El Patio Andaluz, la joya sevillana del Rosedal de Palermo, vuelve a brillar como hace casi un siglo

Construido en 1929 con materiales traídos en barco desde Sevilla, el Patio Andaluz es un rincón histórico del Parque 3 de Febrero. Tras nueve meses de trabajos, la Ciudad restauró su fuente, azulejos y bancos, devolviéndole el esplendor a un espacio que simboliza el vínculo cultural entre Buenos Aires y Andalucía

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Esta joya de Rosedal, que data de casi un siglo, recuperó su esplendor gracias a los trabajos realizados desde hace 9 meses

En el corazón verde de Buenos Aires, donde los porteños buscan desde hace más de un siglo un respiro entre lagos, pérgolas y rosales, acaba de recuperar su esplendor una joya centenaria. El Patio Andaluz, ese rincón sevillano que atesora el Rosedal de Palermo desde 1929, reabrió tras una restauración integral que devolvió el brillo a sus azulejos, fuentes y bancos. Se trata de la primera gran puesta en valor desde 2008 de un espacio que es, al mismo tiempo, memoria, patrimonio y postal obligada del Parque 3 de Febrero.

Construido con materiales llegados en barco desde España, el Patio es mucho más que un jardín: es el testimonio de un vínculo histórico y cultural entre Buenos Aires y Sevilla.

El alma sevillana en Palermo

Azulejos sevillanos decorados con escenas del Quijote y con imágenes de la vida española clásica —desde duelos de caballeros hasta talleres de alfareros— revisten sus muros y bancos. En el centro, la fuente principal recuerda su origen con una dedicatoria que habla de este lazo transatlántico: “A la caballerosa y opulenta Ciudad de Buenos Aires en testimonio de comunicación espiritual, Sevilla ofrece esta muestra de la industria de Triana, el barrio de los laboriosos alfareros y los intrépidos navegantes”.

Ese mensaje, inscrito a comienzos del siglo XX, recupera hoy fuerza en un espacio que volvió a abrirse al público después de nueve meses de trabajos. Con un criterio de restauración conservativa, el Gobierno de la Ciudad intervino cada superficie y pieza, desde mayólicas y teselas hasta las fuentes y los bancos. El objetivo, según los responsables, fue claro: respetar el diseño y la materialidad original, evitando cualquier intervención que modificara la esencia del lugar.

La restauración devolvió el brillo
La restauración devolvió el brillo a los azulejos, fuentes y bancos

“Cuidamos nuestro patrimonio cultural porque es fundamental para la Ciudad. Ya restauramos completamente el Patio Andaluz y muy cerca, también en el Parque 3 de Febrero, estamos avanzando con la ampliación del taller del MOA, Monumentos y Obras de Arte, un espacio de la Ciudad donde se cuidan y recuperan las esculturas del enorme museo a cielo abierto que es Buenos Aires”, señaló el jefe de Gobierno, Jorge Macri.

La restauración, detalle por detalle

La puesta en valor incluyó la fuente central —a la que se le repuso el pico vertedor, se consolidaron relieves y se trató la taza para lograr uniformidad cromática— y una fuente secundaria. También se intervinieron ocho escaleras, los pisos que sufrían hundimientos, barandales, columnas de hierro, la pérgola y los bancos: ocho interiores, cuatro exteriores y doce ubicados en los caminos que miran al lago.

Para Ignacio Baistrocchi, ministro de Espacio Público e Higiene Urbana, la tarea no fue solo técnica, sino también cultural: “Tenemos más de 2.000 piezas de arte en el espacio público. No solo reparamos los daños físicos, sino que trabajamos con rigor para garantizar que cada pieza conserve su autenticidad histórica. Preservar el patrimonio presente en el espacio público debe ser un esfuerzo colectivo”.

Las crónicas cuentan que el
Las crónicas cuentan que el público se maravilló con la obra el día de su inauguración hace 96 años

Un viaje al origen

El Patio Andaluz cumple este mes 96 años, pero su historia comenzó mucho antes. En 1923, el intendente Carlos Noel convocó al arquitecto y paisajista francés Jean-Claude Nicolas Forestier —responsable de obras en Sevilla— para diseñar mejoras en los parques porteños. Entre sus ideas figuraba un “jardín español” en el acceso al Rosedal.

Paralelamente, el Círculo Andaluz de Buenos Aires gestionaba con el Ayuntamiento de Sevilla la construcción de un patio evocador de su tierra natal. El proyecto quedó en manos del artista sevillano Juan Talavera, quien se inspiró en el patio del Asilo de los Venerables Sacerdotes, en la antigua judería de Sevilla.

La restauración se realizó respetando
La restauración se realizó respetando fielmente el diseño y la esencia de este símbolo del Parque 3 de Febrero

En marzo de 1926, el buque Mont Genèvre atracó en el puerto porteño cargado con las primeras piezas: columnas, herrajes y ornamentos, unos 2.149 kilos en total. Más tarde llegarían los azulejos y mosaicos que aún hoy sorprenden a quienes ingresan al patio.

La ubicación también tuvo su propia historia: en un principio se pensó instalarlo en la Plaza Belgrano, pero finalmente se decidió su emplazamiento en el Parque 3 de Febrero. Para ello fue necesario demoler el Pabellón de los Lagos, una construcción de estilo “indo-musulmán” que, tras décadas de vida social intensa, se encontraba en ruinas.

En agosto de 1929 comenzaron los trabajos de obra bajo la conducción de Carlos León Thays (h), titular de la Dirección de Paseos, que tuvo la tarea de aunar el proyecto original de Forestier con la glorieta donada por el Ayuntamiento de Sevilla. Aunque Thays debió adaptarlo a un espacio sensiblemente más pequeño que el previsto originalmente en el proyecto del paisajista francés.

La gran inauguración de 1929

El 13 de octubre de 1929, Buenos Aires y Sevilla sellaron en el Rosedal un pacto de hermandad cultural. Ese día, con un palco adornado con flores y escarapelas argentinas y españolas, se inauguró oficialmente el Patio Andaluz. Entre los asistentes estuvieron el ministro del Interior Elpidio González, el intendente José Luis Cantilo, el embajador de España Ramiro de Maeztu y el arquitecto Carlos Thays (h).

Cada detalle restaurado en el
Cada detalle restaurado en el Patio Andaluz cumple un papel en la memoria colectiva

Las crónicas cuentan que el público se maravilló con la obra, en la que convivían el trazo del paisajista francés Forestier con la glorieta sevillana donada. Desde entonces, el Patio adquirió protagonismo en el Parque 3 de Febrero, un escenario ideal para paseos, fotografías y citas románticas.

Hoy, casi un siglo después, el Patio Andaluz vuelve a brillar con la misma fuerza con la que deslumbró en 1929. Más allá de la nostalgia, la restauración busca asegurar que ese legado pueda seguir siendo parte de la vida urbana y cultural de Buenos Aires.