Murió el preso más temido del sistema penitenciario mendocino: lo encontraron sin vida en su celda

Tras estar 22 en reclusión, fue hallado sin vida en su celda del Penal de Almafuerte por agentes del Servicio Penitenciario de Mendoza

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Enrique Montuelle fue hallado muerto
Enrique Montuelle fue hallado muerto en su celda del módulo 5 del Complejo Penitenciario N°3 Almafuerte en Mendoza

Después de pasar 22 años tras las rejas y acumular múltiples condenas por homicidios cometidos dentro de la cárcel, Enrique Hugo Montuelle Masmouk, de 45 años, fue hallado sin vida en su celda del Complejo Penitenciario N°3 Almafuerte, en Cacheuta, Luján de Cuyo. La muerte ocurrió este miércoles a las 20.05, durante el recuento de internos del módulo 5.

Montuelle se encontraba alojado en una celda RIF, una modalidad de aislamiento utilizada para preservar la integridad física del interno. Estaba solo, sin contacto con otros reclusos, un régimen que no era nuevo para él: su historial incluía años de encierro bajo condiciones similares, con antecedentes de autoagresiones y episodios violentos.

Los agentes del Servicio Penitenciario de Mendoza advirtieron que Montuelle no respondía a los llamados desde el interior de su celda. Estaba sentado en la cama, en posición normal, pero inmóvil. Ante la falta de reacción, se solicitó la presencia de personal médico, que confirmó su fallecimiento.

La Fiscalía de Homicidios informó que en el lugar no se detectaron signos de violencia ni indicios de intervención de terceros, como tampoco evidencias de suicidio. Todo apunta a una muerte natural, aunque será el Cuerpo Médico Forense quien determine con precisión la causa del deceso una vez finalizada la necropsia.

Quién era Enrique Hugo Montuelle Masmouk

En 2004 Montuelle participó en
En 2004 Montuelle participó en el descuartizamiento de un recluso cuyo cuerpo fue seccionado en ocho partes y escondido en bolsas

La última vez que su nombre apareció en los medios fue en febrero de 2018, cuando la Tercera Cámara de Apelaciones en lo Civil, Comercial, Minas, de Paz y Tributario de Mendoza ordenó al Estado provincial indemnizarlo con $350.000. Según la resolución, el preso había sufrido “daños físicos y agravio moral” durante su estadía en el penal de Boulogne Sur Mer.

En 2013, en ese mismo establecimiento, fue gravemente herido en una pelea con arma blanca. La agresión obligó a los médicos a amputarle el bazo. El fallo señaló que esa lesión le generó una “predisposición a cuadros infecciosos respiratorios” y comprometió su estado físico general, afectando sus miembros superiores e inferiores. Además, los jueces remarcaron que presentaba “problemas patológicos severos de orden psicológico” tras “13 años de encierro en malas condiciones ambientales, en aislamiento, con varios hechos de autoagresión y heteroagresión”.

Sin embargo, su nombre ya era conocido desde mucho antes. En 2004, Montuelle participó de uno de los episodios más estremecedores registrados en la historia reciente del sistema penitenciario mendocino: el asesinato y posterior descuartizamiento de Sergio Salinas, un preso de 24 años, corpulento, de más de 110 kilos y 1,90 metros de altura. La noche del 3 de diciembre, mientras Salinas se preparaba para lavar su ropa en una lavandería del penal, fue abordado por nueve compañeros de pabellón que habían ingerido alcohol y pastillas recetadas habitualmente a pacientes con Parkinson.

La víctima fue apuñalada más de 70 veces con facas de 35 centímetros de hoja. Una vez muerto, lo trasladaron a una pileta en desuso y comenzaron a seccionarlo en ocho partes. Luego guardaron los restos en bolsas de nylon y se fueron a dormir.

El juicio por el crimen de Salinas se celebró en 2007. Nueve acusados recibieron condenas: dos como coautores y siete como partícipes primarios del homicidio simple. Entre estos últimos figuraba Montuelle.

No sería su única participación en un asesinato carcelario. Poco después, fue condenado a prisión perpetua por el asesinato de Diego Ferranti y Gerardo Gómez, dos de los líderes del recordado motín vendimial del año 2000. Ambos internos habían sido trasladados desde una cárcel de Neuquén a Boulogne Sur Mer para declarar en el juicio por aquel levantamiento. El retorno a Mendoza fue breve. En marzo de 2006, ambos fueron atacados y asesinados a puñaladas dentro del penal.

Las múltiples condenas acumuladas por Montuelle lo convirtieron en una figura “célebre” en el ambiente penitenciario mendocino. Su vida estuvo marcada por episodios de violencia extrema, tanto contra otros internos como contra sí mismo. El paso por distintas unidades penitenciarias, los aislamientos prolongados y los múltiples enfrentamientos dejaron una huella en su salud física y mental.

La muerte de Montuelle cierra un capítulo en el sistema carcelario de Mendoza, donde su nombre quedó asociado a algunos de los hechos más recordados de las últimas dos décadas. La investigación para determinar la causa exacta de su fallecimiento continúa bajo la órbita judicial correspondiente.