
Corrían los años ‘80. Y una nueva manera de hacer gimnasia se estaba imponiendo en el mundo. Se habían empezado a dejar de lado las rutinas tediosas, para comenzar a incentivar a la gente con un estilo de fitness que mezclaba actividad física, música, buena onda y consejos saludables. Así fue como María Amuchástegui terminó desembarcando en la televisión argentina y su programa se convirtió en un clásico de las mañanas.
Luciendo sus calzas de colores, mallas cavadas y polainas, muy de moda en aquella época gracias a series estadounidenses como Fama, la profesora de educación física más famosa del país marcaba los ejercicios para que las señoras, desde sus casas, la siguieran. Ocho repeticiones de uno, ocho de otro, ocho de otro y “¡ocho más!“... Lo hizo primero desde la pantalla de ATC, con el ciclo Buenos Días Salud que estuvo al aire desde 1983 hasta 1986, pero después siguió con Buenos Días María en Canal 11 y Canal 13. Y todo era alegría tanto para ella como para sus televidentes. Hasta que un supuesto episodio la terminó dejando, insólitamente, fuera de los medios.

Había nacido en Buenos Aires, el 13 de marzo de 1953, en el seno de una familia de artistas de vocación. Su padre, un escribano acomodado, era además guitarrista, bandoneonista y compositor de tangos y, su madre, cantante. Así que ella creció en un ambiente en la que la música y la creatividad estaban a la orden del día. Pero a María, desde chica, le apasionó todo lo que tuviera que ver con la destreza física. Soñaba con ser bailarina clásica. Y, desde que cumplió los 14 años, empezó a viajar a los Estados Unidos para pefeccionarse en las nuevas técnicas de gimnasia como el workout, el aerobic y el tap dance.
Corrían los años ‘70 cuando decidió abrir su propia escuela de tap, en la que tuvo como alumnos a estrellas en potencia como Antonio Gasalla, Soledad Silveyra, Cecilia Rosetto y Carlos Perciavalle. Por entonces, resultaba curioso ver a tantas personas -más de 600 inscriptos- interesadas por el baile. Pero Amuchástegui parecía una adelantada gracias a todo lo que había aprendido en sus viajes, donde entre otras cosas había tomado clases con Jane Fonda, quien se terminó conviertiendo en su referente a la hora de abrir su Arobic Center. Y estaba claro que no tenía techo cuando, finalmente, a principios de los ‘80 llegó a la televisión.

Su primer trabajo fue en Mesa de noticias, junto al recordado Juan Carlos Mesa. Allí no solo participó de la apertura musical del programa, bailando, sino que comenzó a dar clases de fitness. Y tuvo tanta repercusión, que los productores no tardaron en ofrecerle su propio ciclo, en el que contaba además con los consejos del doctor Eduardo Lorenzo Borocotó. El rating la acompañó. Entonces llegaron las publicidades, los fascículos de revistas con sus clases y la línea de ropa deportiva con su imagen.
Para coronar su buen momento, en 1985 María se casó con el polista Juan José Alberdi, padre de su único hijo, Juan José jr., en una ceremonia realizada en la Basílica del Socorro que fue reflejada por todos los medios gráficos de la época. Es que en ese momento ella era, sin lugar a dudas, una verdadera estrella. A tal punto que figuras como Sergio Denis y Susana Giménez la habían contratado para aprender a bailar en el escenario, el primero, y para tomar clases particulares, la segunda.

Sin embargo, al año siguiente todo se desmoronó para María. El mito decía que la mujer había tenido una flatulencia durante su programa y que había salido llorando avergonzada del estudio, por lo que el médico que la acompañaba había tenido que salir a tratar de sobrellevar el mal momento hablando de “los gases matinales”. De haber sido cierto, no hubiera sido nada grave ni antinatural. Pero el hecho ni siquiera ocurrió. Y, sin embargo, la mujer tuvo que pasar todo el resto de su vida sufriendo las burlas que la insistente repetición de esta falacia generó.
Eran otros tiempos. Y Amuchástegui no pudo soportar tanto acoso. Así que terminó dejando todo aquello que había generado con tanto esfuerzo y que no solo la hacía feliz a ella, sino también a sus seguidoras. Nunca se supo quién fue el que inició el rumor que le terminó haciendo tanto daño. Si fue un chiste de la producción o, simplemente, una mentira que se le ocurrió a algún gracioso y que el ciclo La Noticia Rebelde, un suceso de entonces, se habría encargado de iluminar. Porque lo cierto es que el video ese momento, que por tratarse de un programa grabado en el peor de los casos no hubiera salido al aire, jamás apareció. Tampoco el del humorístico encabezado por Jorge Guinzburg, Nicolás Repetto, Adolfo Castelo y Raúl Becerra, en el que según el imaginario colectivo sus conductores habían aparecido con máscaras de gas. En cambio, a María, el dolor le duró para siempre.

Es verdad que, con los años, la propia víctima tuvo que empezar a reírse a la fuerza de la situación. “Nunca se me escapó. Ni frente a la cámara ni afuera. Tengo control absoluto”, dijo en La Biblia y el Calefón allá por 1999. En 2005, en tanto, incursionó en la música editando un disco con temas propios llamado Camino de espejos en un intento de volver al ruedo. Y más tarde regresó a la televisión con participaciones en programas como Sábado Bus, CQC, Cuestión de peso y Graduados, donde encarnó a una profesora de danza ochentosa en 2006. Nunca más se la volvió a ver en televisión. Y sólo volvió a mostarse en público para el casamiento de su hijo, en 2016.
Al poco tiempo, a María le encontraron un tumor maligno en uno de sus brazos, por lo que debieron amputárselo. Pero el cáncer luego le atacó un pulmón, de manera que comenzó una despiadada lucha contra la enfermedad. Hasta que, tras sufrir un ACV, en mayo de 2017 terminó internada en el Sanatorio de la Trinidad. Y dos meses más tarde, exactamente el 19 de julio, murió a los 64 años. Era la Jane Fonda argentina. La reina del aerobic. Pero también la mujer a la que el medio canceló injustamente.
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