Una fiscal ya investiga la denuncia contra la jueza del escándalo del juicio por la muerte de Maradona

Hay una historia paralela en el juicio por la muerte de Diego Maradona que recién ahora, a dos meses de su inicio, se está empezando a desentrañar. Sus condimentos la convierten en un escándalo: una productora audiovisual estaría infiltrada en las audiencias para hacer un documental sin el consentimiento de las partes. Pero sí con un aval fundamental, que es el de Julieta Mackintach, una de las tres juezas que integran el Tribunal Oral Criminal Nº3 de San Isidro. Por eso, la denunciaron y una fiscal ya investiga si hubo irregularidades administrativas.

Se trata de Carolina Asprella, titular del área Criminal del departamento judicial de San Isidro. Será la encargada de ver si existen elementos que avalen o desestimen esa denuncia contra la magistrada apuntada. Mientras tanto, no se descartan que alguno de los abogados defensores también reclame el apartamiento de la magistrada este martes.

“Hasta que no se definan ciertos aspectos, no puede seguir el juicio. Tiene mucha importancia esta denuncia para saber el destino de la jueza y del debate y se necesita que se acredite qué pasó para avanzar y seguir”, confiaron fuentes del caso a Infobae. Y comentaron que, incluso, se citó como testigos a la Subsecretaría de Comunicación y Medios de la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires, encargada de habilitar el ingreso a los periodistas en el juicio.

Todo se destapó en la última audiencia, cuando este rumor que recorre los pasillos del palacio de Ituzaingó desde el día cero llegó a oídos de los fiscales y abogados de la causa, quienes lo leyeron como una clara irregularidad que pone en juego la veracidad del debate.

La magistrada cuestionada, según supo Infobae, desconocía que su presunto acuerdo con productores se comentaba fuera de la sala de audiencias. Quizá, de haberlo sabido, no hubiera realizado la llamativa maniobra que alertó a las partes el pasado jueves y que, en consecuencia, hizo escalar el tema.

Ese día, Mackintach por primera vez se sentó muy sonriente en el lugar del presidente del tribunal, Maximiliano Savarino, que se ubicó en la silla de vocal. Ella explicó que era una cuestión administrativa y que, de ahora en más, iba a dirigir el debate. Pero no se lo dejaron pasar: Fernando Burlando, abogado de Dalma y Giannina Maradona, pidió un cuarto intermedio y entre la mayoría de los letrados acordaron pedir que todo vuelva como antes.

Tras un momento de tensión, los jueces definieron volver a sus roles. Pero en ese mismo marco, Julio Rivas, el abogado del imputado Leopoldo Luque, argumentó que la jueza no podía coordinar el debate porque notó varios comportamientos de imparcialidad en sus intervenciones previas. En pocas palabras, dijo que percibió que ya tiene una imagen formada de los imputados y que eso se puede ver como un adelanto del veredicto.

Fue entonces cuando Rivas tiró la bomba: afirmó que también sabía de la presencia de dos personas en la sala que estaban autorizadas por ella y que, según se enteró, estarían grabando un documental.

El defensor de Luque se levantó y señaló a los presuntos infiltrados, un hombre y una mujer, sentados uno al otro en la primera fila del público. Pidió identificarlos. Él dijo llamarse J., ser maradoniano, escritor independiente y negó tener vínculo con la jueza ni estar haciendo un documental. Ella se puso nerviosa, se presentó como M.L. y dijo lo mismo que su compañero.

Sin embargo, los abogados Burlando y Mario Baudry hicieron una denuncia penal al respecto y pidieron que se investigue. Mackintach se ofendió por la acusación y en diálogo con Infobae dijo no tener nada que ver con un documental, aunque reconoció autorizar el ingreso a la sala de las dos personas señaladas. Dijo que J. es pareja de una amiga y M.L., una amiga de la infancia.

Sin embargo, un video de la primera audiencia de Juicio por Maradona, la única grabada por las autoridades para que se transmita oficialmente, muestra a la supuesta amiga de la jueza en una situación, al menos, extraña: se la ve hablarle al oído con un camarógrafo que estaba filmado a escondidas.

En la corta filmación quedó registrado que una de las policías a cargo de custodiar al público, le llamó la atención a este infiltrado. Él gira la cabeza hacia María Lía y luego guarda la cámara.

J. no aparece en esa grabación. Pero sí hay un hombre canoso, de lentes negros, sentado al otro costado del camarógrafo. Este señor no toma intervención en la escena. Sin embargo, según supo Infobae, sería el fundador de una productora audiovisual.

El hombre no volvió a ir a las jornadas del juicio. Solo se lo vio al principio, al lado del señor de la cámara y cerca de M.L.. A partir de ese día, el único que fue casi sin falta a todas las audiencias fue J..

Según la reconstrucción de este medio, el misterioso hombre canoso del primer día consiguió autorización de la jueza para asistir a las audiencias de Maradona a recopilar material y evaluar si hacer un film, documental o informe sobre el caso. Todavía no habría nada seguro porque el proyecto no estaría ni definido, ni cerrado, ni vendido.

El dato, no obstante, es que todos ellos efectivamente entraron con autorización de Mackintach: lo afirmaron dos testigos que fueron citados a declarar en la causa iniciada por Burlando y Baudry; y la propia magistrada, que dijo que estaban en su lista porque ella suele invitar a conocidos a presenciar los debates públicos.

“Desde medios de la Suprema Corte dejaron constancia de que es el tribunal el que define en materia de publicidad, disciplina y dirección del debate”, comentaron las fuentes consultadas sobre el expediente en el que se investiga a la jueza.

El trasfondo de la cuestión y cuánto de esto es determinante para la continuidad del juicio por Maradona, lo definirá la Justicia. En la sala del TOC N°3 de San Isidro, por lo pronto, este martes, se debatirá cómo seguir el debate ante esta situación. Lo más probable: que aparten a la jueza.