
Tres de ocho acusados de matar a Fernando Báez Sosa eligieron callar. Enzo Comelli, Ayrton Viollaz y Matías Benicelli mantuvieron el silencio hasta la última de las audiencias de declaraciones testimoniales, con peritos y testigos directos del crimen que complicaban a ellos y a sus compañeros y con vecinos de Dolores que les gritaban “asesinos” desde la calle, mientras sus compañeros de causa hablaban de manera aparentemente espontánea. Dijeron que habían bebido alcohol esa noche —con solo una botella de vodka para diez personas incautada en la casa que ocupaban—, que se habían visto involucrados en una pelea, maniobras consonantes con una calificación de homicidio en riña, que les garantizaría una pena de apenas seis años de cárcel como máximo.
Sus padres estuvieron presentes durante las jornadas. Sergio Viollaz, padre de Ayrton, fue una presencia casi constante durante las tres semanas del proceso. Benicelli tuvo que oír el sufrimiento que el crimen le provocó a su padre, Héctor, que declaró como testigo, citado por la defensa de Hugo Tomei. “Vivimos acosados. Le han querido pegar a mi hija y a mi señora en la calle. Escucho cómo la insultan mediáticamente a mi señora. Escucho que cuando lastimen a mi hijo en el penal no lo van a defender. No hay un día que no me levante con insultos. El dolor no se cura con más dolor”, sostuvo.
María Alejandra Guillén, madre de Enzo Comelli, aseguró ante los jueces: “Estamos devastados desde ese momento”. Desde la segunda hilera del banquillo de los acusados, su hijo se secaba las lágrimas con un pañuelo de papel. Luego, Guillén tomó aire y siguió. “Nos cambió la vida a todos. Yo desde ese día pienso que… Es una agonía constante. No podés salir a la calle. Mi marido, que trabajaba en una ferretería, casi pierde el puesto. Es tremendo”.
Benicelli, Comelli y Viollaz fueron señalados durante el proceso y en el expediente. Benicelli es el más complicado de todos.
Matías Benicelli, complicado por testigos y la pericia de ADN
Sebastián Saldaño, el quiosquero que presenció la agresión, marcó a Benicelli como arengador del ataque, al tiempo que Thomsen pateaba en la cabeza a Báez Sosa. Tomás D’Alessandro, quien salió con Fernando cuando los patovicas de Le Brique los expulsaron, y que también fue uno de los agredidos, aseguró que durante la golpiza, Benicelli le gritó a su amigo: “A ver si volvés a pegar, negro de mierda”. Por su parte, Tomás Bidonde, testigo presencial de la paliza mortal, lo marcó como uno de los que atacó a los amigos de Báez Sosa “para evitar que lo salven”.
Los testigos señalaron a Benicelli por su peinado. “El de la colita, el del rodetito”, dijeron. Ese peinado fue instrumental para que los policías de tres DDI de la Bonaerense lo reconocieran tras verlo en cámaras de seguridad, cuando lo arrestaron en la casa que los rugbiers ocupaban en Villa Gesell.
También, el perito César Guida reveló que se halló sangre de Fernando en la camisa floreada que Benicelli vistió en la noche del crimen.
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Cinco testigos marcaron a Viollaz como partícipe de la pelea. Durante la segunda jornada del debate, Federico Raulera, amigo de Báez Sosa, lo ubicó en el rol de “arengador”. En la rueda de reconocimiento, según consta en la elevación a juicio, lo había identificado y ya por entonces lo describió como de “pelo negro, como (con) un corte en su flequillo medio para el costado y para abajo, de remera blanca”.
Santiago Corbo y Franco Cervera, otros amigos de la víctima, también hicieron referencia a Viollaz como “uno de los que hacían de barrera” para que ellos no pudieran auxiliarlo. Esto coincide, a su vez, con lo que declaró Bidonde, testigo clave de la pela: aseguró que Benicelli y Viollaz atacaron a uno de los amigos de Báez Sosa para evitar que lo socorrieran.
Comelli, en cambio, se encuentra entre los menos mencionados. Lo identificó Juan Bautista Besuzzo, amigo de la víctima. Dijo que atacó a Fernando por la espalda y que “lo sentó con un golpe”. Comelli, descubrió Policía Científica, tenía un hematoma en el labio inferior cuando lo detuvieron.
Ahora, los tres junto a los otros cinco acusados continuarán detenidos hasta el próximo momento clave del juicio: los alegatos, que ocurrirán el 25 y 26 de este mes y el veredicto, que llegará el martes 31.
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