
A casi siete meses de la muerte de Diego Armando Maradona, este viernes será indagado Mariano Ariel Perroni, el jefe de los enfermeros que fueron contratados para seguir la evolución del Diez en la presunta internación domiliciaria que se montó en el barrio privado de Tigre.
Perroni era el coordinador de “Medidom”, la empresa que aportaba los enfermeros que debían asistir a Maradona luego de la neurocirugía por un hematoma subdural a la que fue sometido poco antes de morir. Una de las enfermeras del equipo -que también se encuentra imputada- dijo que él la obligó a mentir en el último reporte del estado de salud de Diego.
La indagatoria fue programada para este viernes a las 12 horas en la Fiscalía General de San Isidro. Perroni asistirá con su abogado defensor, Miguel Ángel Pierri, y será indagado por el equipo fiscal integrado por Patricio Ferrari, Cosme Iribarren y Laura Capra, y coordinado por el fiscal general de ese departamento judicial, John Broyad.
Perroni está imputado -al igual que los otros seis acusados- por “homicidio simplie con dolo eventual”. Dicho delito prevé una pena de ocho a 25 años de prisión.
Los fiscales determinaron esa figura penal al concluir que el equipo médico del máximo ídolo del fútbol no solo fue deficiente, sino que sabía que su vida estaba en riesgo y no hizo nada para evitarlo. Al jefe de los enfermeros, en su llamado a indagatoria, los fiscales le atribuyeron tener “pleno conocimiento de lo que hacía y de lo que no, en especial del manejo de los enfermeros para con el paciente” y de haber asentado “deliberadamente” en las planillas de atención “información que no se condecía con el real estado y atención médica que Diego Armando Maradona recibía”.
También se le atribuyó haber demostrado “un comportamiento desinteresado e indiferente frente a la situación de emergencia”.

Anteriormente, Perroni declaró como testigo. En esa ocasión se desligó de la atención de Maradona al remarcar que nunca fue a la casa del barrio privado. Resumió su rol a: “Llevar el presentismo, solicitar informes de cambio de guardia y todas cuestiones atinentes a la organización administrativa de personal”.
Afirmó que “el grupo realizaba hojas de enfermería en las cuales se plasmaba los controles de signos vitales, la medicación administrada y cómo se lo observó al paciente en la guardia” y que todo ello se lo entregó a otra de las imputadas, Nancy Edith Forlini, coordinadora de la internación domiciliaria del Diez y a quien definió como su “superior jerárquico”.
Al respecto del estado de salud del campeón del mundo con la Selección Argentina en los días previos a su muerte, manifestó que solo sabía “por comentarios de su mujer “ -una de las enfermeras que integraba el equipo y que atendía a Maradona los fines de semana-, o “por lo que leía en el grupo de WhatsApp”.
“Sabía que tenía días que estaba bien y otros mal y que era muy fluctuante en su estado de ánimo”, resumió. Luego de este viernes, la ronda de indagatorias continuará la semana que viene: el próximo lunes será el turno de la médica Forlini; el miércoles 23 seguirá con el psicólogo Carlos Ángel “Charly” Díaz; el viernes 25 con la psiquiatra Agustina Cosachov; hasta llegar al lunes 28 de junio, donde será Leopoldo Luque el que deberá defenderse.

El miércoles pasado fue sometida a indagatoria Gisella Dahiana Madrid, la enfermera que estuvo presente en el momento en que el Maradona fue encontrado sin vida aquel fatídico 25 de noviembre en su casa de Tigre.
En su defensa que duró más de seis horas explicó que mientras duró la internación domiciliaria en la casa de Tigre el que “manejaba todo” era el cuñado de Matías Morla, Maximiliano Pomargo. En su versión de los hechos contó que tenía prohibido entrar a la habitación del Diez, ni siquiera para darle los medicamentos, y que cuando llegaba le decían que se quede afuera y no la dejaban entrar.
Madrid llegó a decir que tuvo que hacerse cargo de la reanimación del ex futbolista y que tuvo que pedirle asistencia a un empleado de seguridad porque “Cosachov no sabía que hacer”.
La enfermera de 36 años, pasó de testigo a imputada. En su declaración bajo juramento, que realizó apenas algunas horas después de la muerte de Diego, contó que esa mañana no entró a la habitación para dejarlo descansar a la espera de que al mediodía lleguen tanto el psicólogo como la psiquiatra.
A pesar de esa explicación de Madrid, días después llegó a manos de los fiscales una planilla interna de la empresa de enfermería Medidom donde la mujer aseguraba que sí había entrado y que Maradona no la había dejado acercarse. Ante las diferencias entre la declaración y ese documento los investigadores volvieron a citarla y ahí confesó que su jefe la obligó a mentir: “Hice un reporte en la casa de Maradona, tras haber declarado en la fiscalía porque es lo que me indicó Mariano, el coordinador. Dije que intenté tomarle los signos vitales y él no me dejó, pero la verdad es que eso no pasó”.
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