
Joaquín Aquino, alias “El Paisa”, el subjefe narco arrestado ayer en José C. Paz, está sospechado de ser el regente de la cocaína envenenada vendida en la villa Puerta 8 de Tres de Febrero que le muerte la vida a 23 personas. A “El Paisa” la Dirección contra el Crimen Organizado de la Policía Bonaerense lo había marcado en noviembre de 2021, cuando un dato de calle disparó una investigación preliminar en su contra que incluyó seguimientos y filmaciones en los pasillos de villas y las calles de San Martín.
Lo habían marcado como un supuesto virrey, un subjefe de sus patrones, Max Alí Aguirre, alias “Alicho” y Blas Gómez, “El Gordo”, presos en el penal de Devoto, narcos en el top 5 de los pesados vigentes de San Martín, investigados por el asesinato mafioso de un inspector de la Federal.
“El Paisa”, según la investigación de la Bonaerense, que fue elevada a la PROCUNAR y luego transmitida a la Justicia federal de Tres de Febrero, ejecutaba las ordenes de sus capos presos para ejercer un nuevo control en asentamientos como el Sarmiento y la Loyola. La pista de Puerta 8 llegó tiempo después. Investigadores del caso sospechan que Aquino y su banda habrían sido los proveedores de la droga en Tres de Febrero. Aquino cayó en la madrugada de ayer jueves, cuando la Bonaerense irrumpió en su casa de José C. Paz mientras miraba tele echado en su cama. El resto de su banda cayó con él.
Hubo otros nueve allanamientos a lo largo del jueves, con otros siete detenidos. Hay uno que se destaca del resto. Es Julio César Ferrari, de 52 años, alias “El Cocinero”.

Su apodo no llegó gratis. Para los detectives que lo investigaron y arrestaron, es el presunto encargado de cortar y estirar la cocaína de la banda. Si lo que se vendió en Puerta 8 fue precisamente polvo, entonces, es altamente probable que haya pasado por sus manos. Y si esa droga fue cortada con veneno, también es probable que haya pasado por él también.
Así, Ferrari se convierte en el caballo más oscuro de la causa. Fue arrestado ayer en una casa que ocupaba en la zona de Ezeiza, luego de que identificaran los cinco teléfonos que empleaba y los vehículos en los que se movía, entre ellos una camioneta Ford Ecosport con pedido de secuestro. Le encontraron cuatro celulares, un Volkswagen Fox y material para más de dos mil dosis de cocaína.
Ferrari -que en julio de 2015 terminó en el hospital de Ciudad Evita con varios tiros en el cuerpo, baleado por un hombre que lo acusaba de acostarse con su mujer- no se encuentra mencionado en la investigación preliminar de la PROCUNAR. Fue identificado luego, en videos de vigilancia secreta, donde realiza curiosos intercambios con Ramón Medina, “El Remisero”, presunto transportista de la banda.
Ferrari también sabe lo que es la cárcel: pasó la segunda mitad de la década pasada preso en penales federales, donde cobró el sueldo tumbero del SPF por tareas menores tras las rejas. Después, está su prontuario.
Documentos judiciales hallados por Infobae revelan que en marzo de 2015, Ferrari se encontraba procesado por el delito de preparación y comercio de estupefacientes agravado, una causa del Juzgado Federal N°1 de San Isidro. Sin embargo, no estaba preso por ese expediente. Otra historia le complicaba la vida en ese entonces.
Había sido iniciada el año anterior y tramitaba en el Juzgado Federal de Quilmes. Comenzó con un supuesto delator que lo vendió a la Delegación Quilmes de la Superintendencia de Policía de Investigaciones de Trafico de Drogas Ilícitas de la Policía de la provincia de Buenos Aires
“Una voz masculina le comunicó” a un oficial de turno “que en la intersección de las calle Paraguay y Dinamarca de Avellaneda, provincia de Buenos Aires, se realizaría una entrega de drogas por parte de un boliviano conocido como ‘Cacho’ quien posee tres vehículos en los cuales se maneja, los cuales serían un Cruze de color bordó, con terminación de patente 660, una Renault Kangoo de color blanco y un Siena de color gris”, asegura un fallo judicial del caso.
Así, encontraron a Ferrari y a un cómplice oriundo de Paraguay a bordo de una Renault Kangoo, con un ladrillo de un kilo en el baúl, al menos según el sumario que entregaron a las autoridades. Un tercer sospechoso cayó poco después con otros ocho baguyos. Pero la historia no es tan sencilla.

Ese tercer sospechoso declaró, aseguró que conocía a Ferrari, dijo que el cocinero tenía “una remisería en Monte Grande”. Ferrari declaró también, negó los cargos, aseguró que un policía contactó a su esposa, madre de sus dos hijos, y que la Bonaerense fabuló el operativo, un kilo literalmente plantado según su historia. Dijo, también, que los policías en el operativo lo golpearon, de acuerdo a un documento de la Sala II de la Cámara Federal de La Plata, y que los podría reconocer. “¿Vos sos el que quiere ascender?”, le preguntaba un policía a otro. Su defensora, incluso, presentó un habeas corpus preventivo en un juzgado de Lomas de Zamora.
Así, la Bonaerense fue separada de la causa: se formó un nuevo expediente por los apremios ilegales a “El Cocinero”.
En esa instancia, Ferrari fue sobreseído, con un fallo firmado por la Sala II platense el 28 de abril de 2015.
Sin embargo, otros expedientes lo mantuvieron preso. En 2017, la Cámara Federal en Comodoro Py rechazó excarcelarlo por su presunta parte en una megabanda narco integrada por más de treinta personas, cuyo líder fue detenido con un arsenal de más de 20 fusiles y pistolas. Sus últimos sueldos tumberos datan de 2019: el 7 de febrero de ese año, “El Cocinero” cruzó a Chile en un micro por el paso de Cristo Redentor. Era un hombre viajado. Entre 2007 y 2011, Ferrari viajó en múltiples ocasiones a Paraguay, Brasil y Bolivia.
Cómo se conecta con “El Paisa” Aquino y el resto de su banda es algo que queda por verse. Después, está la pregunta más importante de todas. ¿Fue él quien cortó la droga de Puerta 8? ¿La envenenó a propósito? ¿O fue todo un gran acto de estupidez?

Los detectives del caso no creen en un complot, no creen que sea un infiltrado de una banda rival enviado para envenenar la droga y así tomar control de la parada de Puerta 8. “Acá no hay una serie de Netflix”, dice un veterano de las guerras transa del conurbano, clave en la investigación contra “El Paisa” y su staff: “Estos tipos son básicos, lumpenes, no son grandes mentes criminales. Se matan entre ellos a tiros, y ni siquiera tiran ellos mismos. Mandan a fisuras y gatilleros a disparar para marcar la cancha. Más sería demasiado”.
Hoy, la hipótesis que impera es la de un corte sucio, pero accidental. De todas formas, la impericia sorprende: Ferrari es un presunto veterano del hampa. En todo caso, podrá decirlo en su indagatoria ante el juez Culotta, que se espera en las próximas horas. Pero lo más importante es la droga misma. En la tarde de hoy, según confirman fuentes del caso, se conocerán los primeros resultados de los tests toxicológicos de la Procuración bonaerense para determinar qué había en la droga asesina.
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