
Francisco estaba en la cocina de su casa de Parque Chacabuco cuando escuchó ruidos en la vereda, extraños para un martes al mediodía. Al asomarse por la ventana, el jubilado de 91 años vio cómo un delincuente se llevaba su Ford Falcon Deluxe modelo 77. Intentó correrlos pero fue en vano, su reliquia invaluable, esa que lo acompañó durante décadas, se alejaba lentamente en manos desconocidas. La Policía de la Ciudad cree que detrás de este robo cometido la semana pasada, y de los de otros autos clásicos que con frecuencia se roban en la Ciudad y en el Conurbano, funciona un aceitado andamiaje delictivo que tiene por objetivo robarse desde Ford Falcon hasta Torino, para después cambiarles los números de serie, restaurarlos y venderlos por miles de dólares en Internet.
“Ponete por un segundo en la cabeza de ladrones como estos. Entre un auto moderno y uno clásico, siempre es más fácil robar el viejo porque, por lo general, no tienen alarma ni seguridad electrónica. Por otra parte, en los autos nuevos el número de chasis, que es como el DNI del vehículo, viene escondido y es difícil de modificar, en cambio en un auto viejo esa identificación está a la vista. Y si, encima, podés venderlos por mucha plata es un negocio redondo”, afirma un veterano investigador que señala a Infobae el funcionamiento de este tipo de bandas. Además agrega que cada vez con más frecuencia se realizan allanamientos donde se encuentran con autopartes de autos de más de 40 años.
Según distintas investigaciones, la cadena delictiva comienza con el robo del vehículo mismo, el paso esencial. Por lo general el ataque es cometido por un solo delincuente, con conocimientos de mecánica y munido de una herramienta, tipo ganzúa, que en la jerga se conoce como “yuga”. Puede ser, por ejemplo, un cuchillo de cocina tipo serrucho pero totalmente limado con el que fuerzan la cerradura. Una vez adentro, desarman la parte de abajo del volante para “puntear” el arranque y llevarse el coche.
“Después llega lo más importante, que es el cambio de identidad del vehículo. Para poder venderlo hay que modificarle el número de chasis y el de motor para que se convierta en un auto ‘distinto’ al robado. Todo eso se hace en galpones clandestinos que tiene la fachada de talleres de restauración”, explica una fuente al tanto de la dinámica.
¿Qué números les insertan? Se puede emplear, por ejemplo, el de algún auto del mismo modelo chocado o ya oxidado, pero con papeles al día, que compraron por pocos pesos en el mercado negro especialmente para la estafa.
Los números identificatorios en este tipo de autos están prácticamente a la vista con sólo abrir el baúl o el capot. Además están grabados originalmente a mano alzada por lo que los tapan y los vuelven a reescribir sin problemas, lo que lo convierte en vehículo distinto. “Una vez que terminan eso ya tienen más de la mitad del trabajo hecho”, explican desde la policía.

Los desarmaderos clandestinos donde esta clase de autos son desguazados o modificados suelen ser un dolor de cabeza para la Policía. En más de un procedimiento se encuentran con los dueños de esos lugares que dicen ser “restauradores” y, cómo las autopartes están sin numerar por su antigüedad, no son una prueba fehaciente en su contra.
Con este escollo se encontró la Policía de la Ciudad hace algunas semanas cuando allanaron un galpón en la zona de Barracas, sobre la calle Caseros. “Pudimos secuestrarle las autopartes que tenía pero no pudimos clausurarle el lugar por lo que al día de hoy sigue trabajando”, explican investigadores.
Una vez que el vehículo en cuestión tiene alterada su identidad, sólo queda restaurarlo o refaccionarlo para venderlo por Internet. Los papeles no son un problema: utilizan los del vehículo del mismo modelo que compraron para la estafa. La víctima verá que el auto está en buen estado y que coinciden los documentos con los números de identificación grabados por los delincuentes.
No es necesario bucear demasiado en los sitios de comercio online para encontrar autos clásicos en buen estado de conservación, que cuestan más que un 0km. Por ejemplo, se puede conseguir un Torino modelo TS del año 72 a U$S15.800 o un Ford Falcon Deluxe de 1977, como el que le robaron a Francisco de Parque Chacabuco, por U$S 18.300.
El último operativo de trascendencia contra este tipo de bandas se realizó hace pocos días cuando la División Sustracción de Automotores de la policía porteña detectó en redes sociales que se comercializaban autopartes de manera ilegal en un domicilio de la calle Tres Arroyo al 1400, en Caballito. Cuando realizaron el allanamiento, en el galpón lindero se encontraron con autos desarmados y decenas de autopartes. Una de las puertas secuestradas tenía un impacto de bala.
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