La bicicleta como transporte genera pasiones, polémica y un desafío sobre cómo debe ordenarse la convivencia en el tránsito

El legislador porteño y columnista de Infobae en Vivo Emmanuel Ferrario analizó el impacto de las bicicletas en las metrópolis y los desafíos pendientes en infraestructura, normas y educación vial. Resaltó la urgencia de políticas públicas sostenidas para garantizar una mejor convivencia urbana y destacó los beneficios ambientales, sociales y sanitarios del uso creciente de la bicicleta.

Estas declaraciones fueron realizadas durante el programa de la mañana, que este viernes cuenta con la conducción de Gonzalo Sánchez, Lucía Crivelli, Ramón Indart y Cecilia Boufflet.

En esta edición, Emmanuel Ferrario abordó un tema central para las ciudades contemporáneas: “La irrupción y consolidación de la bicicleta como medio de transporte genera pasiones, posturas encontradas y una serie de tensiones urbanas que no siempre encontramos resueltas. Las grises de convivencia entre ciclistas, peatones y automovilistas son evidentes y requieren una mirada sistémica”.

A la hora de plantear el debate, Ferrario hizo foco en la experiencia cotidiana de quienes se mueven en bicicleta por la Ciudad de Buenos Aires, pero también llamó la atención sobre el fenómeno a escala global. “Definitivamente hay un montón de beneficios para andar en bicicleta. Creo que las ciudades tienen que ir hacia ahí, pero hay una tensión ineludible. El que va en auto, que tiene el porte mayor, el ciclista, el peatón... Todo se cruza en el espacio público y muchas veces no sabemos cómo convivir. Es una convivencia atravesada por tensiones reales”, insistió el legislador de la Ciudad de Buenos Aires.

Ferrario explicó, en diálogo con Infobae en Vivo, en el programa de la mañana, que disfruta de escuchar puntos de vista diversos y recorrer los diferentes argumentos de los actores urbanos involucrados: “Me parece muy interesante cuando los automovilistas acusan a los ciclistas de tener una suerte de superioridad moral. Como si por andar en bicicleta, pudieran hacer lo que quieran, pasar por donde quieran, y cualquier accidente fuese culpa del otro. Sin embargo, quienes se mueven en bici muchas veces denuncian lo contrario: que los autos obstruyen ciclovías, que no se respetan las distancias de seguridad, que se sienten vulnerables”.

En ese marco, reflexionó sobre la identidad múltiple de los habitantes de las grandes ciudades: “Lo curioso es que muchos de los que son automovilistas también son ciclistas y en otro momento peatones. Sin embargo, cuando ejercen un rol, pareciera que se olvidan de la perspectiva del otro. Y eso genera un tránsito caótico, mucha tensión y hasta malestar”. Para Ferrario, la solución solo puede venir de la mano de una política pública sostenida y de una mejor educación vial: “La transformación de las ciudades pasa por educar, por generar infraestructura, por regular el uso del espacio público. No hay soluciones mágicas ni atajos”.

Uno de los ejes centrales de la columna fue la evolución de la infraestructura ciclística de la Ciudad de Buenos Aires. Emmanuel Ferrario recordó que “la primera bicisenda de la ciudad fue durante el gobierno de Fernando de la Rúa y era muy pequeña. Después, con las gestiones de Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta, la red pasó a superar los 300 kilómetros. Hoy hay una infraestructura que, si bien puede considerarse avanzada si la comparamos con otras ciudades de la región, todavía requiere inversiones y mantenimiento regular”.

Ferrario puntualizó que contar con una red de ciclovías segura y bien mantenida incentiva el uso de la bicicleta y ayuda a disminuir el uso del automóvil: “Cuando hay ciclovía, hay más ciclistas, más gente se anima. Pero es fundamental que esa red esté mantenida, que los autos no estacionen sobre las ciclovías y que se cumplan las normas de tránsito. No puede ser que la infraestructura exista solo en los papeles”.

En cuanto a las reglas, el legislador remarcó: “Las normas son claras y hay que hacerlas cumplir. Los ciclistas deben circular en el mismo sentido de la calle, utilizar las ciclovías, no ir por las veredas ni contramano, respetar los semáforos y usar casco. Pero, según datos oficiales, apenas el 22% de los ciclistas usa casco en la ciudad, lo que muestra que aún falta mucho en términos educativos y de control”.

Además, mencionó ejemplos internacionales como Ámsterdam y Copenhague, donde el uso intensivo de la bicicleta va de la mano de una educación vial sólida y de incentivos estatales: “En los Países Bajos es impensado circular en bicicleta sin respetar las reglas. Todos usan casco, las bicis llevan bocina, hay una cultura de la movilidad que lleva décadas construyéndose”.

Durante la charla, Ferrario hizo hincapié en la necesidad de profundizar la educación vial, tanto para ciclistas como para el resto de los actores urbanos: “En los cursos de manejo se habla poco y nada sobre cómo debe comportarse un ciclista o un automovilista frente a una bicicleta. Las bicisendas y ciclovías llegaron, pero la pedagogía vial no avanzó a la par. Hace falta cambiar eso. No solo en el diseño de la infraestructura, sino en la mentalidad de todos los que circulamos por la ciudad”.

Abordando las tensiones entre usuarios y los dilemas de convivencia, subrayó: “Veo que faltan campañas sostenidas, falta rigurosidad para multar, y falta hasta señalética clara en muchas partes de la ciudad. Cuando la convivencia se vuelve conflictiva, es porque no está garantizado el entendimiento de todos sobre cómo debe funcionar el espacio público”.

El legislador porteño también destacó las discusiones en torno a las ciclovías bidireccionales y unidireccionales: “Las bicisendas bidireccionales ocupan menos lugar y pueden quitar plazas de estacionamiento. Pero una ciclovía mano y contramano puede confundir a automovilistas y peatones, sobre todo a la hora de doblar o cruzar. Todo se resuelve con mejor señalización, concientización y control”.

Ferrario no dudó en subrayar los beneficios comprobados del uso cotidiano de la bicicleta. “Es mucho más que una moda o un fenómeno pospandemia. Desde hace más de un siglo y medio, la bicicleta acompaña a las ciudades. Hoy, más que nunca, es clave en la agenda de la salud pública, contra el sedentarismo y para prevenir enfermedades graves. Hay investigaciones que demuestran que andar 20 minutos por día en bicicleta es fundamental para la salud cardíaca, para prevenir diabetes, algunos tipos de cáncer y hasta para mejorar la salud mental”, detalló.

Agregó también el factor ambiental: “Cada viaje en bicicleta ahorra emisiones de CO2, reduce la contaminación sonora y del aire. Hay estimaciones que indican que la mitad de los recorridos urbanos en Buenos Aires podrían hacerse perfectamente en bicicleta. Son viajes de cinco kilómetros o menos. Si los hacemos en auto, no solo congestionamos la ciudad, sino que también generamos un impacto ambiental evitable”.

Desde la dimensión social, Ferrario contó, en diálogo con Infobae en Vivo, en el programa de la mañana, que la bicicleta también jugó un rol histórico en la emancipación femenina y en la apertura social: “En el siglo XIX y XX, el acceso de las mujeres a la movilidad independiente a partir de la bicicleta permitió romper con esquemas de endogamia en algunos pueblos, facilitó la diversidad y dio a las mujeres autonomía para moverse y decidir”.

A lo largo de la charla, el columnista reveló vivencias personales y relató anécdotas urbanas: “Sentirse jugando arriba de una bicicleta es algo que muchos adultos dejan de experimentar, pero que sigue siendo una forma de conectarse con la ciudad y con uno mismo. Hacer zigzag en una calle vacía, andar bajo los árboles, es una sensación de libertad y bienestar. Es otra velocidad, otra conciencia del espacio y de quienes nos rodean”.

Ferrario también recordó la popularidad de la bici en los veranos porteños, la masificación de los furgones para bicicletas en el tren y el subte, y la importancia de fomentar el uso recreativo y el transporte combinado. “Muchas empresas hoy ponen duchas en sus oficinas, habilitan estacionamientos para bicicletas y hasta bonifican a quienes eligen moverse de manera sustentable. Hay ejemplos exitosos en países europeos donde incluso se otorgan subsidios para la compra de bicicletas y equipamiento”.

Entre los obstáculos actuales, Ferrario identificó la necesidad de mantener la infraestructura en buen estado, fortalecer los controles y sumar incentivos concretos para el usuario: “Las bicis llegaron para quedarse, pero eso no significa que todo sea sencillo. Hay que apostar a la educación, al respeto de las normas y a una convivencia consciente de los desafíos que implica. La política pública no puede reducirse solo a construir ciclovías; debe asegurar su buen uso, incentivar el uso de elementos de seguridad y apostar a una mejor educación vial, de manera transversal”.

Al referirse a casos emblemáticos, mencionó la cultura del ciclismo urbano en Ámsterdam y Dinamarca, donde “el clima nunca es una excusa para no usar la bicicleta. Hay una frase típica danesa que dice: ‘No hay mal clima, hay mal abrigo’. Todo se adapta para que la bicicleta siga siendo protagonista, y eso requiere años de inversión y compromiso político”.

Ferrario cerró la charla con una mirada de futuro: “La bicicleta es clave para hacer ciudades más verdes, más limpias, más transitables y más disfrutables. No es solo una cuestión de medio de transporte, sino de calidad de vida. Debemos avanzar hacia una ciudad donde la educación, la infraestructura y el respeto hagan de la bicicleta una herramienta de inclusión y bienestar colectivo”.

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• De 9 a 12: Gonzalo Sánchez, Carolina Amoroso, Ramón Indart y Cecilia Boufflet.

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