
Cada colectividad de inmigrante tiene su punto de encuentro. En este caso, los bolivianos tienen su lugar en un bar llamado Yungas. La cafetería queda en Aconcagua —porque todo tiene que estar en la altura— 940 de Villa Celina, en el barrio conocido como la “Mini Bolivia”, partido de La Matanza.
En el Yungas se incluye un raro ekeko con aspecto de duende, entre bolsas de café boliviano y chocolates del mismo origen. En el menú, está la marraqueta —pan boliviano similar al francés— de carne desmechada, tomate, espinaca y un submarino.
Especialidad en café
La carta del Yungas ofrece 16 variedades de cafés. Entre ellos están el Café Bombón y el Café Yungas. Otras infusiones del menú son Dulce Amanecer, con pimpollos de rosas asiáticas, canela, té negro y té de jazmín. La segunda, Inspiración, incluye manzanilla, anís, té blanco y té de jazmines. El resto de la carta son acompañamientos, sanguchería y licuados.

La cafetería Yungas abrió en abril de 2022. Su mobiliario aún luce como nuevo. El piso es de porcelanato. Obvio que no iba a ser de baldosa calcárea ni de granito, hoy muy caros. En las paredes se observan leyendas y frases de escritores estadounidenses. Me pareció raro, pero a eso fui. Quise conocer un lugar que no respondiera a los cánones del cafetín porteño. Y me acerqué hasta la Mini Bolivia en Villa Celina para conocer un café boliviano.
Carla, la dueña de Yungas, nació en Palos Blancos, un pueblo ubicado, exactamente, en las yungas bolivianas. Llegó al país hace 11 años para recomponer, sin éxito, un vínculo afectivo y familiar.
Su primer trabajo fue de bordadora. También fue secretaria y cajera en un banco. Vivió en la Villa 21 de Barracas y en Flores. Cuando pudo independizarse confeccionó ropa en su casa y la vendió en La Salada. También conoció los tropiezos. Y tuvo que volver a la 21. Poco a poco se rehizo hasta que recaló en Villa Celina.

Hace nueve meses Carla entró a la cafetería y se enamoró del lugar. Su hija mayor Navet quería estudiar gastronomía. Entonces, la mujer consultó a los anteriores propietarios y terminó comprando el fondo de comercio. Hoy Navet abandonó la gastronomía y estudia criminología en la Universidad Argentina de la Empresa. Su otra hija, cursa la secundaria con intención de continuar la carrera de ingeniería electrónica.
El Yungas abre todos los días de 8.30 a 14.30 y de 15.30 a 21.30. La pausa horaria es por el cambio de turno del personal.
¿Y desde cuándo existe una ligazón estrecha entre bolivianos y porteños? Pues desde siempre. Mejor dicho desde que existe Buenos Aires. Dos fuertes razones provocaron el viaje de Juan de Garay desde Asunción para refundar el rancherío abandonado por Pedro de Mendoza. La primera, el descubrimiento en 1545 del yacimiento de plata en el cerro Potosí, bautizado Cerro Rico por los españoles, que llegó a convertirse en el mayor complejo industrial del mundo en el siglo XVI según informes de la UNESCO.
Este hecho reavivó el plan para construir un puerto sobre el Río de la Plata de manera de sacar el mineral rumbo a España. El trayecto Potosí-Buenos Aires era más corto y amigable que el empinado y tortuoso Potosí-Lima, el puerto y capital del Virreinato del Perú. Los poderosos funcionarios limeños se opusieron de inmediato al desarrollo portuario rioplatense. Temían perder gran parte de sus ingresos y privilegios. El resultado dio paso a dos largos y penosos primeros siglos de vida en la aldea que era Buenos Aires.

El segundo elemento que justificó el traslado de españoles, criollos y guaraníes río abajo por el Paraná fue la libertad con la que buques ingleses y portugueses transitaban la cuenca siendo estas costas, por entonces, territorio de la Corona Española.
Hacia finales del siglo XVIII el cerro de plata había sido expoliado en su totalidad. Sin embargo, para cuando ocurrió la Revolución de Mayo, la importancia de la antigua Villa Imperial del Potosí y los demás pueblos del Alto Perú —actual Bolivia— mantenían su influencia en el ya existente Virreinato del Río de la Plata.
Por ejemplo, Cornelio Saavedra, presidente de la Primera Junta, nació en Potosí. Y dos miembros del primer gobierno patrio se formaron en esas provincias, Mariano Moreno se graduó en la Universidad de Chuquisaca; y Juan José Castelli, en la Universidad de Charcas. Compañero de ambos en los claustros de Chuquisaca resultó ser otro revolucionario de mayo, Bernardo de Monteagudo.

Estos hechos dan cuenta de dónde se encontraba el poder por entonces. Como también por qué se envió, a escasos días del 25 de Mayo de 1810, una expedición militar al Alto Perú —primero fue Castelli y lo siguió Belgrano— para lograr la adhesión a la causa patriótica de esas provincias unidas de arribeños.
La posterior consolidación del Estado Nacional y el inicio del Siglo XX vinieron a romper el balance entre los habitantes nacidos en América del Sud. El aluvión inmigratorio europeo relegó a los márgenes —de todo tipo— a nuestros vecinos continentales. La colectividad boliviana se instaló en Villa Celina, ocupando, con el correr de los años, todo el descampado que existía hacia 1973 cuando el Club San Cirano comenzó a participar de los campeonatos de Unión Argentina de Rugby.
La cafetería boliviana en pleno Villa Celina
La Cafetería Yungas, como tal, es la única en Mini Bolivia. Los demás espacios gastronómicos responden a las costumbres y la cultura andina. Los alrededores del café son una mega feria andina con puestos callejeros en donde los comensales comparten largas mesas hechas de tablones para comer guisos, tortas fritas, charqui, sábalo, pollo frito, anticucho y salteñas, como le dicen en Bolivia a las empanadas.

Sobre la calle Olavarría, a pasos del Café Yungas, los locales comerciales se suceden unos tras otros. Allí puede conseguirse todo tipo de ropa, pastelería, artículos de bazar, golosinas, conservas, especies, pastas secas, frutas y verduras, casas para envío de dinero a Bolivia.
Frente a estos comercios los puestos transitorios reducen el ancho de la vereda y los toldos dan la sensación de transitar por una recova infinita con cuerpo de serpiente y gente que la transita de manera febril.
Entre las actividades que en la actualidad la ocupan a Carla, además del Yungas, está la de gestionar desarrollos inmobiliarios en Laferrere para la colectividad. Claro que la opción más sentida, sin duda, es la de seguir echando raíces en la Mini Bolivia. Terrenos desocupados ya no quedan, pero existen ofrecimientos a viejos vecinos de la zona. El Yungas Originals Coffee dispone de una mesa para reuniones y acercar a las partes.
Instagram: @cafecontado
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