que al ser policía eso era condición crucial y por ende no era atenuante.

Entre las agravantes, la jueza destacó la condición de funcionario policial de García Tonzo al momento de los hechos, su uso abusivo del arma reglamentaria, el lugar poblado donde se produjeron los disparos, el resultado muerte de un niño y la falta de auxilio posterior a la víctima.
“García Tonzo, objetivamente, poseía instrucción para evitar el resultado lamentable que finalmente realizó”, dijo la magistrada. Las imágenes y pericias confirmaron que todos los disparos provinieron de su arma y que continuó disparando cuando los agresores huían, generando un peligro real para terceros.
La sentencia también valoró el impacto psíquico y social en la familia de la víctima, a partir de informes profesionales que describieron un cuadro devastador: “Los hechos que se investigaron reúnen las condiciones para configurarse como traumatizantes, es decir sucesos externos, disruptivos, inesperados y violentos en la vida de las personas que se caracterizan por su intensidad y la imposibilidad del psiquismo para responder de modo adaptativo, lo que lo torna absolutamente displacentero”.
La jueza exhortó al Gobierno de la provincia de Buenos Aires y al Municipio de Avellaneda a garantizar atención médica, psicológica y psiquiátrica gratuita e inmediata para las víctimas y sus familiares, y a coordinar medidas simbólicas de reparación, como la colocación de una placa conmemorativa o el renombramiento de un espacio público, siempre con el consentimiento de la familia, tal como lo pidió en los alegatos la Comisión Provincial para la Memoria.
En cuanto a la actuación policial, la jueza instó a las autoridades a reforzar y ampliar la capacitación en derechos humanos y uso racional de la fuerza, señalando que la formación anual recibida por el acusado resultó “al menos insuficiente” en el contexto de los hechos.
El crimen de Bastián
La noche del crimen, García Tonzo había ido a buscar a su hijastro de 19 años a la escuela técnica N°3 de Wilde que está a la vuelta del club donde Bastián salía de jugar al fútbol. Estacionó su moto, pero fue interceptado por cuatro sospechosos en dos motos, tres menores de edad, uno de 14 en ese entonces. Le quisieron robar.
El policía dio la voz de alto y sacó su arma. Los delincuentes comenzaron a escapar por la calle Caxaraville hacia Rondeau. Bastián y su mamá venían en la dirección contraria y García Tonzo no paraba de disparar. Tomó dos posiciones para tirarles por la espalda a los sospechosos en fuga.
Johana relató que volvía a su casa con su hijo y vio a una persona sacando un arma: “Me di cuenta de que era un robo y nos giramos con Bastián volviendo al club. Vi que la persona sacó un revólver. Le dije: ‘Volvamos porque están robando’. Apenas giramos con Bastián, escuché disparos, más o menos, diez que venían de atrás mío. Intentamos apurarnos hasta la esquina. No llegué a girar”.
Y siguió: “Antes de doblar la esquina, él se quejó, me dijo: ‘Ma...’. Y cuando terminó de decirme eso se desvaneció y cayó al piso. No podía hablar. Cuando me doy cuenta tenía un disparo en el cuello, que traté de presionarle porque le salía mucha sangre”, se sinceró en llanto.
Los peritos testificaron que la bala le ingresó por la espalda: por la zona del omóplato izquierdo, en forma ascendente y hacia la derecha, y le salió por el cuello.
Un patrullero se convirtió en ambulancia y llevó en la caja del vehículo al nene y a su mamá a la Unidad de Pronta Atención de Wilde y, como no podían tratarlo ahí, cargó a los médicos y enfermeros también y los trasladó al hospital Perón.

Un papá que hace de profe en el club de donde Bastián había salido de jugar al fútbol dijo que cuando lo levantaron para llevárselo "estaba blanco“, que había mucha sangre y que un plomo cayó de sus ropas y quedó en el piso.
Los vecinos lo preservaron en el lugar como evidencia. Y un especialista en balística de la Procuración Bonaerense dijo que ese plomo había salido del arma de García Tonzo: lo llamó la evidencia 20. Las otras vainas y proyectiles colectadas también fueron disparadas por la pistola policial.
Bastián murió producto de un shock hipovolémico el 11 de julio de 2024 a las 9.04. Se desangró porque el balazo le lesionó la vena yugular.
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