
Cubierto de pasto, mojado, con sus zapatillas llenas de agua y con el frío húmedo propio del Tigre en este año, Carlos Adrián Diez fue capturado el domingo por la noche por la Policía Bonaerense en la zona del barrio “El Golf” de Nordelta. Nadie sabía cómo había entrado a robar al exclusivo complejo. “De guapo se mandó”, argumentó un investigador, sin pistola, sin traje de neoprene y sin un plan.
El expediente y la investigación está a cargo de la fiscal Laura Capra. En su raid, Diez pasó por tres barrios distintos. Primero en el sector de “Villazón”, luego en “La Isla” y más tarde en “El Golf”, donde finalmente cayó. Según las pruebas que recolectó la fiscal, el intruso entró a dos casas e intentó ingresar a otras dos, sin éxito. Ni siquiera tuvo que violentar una cerradura; en un domicilio se metió por una ventana, en otro por una puerta trasera. Robó una cartera, vacía, que luego descarto. Robó un kayak, luego otro, para moverse en los canales internos.
En el barrio “La Isla”, el hombre ingresó en la habitación de una mansión. Fue a un escritorio, revolvió entre sus cajones. Encontró una pequeña caja de metal con cerradura que luego forzó. A metros de distancia había una caja fuerte empotrada en la pared, de la que quizás nunca se percató que allí estaba o no tenía la sofisticación suficiente para abrir. “No es ningún cerebro del crimen”, apuntó un histórico investigador que lo conoce: “Bastante limitado, te diría, pero con suerte”.
En la cajita de metal el hombre quizás tenía toda la suerte que necesitaba: allí encontró una suma de al menos 100 mil dólares en efectivo. Tenía la plata en su poder cuando lo detuvieron, perfectamente seca.

Los vecinos mismos lo delataron. Según información que divulgó la Asociación Vecinal, que nuclea a los propietarios del complejo, “cerca de la 1:30, un vecino del barrio El Golf advirtió la presencia de una persona en la terraza de su vivienda. El desconocido corrió rápidamente por el fondo de ese lote”, y escapó antes de ser identificado. Luego, “se verificó que la persona habría ingresado a otra vivienda por la ventana de la cocina y tomó un bolso de mano que luego dejó abandonado en el jardín posterior”.
Tras el arresto, los 100 mil dólares volvieron de inmediato a su dueño. Todavía los investigadores no saben cómo Diez ingresó a Nordelta, algo que todavía es un misterio.
No es la primera vez que ingresa a Nordelta por la fuerza. El 9 de abril de 2010, en un caso investigado por el fiscal Sebastián Fitipaldi -que integra el equipo que busca esclarecer la muerte de Natacha Jaitt- Diez irrumpió en el barrio La Glorieta para robar varias casas, al menos tres, un ataque esta vez sin kayak y sin trecho de natación por el cual terminó condenado. Se cree que entró escurriéndose por el perímetro del complejo, el dueño de una casa a la que ingresó lo corrió a tiros mientras escapaba. Era irónico: la primera causa en el legajo de Diez fue por el delito de portación ilegítima de arma de guerra, data de agosto de 2005, bajo el Juzgado de Garantías N°4 de San Isidro.
Una famosa conductora de televisión que vivía en la zona reaccionó espantada, habló de un supuesto tiroteo que nunca ocurrió. Cuando cayó, según fuentes del caso, el ladrón no tenía ni arma ni cómplice. Tenía una concubina en ese entonces, vivía en Benavidez. Un año antes también le formado tres causas en su contra, todas por robo, dos de ellas en grado de tentativa en las jurisdicciones de San Isidro y Zárate. En paralelo, Diez consiguió un trabajo: fue empleado por un tiempo en una constructora de la zona de Beccar.

Diez le contó su historia a los policías. Dijo que había salido de la cárcel hace poco, que tenía causas previas. Los registros penitenciarios muestran que dejó el penal de Gorina el 5 de mayo último luego de una condena cumplida por el delito de robo a mano armada en poblado y en banda, tres años y seis meses de prisión. Así, Carlos Adrián, hoy de 35 años vecino de Benavídez, fue un hombre libre otra vez. De vuelta en la calle intentó repetir el golpe, lo que las autoridades creen fue la mayor jugada delictiva de su vida.
Sus registros, por otra parte, muestran una última década vivida casi enteramente en prisión, cuatro estadías en las rejas del Servicio Penitenciario Bonaerense desde 2013, cuatro entradas y salidas, todas por el delito de robo. A veces ni siquiera podía pasar un año sin volver a caer preso. Salió en octubre de 2016, por ejemplo, para volver tras las rejas en marzo de 2017.
Hoy lunes, Carlos Adrián espera ser indagado por la fiscal Capra, que aguarda el sumario policial definitivo.
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