Para sorpresa de los investigadores, Gianlucca O. había cambiado su look. Ya no tenía su pelo rosa de años atrás cuando el Departamento Unidad de Investigación Antiterrorista de la Policía Federal se lo llevó detenido ayer martes en la casa de su familia en Parque Avellaneda por supuestamente amenazar en un chat grupal nazi de Telegram que ansiaba exterminar a judíos y gays.
Ya no posaba en selfies de espejo con la lengua afuera, tampoco. Tenía la cara con gesto serio, sin piercings, el pelo negro azabache, mientras los detectives se sentaban en el living de su madre para escribir el sumario en su contra.
Le encontraron un material de lectura llamativo en el allanamiento: un libro sobre asesinos seriales, un fascículo sobre la Wehrmacht alemana, una revista Muy Interesante con la cara de Adolf Hitler en la portada, así como una serie de armas. Tenía una pistola calibre .22, así como siete armas de aire comprimido, algunos cuchillos, una tonfa extensible de policía, un bate de baseball y varias katanas de las que se pueden comprar en el barrio chino de Belgrano. Le quitaron, también, sus propios cuadernos con anotaciones, con diseños de más armas, además de varias computadoras, tablets y su Playstation, que podrán ser peritados.
Su indagatoria se espera en los tribunales federales de Comodoro Py en las próximas horas por el delito de intimidación pública. La causa en su contra está a cargo de Ariel Lijo y la fiscal Alejandra Mangano, luego de una alerta inicial de la UFECI, el área de la Procuración dedicada a delitos cibernéticos, que recibió la notificación de la amenaza en el chat nazi de Telegram.

Gianlucca tiene 23 años, amante del animé, como otros chicos de su edad. Es activo en redes sociales. “Con humanidad y democracia nunca han sido liberados los pueblos”, dice en su cuenta de la red X. En otro de sus perfiles, aseguró estudiar “armamentística” en la Facultad de Ingeniería del Ejército, algo que fue negado por el propio Ejército, que no lo tiene registrado como alumno. Se definía como “futuro soldado” en otra de sus redes.
No tenía empleo en blanco. Lo tuvo en el pasado. Trabajó en el Servicio Penitenciario Federal, donde trabajan actualmente su padrastro y su madre, también abogada, que se encuentra retirados. Ambos estaban presentes en el allanamiento.
En sí, Gianlucca es uno más de tantos, presos por amenazas online de este tipo, tal vez envalentonados por el auge global de la ultraderecha. En los últimos años, a lo largo de la gestión de Aníbal Fernández a la cabeza de Seguridad, la misma DUIA detuvo a varios sospechosos que realizaban anuncios similares en redes sociales, reportados principalmente por el FBI. En sus comentarios, reivindicaban al nazismo y la masacre de Columbine, entre símbolos de la alt-right estadounidense. Se encontraban armas en sus casas, que usualmente pertenecían a sus padres o familiares, miembros de fuerzas de seguridad.
Sus perfiles eran, básicamente, similares a los de Gianlucca O., o el de Fernando Sabag Montiel, que intentó dispararle en el cráneo a la ex vicepresidenta Cristina Kirchner. Estos detenidos no suelen ser comprendidos en las fuerzas de seguridad o en la Justicia. Son vistos como poco más que bromistas y no como una amenaza latente.
Ninguno de ellos mató a nadie en años recientes, para empezar, en un mapa penal argentino que reacciona solo cuando hay muertos en la morgue.

En abril de 2021, dos jóvenes de 21 años fueron arrestados en San Miguel de Tucumán por una situación idéntica, un expediente de la Fiscalía Federal N°2 que había sido iniciado tras una denuncia de la DAIA. Según fuentes del expediente, “los imputados utilizaban los servicios de mensajería WhatsApp y Telegram para planear actos de agresión y amedrentamiento contra personas e instituciones de la comunidad judía”. Al ser encontrados por la PFA, sus fotos revelaron que eran poco más que adolescentes.
En sus amenazas, prometían una escalada de violencia antisemita, con un ataque durante el Shabat. Les secuestraron una decena de armas de fuego cortas y largas, municiones, numerosas armas blancas y punzantes de todo tamaño y de diseños inusuales, algunas de las cuales ya habían sido identificadas en fotografías en redes sociales.
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