El día que una niñera fue acusada de asesinar al niño que debía cuidar: 27 horas de deliberación, una condena y una rectificación

En octubre de 1997 Louise Woodward fue hallada culpable de matar Matthew Eappen, un niño de 18 meses. Se la acusaba de haber sacudido al niño que estaba a su cargo. Las pruebas, la discusión judicial y la decisión que le permitió volver a su país

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La niñera tenía 19 años
La niñera tenía 19 años cuando fue acusada del asesinato de un bebé

El 4 de febrero de 1997, una llamada al 911 realizada por la joven Louise Woodward alertó a los servicios de emergencia en Boston, Massachusetts, sobre la grave situación de salud de un bebé bajo su cuidado que había dejado de respirar. Esta intervención marcó el inicio de uno de los juicios más notorios de la década, donde la figura central sería una niñera (au pair) británica de 19 años, procedente de Elton, Cheshire, y la víctima Matthew Eappen, un niño de 18 meses.

Luego de la llamada de emergencia de Louise Woodward, el pequeño Matthew fue trasladado de inmediato al Boston’s Children’s Hospital con un severo sangrado cerebral. El diagnóstico inicial sugería un caso compatible con el síndrome del bebé sacudido. Woodward fue acusada formalmente de asalto y agresión, enfrentando después cargos de asesinato cuando, cinco días más tarde, Matthew falleció en el hospital. La niñera británica fue detenida en febrero y el juicio comenzó meses después, en octubre de 1997.

La dinámica del juicio giró en torno a interpretaciones radicalmente diferentes de los hechos y las evidencias médicas. La fiscalía, por un lado, sostenía que Woodward había sacudido violentamente a Matthew y luego le había golpeado la cabeza contra una superficie dura, causándole una lesión fatal. A nivel forense, la acusación se apoyaba en la opinión de especialistas como Patrick D. Barns, jefe de neurorradiología del Children’s Hospital, quien sostuvo que las hemorragias cerebrales detectadas tenían una causa clara. Barns no pudo precisar cuántas veces había sido sacudido el niño o si sufrió múltiples impactos, pero afirmó: “Este es un patrón clásico de hemorragia para un trauma de sacudida e impacto en el cerebro”.

Louise Woodward fue detenida en
Louise Woodward fue detenida en febrero de 1997 y permaneció en prisión hasta noviembre de ese año

Durante el proceso, el jurado escuchó testimonios que mostraron diversas facetas de la vida de Louise Woodward en la casa de los Eappen, padres de Matthew y Brendan, otro niño de dos años. La fiscalía calificó a Woodward como una joven con más interés en la vida nocturna de Boston que en el cuidado responsable de los niños. Alegó además que la acusada rechazaba la imposición de un toque de queda a medianoche y estaba insatisfecha por tener que cuidar de Matthew a pesar de sus frecuentes episodios de irritabilidad. Tanto Sunil como Deborah Eappen testificaron y manifestaron su descontento con los hábitos de Louise; declararon que la niñera solía negarse a salir de su habitación en las mañanas cuando Deborah debía iniciar su jornada laboral, y que una semana antes del incidente le habían dado un ultimátum para que mejorara su rendimiento.

La policía recogió una declaración inicial en la que, según los investigadores, Woodward habría admitido haber sido “un poco brusca” con Matthew, aunque ella negó haber hecho tal confesión.

Un detalle lingüístico contribuyó a la confusión: Woodward mencionó que había “popped the baby on the bed”, una expresión que en inglés británico significa colocar suavemente al bebé sobre la cama, pero que en inglés estadounidense la palabra “popped” podría interpretarse como “golpear”.

Matthew Eappen tenía 18 meses
Matthew Eappen tenía 18 meses cuando murió en febrero de 1997 (Associated Press)

El testimonio de Louise Woodward, presentado ante el jurado con lágrimas y evidentes muestras de angustia, fue central para su defensa. Declaró que jamás había lastimado a Matthew y relató que el día del incidente el bebé simplemente estaba somnoliento y malhumorado hasta que, tras una siesta, lo encontró jadeando y prácticamente sin respuesta. “Él estaba allí, con los ojos medio cerrados, y jadeaba para respirar”, explicó. Frente a la falta de reacción del niño, afirmó que únicamente lo sacudió brevemente en un intento de reanimación, mostrando con sus manos el escaso movimiento realizado, y que de inmediato realizó el llamado de urgencia y contactó al padre del bebé, médico de profesión.

La defensa, liderada por el abogado Andrew Good y el mediático Barry Scheck, construyó una estrategia centrada en evidencias forenses alternativas y las dificultades en la labor de Louise. Good preguntó directamente en sala: “¿Alguna vez golpeaste a Matthew en la cabeza?”, a lo que Louise respondió: “No”. El abogado insistió: “¿Hiciste algo para dañar a Matthew Eappen?”, y la respuesta fue tajante: “No”.

A nivel médico, la versión defensiva fue sustentada por expertos como el neuropatólogo forense Jan E. Leestma, quien argumentó que la lesión cerebral mortal de Matthew debía remontarse a varias semanas previas a su ingreso en el hospital.

Louise Woodward fue condenada y
Louise Woodward fue condenada y luego un juez le modificó la pena: estuvo 279 días detenida (Associated Press)

Leestma encontró una tercera capa de membrana sobre la duramadre, indicio de un proceso de curación de al menos tres o cuatro semanas. Según su dictamen, “Estoy diciendo que es una lesión de semanas de antigüedad. En el orden de tres a cuatro semanas”. Ese especialista además descartó la teoría de un traumatismo reciente e intenso, ya que no se detectaron lesiones típicas concomitantes como daños en la médula espinal, cuello o marcas de violencia en la espalda o costillas.

Umberto De Girolmi, el patólogo que realizó la autopsia, reforzó la duda sobre el mecanismo del supuesto maltrato fatal. Aclaró ante el jurado que la ausencia de hemorragia en los músculos del cuello y la falta de moretones en la espalda o costados de Matthew impedían corroborar la hipótesis fiscal de sacudidas violentas. “No había daño suficiente para probar ese tipo de agresión”, había dicho.

El juicio, que se extendió por tres semanas, se concentró también en la dinámica familiar, rutinas y estructura laboral de los Eappen. Woodward admitió en su declaración que las exigencias laborales le generaban frustración y que sus jornadas eran mucho más extensas de lo que le habían informado antes de llegar a Estados Unidos. Indicó que, pese al descontento con el toque de queda impuesto, no aceptó una restricción similar en su trabajo anterior, lo que la llevó a dejar ese puesto. Al preguntarle si alguna vez fue negligente con Matthew, afirmó que no y reiteró que jamás le había causado daño alguno al menor.

La madre del niño que
La madre del niño que murió y que era cuidado por Louise Woodward

Las pruebas médicas se volvieron el epicentro de debates y largas sesiones de análisis y revisión por parte del jurado. Analizaron escáneres cerebrales, informes de autopsia, y la opinión de varios especialistas, tanto de la acusación como de la defensa. Hubo incluso expertos convocados por la fiscalía que admitieron que la hemorragia cerebral de Matthew podía haber ocurrido antes de que ingresara al hospital. El abogado de la defensa, Barry Scheck, logró que el testigo de la acusación, Barns, reconociera que su evaluación se basaba únicamente en el análisis de tomografías, sin acceso a los archivos médicos completos del bebé.

La decisión final del jurado llegó tras 27 horas de deliberación distribuidas en tres días diferentes. Decidieron condenar a Louise Woodward por asesinato en segundo grado, cargo que implicaba una condena de por vida con posibilidad de libertad condicional después de 15 años.

Al conocer el fallo, la joven rompió en llanto y expresó: “¿Por qué me hicieron esto? Yo no hice nada”. Al día siguiente, el 30 de octubre de 1997, hace 28 años, el tribunal formalizó la sentencia: vida en prisión sin opción a libertad condicional antes de 15 años. En declaraciones posteriores la madre de Matthew subrayó: “Siento que Louise tiene que ser responsable por lo que le pasó a Matthew... Apenas puedo describir lo que ha significado para mi familia. Daría cualquier cosa a cambio de tener a Matthew de vuelta”.

El impacto mediático del caso fue inmediato y global. La cobertura de la prensa internacional puso a debate tanto la culpabilidad de la acusada como el funcionamiento del sistema de jurados, la transparencia de la justicia estadounidense y los modelos de cuidado infantil vigentes. El juicio fue transmitido en vivo y analizado continuamente en televisión y periódicos. Durante las deliberaciones, el jurado solicitó revisar dos días de testimonios médicos, pero el juez Hiller Zobel denegó el pedido por lo complejo que resultaba reproducir integralmente toda esa parte del proceso.

Durante el juicio se dio
Durante el juicio se dio una rivalidad ente el público: de un lado los estadounidenses y del otro los británicos (Associated Press)

En una decisión sorpresiva tomada el 10 de noviembre de 1997, apenas semanas después de la condena, el juez Zobel revisó el fallo y lo redujo de asesinato en segundo grado a homicidio involuntario. Esa decisión se basó en que el elemento de malicia, indispensable para sostener el delito mayor, no pudo ser demostrado. El magistrado explicó: “Considero que las acciones de Woodward estuvieron marcadas por confusión, inexperiencia, frustración, inmadurez y cierta rabia, pero no malicia”. Acto seguido, sentenció a Woodward a los 279 días que había cumplido desde su arresto en febrero, lo que equivalía a su liberación inmediata.

De regreso en el Reino Unido, Louise Woodward completó estudios de derecho en la London South Bank University, contrajo matrimonio y formó una familia, alejándose del interés mediático que la había asediado durante el proceso. No obstante, el caso siguió generando especulaciones sobre lo que realmente causó la muerte de Matthew Eappen. Persistieron interrogantes en torno a una posible lesión previa, quién podría haberla infringido y las condiciones en las que se produjo el desenlace. En una entrevista concedida a la BBC, Woodward manifestó: “Si los padres no lo hicieron, ¿entonces quién? Había la sensación de que alguien debía pagar y ese alguien tenía que ser yo”.

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