
Hernán Diego Del Río es un verdadero tapado en esta historia, la figura detrás de la figura detrás de la figura. Durante los años de esplendor del kirchnerismo, Del Río -hombre de Ituzaingó, nacido en 1977- era el remisero personal de José María Olazagasti, ex secretario privado del superministro Julio De Vido y un hombre que fue de su confianza absoluta.
Olazagasti irá a juicio por el caso de los cuadernos escritos por el chofer Oscar Centeno este 6 de noviembre en el Tribunal Oral Federal N°7, acusado de ser parte de la asociación ilícita, la máquina recaudadora de coimas en el poder. Del Río, que terminó detenido por la Justicia el 3 de septiembre de 2018, cuando decidió entregarse en los tribunales de Comodoro Py para cambiar su casa o su escondite por el frío de una celda en la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal, irá a juicio también.
Es el imputado número 31 en la lista elaborada por el juez Claudio Bonadio en su elevación de la causa a proceso; el 32 es uno de los mayores empresarios de la Argentina, Aldo Benito Roggio. A Del Río, el fallecido juez lo señaló como supuesto partícipe necesario de la recepción de una coima, también como partícipe necesario de una admisión de dádivas. Finalmente, lo sobreseyó de ser parte de la asociación ilícita liderada por De Vido y CFK, la acusación más grave de todas en el expediente.

Es una posición desagradable, sin dudas. Ser imputado en este juicio, a menos que uno sea un político, un empresario, o un chivato, no es algo simple. Hay que tener espalda para soportar un proceso penal de más de 70 imputados y más de 600 testigos. También, se necesita bolsillo. Del Río no realizó ninguna oferta para lograr su sobreseimiento, tal como varios imputados del ala política como Walter Fagyas, ex presidente de ENARSA, o Juan Manuel Abal Medina.
La presión sobre él, intuyo, habrá sido doble. Se nota en las primeras líneas de su vieja declaración indagatoria. Allí, el otro remisero del caso dijo:
“Quiero decirles que quiero colaborar, que estoy asustado, que a los dos días que apareció mi nombre en la televisión, me han amenazado a dos cuadras de mi casa en una moto, dos muchachos. Me dijeron que el silencio es salud, por eso estoy aterrado y hace tres días que no duermo y quería solicitarle al tribunal 72 horas para aportar todo lo que sé”.

Los cuadernos de su colega lo complicaron, como a tantos otros. “El Pelado Hernán”, lo llamaba Centeno en sus anotaciones, en un alarde de imaginación. Del Río, según la acusación, era parte del pasamanos, del trencito de sobres, bolsos y cajas con dólar cash.
A veces, ese trencito -si es que es cierto- podía convertirse en una burocracia kafkiana. Un fragmento de la imputación de Bonadio sirve para ilustrar el punto.
Comienza así. Recomiendo leerlo de corrido, en voz alta. Las mayúsculas le corresponden al expediente:
“Julio Miguel DE VIDO: recibió dinero el 7 de abril de 2010 de BARATTA en su departamento, el 31 de mayo de 2010 de BARATTA y LAZARTE -secretario privado de De Vido-, el 3, 16, 23 y 29 de junio de 2015 y 1° de julio de 2015 LAZARTE le entrega el dinero a Hernán DEL RÍO, Secretario de José María OLAZAGASTI, para que este último se lo dé a DE VIDO y el 18 de junio de 2015 BARATTA lleva dinero a lo de DE VIDO. LAZARTE el 28 de mayo de 2015 lleva el producido de la recaudación del hotel Feir’s Park por un millón de dólares".
Finalmente, el chofer “lo entrega a Hernán DEL RÍO, secretario de José María OLAZAGASTI, para que este último se lo dé a DE VIDO”. Stornelli, también, lo acusó de otro pasamanos de un millón y medio de dólares.
Otras entregas ocurrieron, literalmente, en el subsuelo del viejo Ministerio de Planificación.

La changa que no fue
Del Rio estuvo entusiasmado, por un tiempo, por un negocio que le propuso su jefe Olazagasti.
“OLAZAGASTI, como yo, era trabajador y voluntarioso, él tenía un proyecto a futuro de una empresa de artículos de limpieza, en el cual me iba a tener en cuenta para trabajar. Entonces, firmé unos papales en una escribanía junto con la madre de OLAZAGASTI, pero la idea era que yo iba a ser empleado y que cuando se ponga en funcionamiento me iban a sacar de la parte que tenía en el negocio”, afirmó.
No recordaba el nombre de la empresa. “Servi Tutti”, dijo. Casi. La empresa existió, al menos en los papeles. Se llamó “Limpia Tutti SRL” y fue conformada en junio de 2015, según el Boletín Oficial, por Del Río y la madre de su jefe. “Me desvincularon al año siguiente”, continuó.
¿Del Río se hizo rico por su presunto rol en el caso de los cuadernos? No parece. En su exposición ante el fiscal Stornelli, aseguró que llevaba como remisero particular a Alessandra Minicelli, la mujer del ministro De Vido, que lo usaban para llevar la carne y los chorizos a la quinta de De Vido -pero nunca lo invitaban al asado- y que, luego, consiguió una changa en el Congreso, no como asesor, sino como cadete en moto.
“Pudieron peritar el auto que está destrozado, pudieron verificar en el allanamiento que me baño con un balde y también que duermo en un colchón tirado en el piso. Por otro lado, quiero decirle que yo en el año 2008 era remisero y 10 años después, en el año 2018, sigo siendo remisero, donde la doctora Minnicelli, Valeria De Vido, la señora Berta, suegra de De Vido, me pedían presupuestos por teléfono de los viajes a Marcos Paz, con espera incluida. Diez años después y yo seguía siendo remisero". Manejaba un auto de la mujer de De Vido, aseguró Del Río, porque no podía pagar el seguro del auto del suyo.
Hoy, el ex remisero no tiene trabajo en blanco.
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