“Me compraron por el valor de un cero kilómetro”: la historia de una mujer apropiada que llevó a juicio a la partera que la vendió

Clara Lis nació en 1978 y a los 27 descubrió que había sido vendida al nacer. Investigó su historia, llevó a juicio a la partera que la entregó y logró una condena inédita. En el Día Nacional por el Derecho a la Identidad, vuelve a hablar de la búsqueda y la verdad

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La historia de Clara Lis marcó una bisagra en la justicia argentina: logró la primera y única condena a una partera por robo y venta de bebés (Foto/Jaime Olivos. Video/YouTube Personas Desaparecidas BA)

Clara Lis tenía 27 años cuando hizo una pregunta que cambió su vida: “¿Vos la viste a mi mamá embarazada de mí?”. Sentada enfrente de ella, su prima ya no pudo seguir ocultándole la verdad y, entre lágrimas, le confesó lo que hasta ese momento era un secreto a voces. “A vos te fueron a buscar a González Catán. Te compraron por el valor de un auto cero kilómetro”, le dijo.

Fue en abril de 2005. Clara Lis quedó perpleja: jamás había tenido una sospecha. “Cuando me enteré me sentía como el protagonista de la película The Truman Show, porque vivía una realidad de la cual yo estaba convencida, pero que todo mi entorno —incluso hasta los vecinos del barrio— sabía que no era real. Años más tarde, recuerdo que una señora de la cuadra me dijo: ‘Nena, yo sabía que vos eras adoptada’. Usaban ese término para no decir ‘apropiada’. En ese entonces, ir a buscar un niño a otro lugar cuando no había habido un embarazo era algo común. Socialmente estaba naturalizado. Y todavía sigue estándolo: seguimos sin saber dónde están Sofía, Loan, Lian, Guadalupe y un montón de otros niños. Nos debemos respuestas”, dice.

Es un jueves caluroso de octubre y Clara Lis recibe a Infobae en su departamento del barrio porteño de Colegiales, el mismo donde creció junto a sus padres de crianza que, en realidad, eran sus abuelos. Su historia marcó una bisagra en la justicia argentina: logró la primera y única condena a una partera por robo y venta de bebés.

La mujer que la vendió, Nilda Bomina Civale de Álvarez, fue condenada a 12 años de prisión al comprobarse —durante el juicio— que se apropió y vendió a tres recién nacidas entre 1969 y 1978. “A veces pienso que ella nos cambió el comienzo de nuestras vidas y nosotras le cambiamos el final de la suya —reflexiona Clara Lis, querellante en el debate oral junto a Andrea Fabiana Belmonte y Patricia Guadalupe Uriondo—. Haber llegado a una condena, fue una batalla ganada, sobre todo porque abrió camino para otros casos”, dice.

Civale —que el pasado 2 de octubre cumplió 93 años— permanece bajo prisión domiciliaria en un geriátrico. Todavía le queda un año más de condena por cumplir. En el Día Nacional por el Derecho a la Identidad, Clara Lis se hace eco de quienes, como ella, todavía no pueden hacer valer ese derecho humano fundamental. “En Argentina la sociedad vincula al derecho a la identidad con el terrorismo de Estado y los crímenes de lesa humanidad. Pero hay otra dimensión que sigue invisibilizada: las historias de personas que fueron víctimas del tráfico y la compraventa de bebés, un delito que ni siquiera está tipificado en el Código Penal”, explica.

La partera Nilda Civale durante
La partera Nilda Civale durante el juicio oral. Hoy tiene 93 años y cumple prisión domiciliaria en un geriátrico (Foto/Archivo)
19 de diciembre de 2012.
19 de diciembre de 2012. Clara Lis y Patricia Urondo, otra de las víctimas y querellante en el juicio contra Civale, al momento de escuchar la sentencia (Captura YouTube Personas Desaparecidas BA)

“Yo siempre quise que lo supieras”

A Clara la criaron sus abuelos Orestes y Clara. “Eran los padres de Lidia, quien me anotó como su hija —explica—. Hasta mis 27 años, yo decía que mi mamá había sido madre soltera, que había muerto a los 36, cuando yo tenía un año y que nunca había conocido a mi papá. De hecho, me llamo Clara por mi abuela de crianza. Y, paradójicamente, ella fue a quien le dije ‘mamá’ toda mi vida. Yo sabía que no era mi madre, pero cumplió ese rol”.

Las dudas acerca de su identidad llegaron por azar, durante un chequeo médico. Le preguntaron de qué tipo de cáncer había muerto su mamá y, recién en ese momento, Clara Lis se dio cuenta de que no lo sabía. “Nunca lo había preguntado porque la historia que me habían contado me cerraba por todos lados. Tenía cubiertos los roles de padre y madre. Había tenido una infancia feliz. Incluso, fui mejor alumna durante toda la primaria”, detalla.

El tema de no tener un parecido físico con quienes la criaron —dato que suelen destacar muchas personas apropiadas— no fue un problema para Clara Lis. “Como no sabía quién podía haber sido la pareja de Lidia, estaba la posibilidad de que me pareciera a él. Por otro lado, más de una vez, me habían aclarado que ‘él no quería tener hijos’. Entonces, el relato no me generaba inquietudes”, agrega.

Al salir del médico, Clara Lis comenzó a hacer preguntas que nunca había hecho: si había nacido por parto vaginal o por cesárea, por ejemplo. “Le pregunté al hermano de Lidia, mi tío de crianza, y no me respondió”, cuenta. Prefirió dirigir esas dudas al resto de la familia y no a Clara y Orestes para no reabrir la herida de la muerte de su hija.

“Nunca hice preguntas sobre mi
“Nunca hice preguntas sobre mi origen porque la historia que me habían contado me cerraba por todos lados. Tenía cubiertos los roles de padre y madre. Había tenido una infancia feliz. Incluso, fui mejor alumna durante toda la primaria”, detalla (Foto/Jaime Olivos)

Paralelamente, empezó terapia por primera vez en su vida. En eso estaba cuando, una tarde, fue a visitar a una prima. “Mientras conversábamos le comenté que nunca había visto fotos de mi mamá sonriendo. Entonces ella trajo el álbum de su casamiento: ahí estaba Lidia riéndose. La vi y fue como mirar una revista en la sala de espera de un consultorio. Ahí le pregunté: ‘¿Vos la viste embarazada de mí?’. Me contestó que no y se puso a llorar. Me dijo que me habían ido a buscar a González Catán, al consultorio de una partera que se llamaba Nilda Civale. También me contó que por mí habían pagado el valor de un auto cero kilómetro, que pidieron plata, no sé cuántas personas”.

Cuando por fin pudo hablar con su abuela de crianza, Clara Lis escuchó una frase que nunca olvidó: “Yo siempre quise que lo supieras”. Según le confió la mujer, su abuelo le había impedido contárselo. “Tenía miedo de que te quisieras ir porque pensaba que podía haber alguien que estuviera buscándote”, agregó.

Si Lidia quiso ser madre pese a su enfermedad o si la enfermedad vino después, es un dato que Clara no pudo reconstruir. “Hay un punto en común en muchas historias de apropiación: son mujeres que habían perdido embarazos o no podían gestar y buscaban cumplir ese deseo a cualquier costo. Con los años, y luego de ser mamá, pienso en cuán claro hay que tener las ganas de ser madre. Implica una entrega total de amor, pero también de responsabilidad. No puede no importar el después porque es para toda la vida”.

“A mí me llamaron Clara
“A mí me llamaron Clara por mi abuela de crianza. Paradójicamente, Clara fue a quien le dije ‘Mamá’ toda mi vida. Yo sabía que ella no era mi madre, pero cumplió ese rol”, cuenta (Foto/Jaime Olivos)
Clara Lis fue mamá en
Clara Lis fue mamá en 2020 en plena pandemia. “Mi hijo es la única persona que tengo cerca con un vínculo filiatorio”, dice (Foto/Gentileza)

La partera que cambió su destino

“Nilda Bomina Civale de Álvarez”. La primera vez que Clara Lis leyó ese nombre fue en su acta de nacimiento. Según le explicaron, el vínculo con la partera había llegado a través de Fernando, un hermano de su abuelo de crianza, quien pensó que aquella mujer podía ayudar a Lidia a cumplir su deseo de ser madre. “Después la googleé y encontré la historia de Nancy Díaz, otra de las víctimas de Civale”, dice.

Para esa altura, Clara Lis ya había comenzado a investigar su propia historia. “Recorrí todo González Catán y fui a la dirección donde figuraba que yo había nacido, en la calle José María Moreno 371. Era un chalet en medio de una ruta. Según pude averiguar, una de las hijas de Fernando —el hermano de mi abuelo de crianza— trabajó como empleada doméstica en esa misma casa. Estaba todo muy entrelazado”, dice.

Un día, Clara Lis fue a ver a esta pariente y le pidió explicaciones. “Yo conocía a la partera, pero no tengo ningún dato. Si vas a buscar algo que tenga que ver con los desaparecidos, vos no tenés nada que ver”, le aseguró. Y enseguida agregó: “Yo te tuve con la sangre calentita entre los brazos”.

Aquel detalle —dice ahora Clara Lis— fue clave para creer que su fecha de nacimiento era el 2 de marzo de 1978, tal como figuraba en su partida. “Hay otro familiar que dijo que me vio el 4 de marzo con un cordón umbilical muy fresco”, dice. Esa sensación, sin embargo, no bastaba para llenar los vacíos.

La duda la llevó a Abuelas de Plaza de Mayo, donde le tomaron muestras de sangre, pero el resultado dio negativo. “Allí me dijeron que no pertenecía a ninguno de los familiares de desaparecidos y que mi cotejo de ADN pasaba a formar parte del archivo de los más de 14 mil negativos que hay registrados en el Banco Nacional de Datos Genéticos. Entonces fui recibida por Alejandro Inchaurregui, director de Personas Desaparecidas de la provincia de Buenos Aires y creador de la Dirección de Búsqueda de Identidad de Origen”, recuerda.

Aunque quiso seguir indagando, por parte de su familia pudo rescatar poco y nada. “Cuando me fueron a buscar a lo de la partera —y en eso coincidieron varios—, dijeron que mi mamá biológica era una mujer joven, de una familia adinerada, que había ocultado el embarazo para entregar al bebé. Al principio creí en esa versión, pero después entendí que era un libreto que se repetía, una historia comodín, que Civale y otras parteras le habían contado. Entonces me despegué de eso”, asegura.

Los apuntes de Clara Lis
Los apuntes de Clara Lis para mostrar los vínculos entre su familia de crianza y Nilda Civale. “Estaba todo muy entrelazado”, dice (Foto/Jaime Olivos)
“En Argentina, la sociedad vincula
“En Argentina, la sociedad vincula el derecho a la identidad con el terrorismo de Estado y con los crímenes de lesa humanidad. Pero hay otra dimensión que sigue invisibilizada: las historias de personas que fueron víctimas del tráfico y compraventa de bebés”, dice Clara (Foto/Jaime Olivos)

El juicio y la condena

A fines de 2012, Clara Lis llevó a Civale a juicio junto a Andrea Fabiana Belmonte y Patricia Guadalupe Uriondo. “Éramos tres las querellantes”, cuenta. El debate —que se llevó adelante en el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 2 de San Martín— comenzó el 31 de octubre y finalizó el 19 de diciembre.

La experiencia fue desgastante. “Fuimos verbalmente agredidas por familiares de Civale en todas las audiencias”, recuerda. Y sigue: “Fueron días de mucha adrenalina y, al mismo tiempo, de un agotamiento emocional importante. Llegaba a casa y dormía hasta el día siguiente”.

Civale vistió saco y falda en todas las jornadas. “Parecía un maniquí: no tenía gestualidad. Tenía una mirada vacía y una estatura muy baja. Recuerdo que le miraba las manos. Cuando le tocó declarar, dijo: ‘Las mujeres llegaban y se iban con lo que traían ahí (en el vientre), en sus brazos’. Escuchar eso me desarmó. Fue de un nivel de siniestralidad muy profundo. De hecho, cuando el fiscal, Alberto Gentili, dio los alegatos, le pedí que lo recordara. Y lo hizo”.

Durante el juicio, Civale no reconoció el delito. “Lo único que quiero decir es que soy inocente y que, en ningún momento, quise hacer daño”, dijo. Tampoco aportó información a las tres querellantes. “Sigo sin saber quién es mi mamá, al igual que Patricia y Andrea”, dice Clara Lis. A pesar de eso, asegura que el debate fue “sanador”. “Ir a la justicia fue el primer paso para empezar a mover la nueva historia. La historia propia es la que uno se construye. Yo puedo decir que mi identidad la forjé a lo largo de mi vida, pero también detrás de una mentira, sin saber qué pasó desde el día que nací para atrás. En ese camino, conocer a otras víctimas me hizo bien. Pude transformar el dolor ayudando a otros y convertirlo en una lucha”, dice.

Alegatos del Fiscal Alberto Gentili en el juicio a la partera Norma Civale

La sentencia a la partera se conoció el 19 de diciembre de 2012. “Como sabíamos que los medios iban a cubrirlo, nos preparamos. A mí se me ocurrió hacer unos carteles enormes con nuestras fotos de bebés, la fecha de nacimiento y un texto que decía ‘Vendido’. Los colocamos en la puerta del tribunal”, cuenta Clara Lis. “Cuando escuché la condena, largué toda la angustia que venía sosteniendo a lo largo de las audiencias. Con Patricia estábamos agarradas de la mano, sosteniendo un rosario, para mantenernos enteras", agrega.

Civale fue condenada a 12 años de prisión por el delito de “sustracción, retención y ocultamiento de un menor reiterado en tres hechos y falsedad de documento público”. Sin embargo, en 2015, la pena se redujo a 7 años, porque la Cámara de Casación entendió que el delito de falsificación de documento público había prescripto. “Esa segunda etapa me quebró más que la primera —admite Clara Lis—. Yo ya no quería volver a entrar a una sala de audiencias. Podíamos haber apelado, porque hubiéramos ganado, pero no teníamos más fuerza física para hacerlo. Queríamos que quedara firme. Tardó cuatro años más en hacerlo y para nosotras ese fue un cierre”.

La declaración de Nilda Civale en el juicio: “Lo único que quiero decir es que soy inocente y que, en ningún momento, quise hacer daño” (Video/YouTube Personas Desaparecidas BA)
Aunque fue condenada a 12
Aunque fue condenada a 12 años, en 2015, la pena se redujo a 7 años, porque la Cámara de Casación entendió que el delito de falsificación de instrumento público había prescripto (Captura YouTube Personas Desaparecidas BA)

Un derecho que hacer valer

Clara Lis tiene 47 años y trabaja como locutora desde hace más de dos décadas. “Creo que mi profesión me ayudó a poner voz a quienes no pueden tenerla”, reflexiona sobre su oficio del que, en las últimas semanas, debió tomar licencia por problemas de salud.

Además de haber llevado a Civale al banquillo, Clara Lis —que se define como referente del Derecho a la Identidad en casos de tráfico de bebés— impulsó otros logros. “Después de mucho activismo y de reclamar al Estado, logramos que se creara el Programa de Identidad Biológica en la CONADI. Gracias a esa lucha, hay casi 600 madres que pudieron abrir su legajo”, cuenta.

“Argentina es ejemplo en el mundo en materia de Derecho a la Identidad”, afirma. “Pero seguimos sin tener un registro nacional único que reúna a todas las personas que se están buscando entre sí. Necesitamos una Ley Nacional que unifique y proteja todas esas búsquedas”. Esa iniciativa —presentada en el Congreso en 2019 por distintas ONGs y activistas bajo el nombre de Ley de Derecho a la Identidad de Origen y Biológica— propone crear una base federal de datos genéticos y documentales para facilitar el reencuentro entre personas nacidas en contextos de apropiación o compraventa de bebés.

El pasado domingo Clara Lis celebró el Día de la Madre con su hijo de cinco años y su pareja. No fue una fecha fácil. “Hay que enfriar lo que uno siente y entender que lo que haya pasado tuvo sus motivos”, dice. “Hoy por hoy, mi hijo es la única persona que tengo cerca con un vínculo filiatorio. Siento que vino a hacer un poco de balanza en medio de toda esta historia. Por otro lado, también está heredando mi falta de respuestas: no puedo decirle quiénes fueron sus abuelos de mi parte. Hay un costado de su árbol genealógico que no va a poder armar”, lamenta.

“Como no conocía mis antecedentes
“Como no conocía mis antecedentes familiares, mi embarazo fue muy movilizante”, cuenta

Durante su embarazo, Clara Lis tuvo que concentrarse mucho para no vivirlo con miedo. “Como no tenía antecedentes familiares, fue muy movilizante. Más allá de lo que te ofrece la ciencia, la vivencia no es sencilla cuando no sabés ni tenés referencias”, dice.

Ser madre, asegura, le permitió entender mejor a otras víctimas. “Pude comprender mucho más el relato de mujeres como Marta Pérez, que parió a su primer hijo a los catorce años y aún lo busca. Ella siempre dice: ‘Yo solo quiero que sepa que lo quise. Que lo quiero’. Lo pienso al revés y digo: ‘Si esto me pasara a mí, me cerraría la historia’. No voy a exigir un vínculo a alguien que tal vez no tenga ganas de tenerlo, porque los vínculos se construyen. Pero la necesidad de completar la historia, de saber a quién te parecés, sigue estando”.

A pesar de haber logrado un fallo histórico contra Civale, Clara Lis siente que hoy la justicia “no se ocupa”. “Hace poco murió una partera que estaba denunciada: la causa la tenían dormida y, cuando la activaron, ya era tarde. Se llamaba Sofía Sas y era de Turdera. Todavía se me acerca gente pidiéndome ayuda. Quien tenga información, la tiene que dar sin miedo, porque le puede mejorar la vida a otra persona. Contrariamente a lo que muchos creen: nunca la verdad le va a empeorar la vida a alguien”.

“Hay una necesidad de reencuentro,
“Hay una necesidad de reencuentro, de saber a quién te parecés” (Foto/Jaime Olivos)
“Seguimos sin tener un registro
“Seguimos sin tener un registro nacional único que reúna a todas las personas que se están buscando entre sí. Necesitamos una Ley Nacional, que unifique y proteja todas esas búsquedas”, dice Clara

*En Argentina hay según el banco nacional de datos genéticos 14.000 personas que no conocen su origen biológico. Son personas que fueron apropiadas o adoptadas y están por fuera del Terrorismo de Estado, es decir que en caso de haber nacido entre 1976 y 1983, ya se comprobó que NO son hijos de desaparecidos. En el Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, en la Dirección de Personas Desaparecidas, existe un área que se dedica especialmente a la Búsqueda de Identidad de Origen, y son quienes, liderados por Alejandro Incháurregui, acompañan estos procesos donde personas de todo el país se acercan para lograr conocer su identidad.

*Más información llamando al 0800-333-5502 y al +549-221-4204188. Sino por mail: busquedadeorigen@mseg.gba.gov.ar

*El juicio completo a Nilda Civale se puede ver en YouTube

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