El Tribunal Oral Federal de Bahía Blanca, a cargo del juez Ernesto Sebastián, condenó este martes al instructor de canes Marcos Herrero a 7 años de prisión por “falso testimonio agravado y reiterado”. La sentencia fue luego de que durante en el juicio en su contra se constatara que plantó pruebas para incriminar a policías de la Bonaerense en la desaparición y muerte de Facundo Astudillo Castro, ocurrida en Bahía Blanca en el año 2020, durante la pandemia de coronavirus.
Oriundo de la ciudad de Viedma, provincia de Río Negro, Herrero llegó al debate oral acusado de intentar desviar la investigación por la muerte de Astudillo Castro, plantando supuestas evidencias que complicaban a los policías investigados.
Según precisa el medio bahiense La Brújula 24, el juez Sebastián también le aplicó a Herrero una inhabilitación de 14 años para ejercer su labor.
Una vez que quede firme la sentencia, el imputado, que actualmente cumple con arresto domiciliario, será detenido de inmediato, tal como ordenó el magistrado.

El fiscal federal Gabriel González Da Silva había solicitado una pena de ocho años de prisión para Herrero.
En contrapunto, y durante la jornada de alegatos, el abogado defensor, Leandro Aparicio, había pedido la absolución.

La audiencia de lectura de los fundamentos del fallo está programada para el próximo 29 de abril.
El caso

Facundo Astudillo Castro desapareció el 30 de abril de 2020. Tras varios días de búsqueda, su cuerpo fue hallado esqueletizado en un cangrejal de General Daniel Cerri, una localidad vecina de Bahía Blanca.
Facundo había salido a dedo desde Pedro Luro hacia Bahía Blanca para visitar a su ex novia, Daiana, de quien seguía enamorado a varios meses de haber finalizado la relación, según contó su madre en una entrevista con Infobae. Debía recorrer unos 120 kilómetros.
En ese momento, regía el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) dispuesto frente a la pandemia de COVID-19. La norma prohibía la circulación en la vía pública, salvo al personal denominado “esencial”, y establecía la intervención de las fuerzas de seguridad para que hicieran cesar la acción de quien la violara.
El joven había pasado la noche del 29 de abril en la casa de un amigo y en la mañana del 30, a las 5, inició el viaje a pie por la Ruta Nacional N°3. Hizo dedo y una mujer lo llevó hasta la entrada del pueblo Hilario Ascasubi. “Fue muy amable, me dijo que iba a tratar de reconquistar a su novia”, declaró ella ante la justicia. Siguió el periplo a pie.
Tras recorrer los primeros 30 kilómetros del trayecto, Facundo arribó así a Mayor Buratovich. El joven tuvo allí su primer encuentro con una autoridad policial alrededor de las 10. El protocolo de las fuerzas de seguridad dictaba que “las personas que se encuentren circulando por la vía pública y sean objeto de un control por parte del personal policial y de fuerzas de seguridad tienen derecho a ser acompañadas hasta su domicilio por personal policial en caso de que se encuentre circulando en las inmediaciones de su residencia”. La distancia hasta el hogar implicaba un viaje de 25 minutos.
Lo que sucedió después es lo que todavía busca establecer la investigación. Es que a partir de ese momento se abre en una serie en incógnitas; la evidencia forense obtenida en diferentes procedimientos, los datos técnicos que se desprenden de dispositivos de telefonía celular y las declaraciones testimoniales relevadas no son suficientes para conformar un relato uniforme y cronológico del derrotero de Facundo, según publicó fiscales.gob.ar, el sitio oficial del Ministerio Público Fiscal.

La denuncia por la desaparición del joven se formalizó el 15 de junio de 2020. Durante 78 días, 200 agentes federales lo buscaron sin éxito. El 15 de agosto un pescador halló un cuerpo esqueletizado en medio del estuario bahiense, en la desembocadura de un río seco, donde un enorme cangrejal de barro retiene el mar a su antojo. El 2 de septiembre el Equipo Argentino de Antropología Forense confirmó que los restos óseos correspondían a la identidad de Astudillo Castro.
La autopsia precisa que murió de manera violenta por una asfixia por sumersión, un ahogamiento, aunque no pudo determinar si fue un hecho suicida, homicida o accidental. El dictamen advierte que “no se observaron signos de participación de terceras personas”, pero un perito de la parte querellante sostiene, en una presentación de disidencia, que el cadáver tenía signos de traumatismo vital ante mortem y que por tanto “no podía descartarse la hipótesis de participación de terceras personas”.
Cristina, la madre de Facundo, no tiene dudas. Así lo dejó en claro en la mencionada entrevista con este medio: “No se suicidó, no tuvo un accidente: a Facundo lo mató la Policía Bonaerense”. Respecto de los motivos según su hipótesis, aquella vez dijo: “Creo que Facu reclamó sus derechos. Se los sabía de memoria. Era un pibe que militaba en Jóvenes y Memoria".

Facundo se ganaba la vida con distintas ocupaciones: cortaba el paso, cumplía tareas logísticas en una cervecería, trabajó en un galpón de empaque de cebollas como empleado estacional, fue albañil, era un changarín que soñaba ser rapero.
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