Se mudó a Dubái en busca de experiencia y descubrió su vocación como tripulante de cabina: “Me di cuenta de que quería volar”

Fernando Camacho es miembro de la tripulación de American Airlines y dejó atrás su carrera como comunicador para trabajar en el aire, tarea que conecta servicio, empatía y una vida entre vuelos. Su historia en el Día Internacional del Tripulante de Cabina

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“Siempre me atrajo la aviación:
“Siempre me atrajo la aviación: los aviones, los viajes, las nuevas culturas. Cada vuelo aporta algo nuevo”, dice Fernando

Unas horas antes de abordar el nuevo vuelo, Fernando Camacho (39) alista su uniforme azul: le queda perfectamente planchado sobre su espalda y lo combina con una amplia sonrisa, la misma que lo acompaña desde su primer embarque. Así recibe a cada pasajero que sube al vuelo del que él forma parte como tripulante de cabina de American Airlines.

En esas horas entre las nubes, se topa con personas que le comparten historias únicas, otras le hablan de caminos inesperados, de anécdotas fantásticas, pero también hay momentos de dolor y él las acompaña viviendo cada viaje como una experiencia única. “Siempre me atrajo la aviación: los aviones, los viajes, las nuevas culturas. Cada vuelo aporta algo nuevo”, cuenta Fernando, quien además es responsable de relaciones comunitarias de Latin Diversity Network Argentina, uno de los Employee Business Resource Groups (EBRG) de la compañía aérea.

Desde 2015, cada 31 de mayo se celebra el Día Internacional del Tripulante de Cabina, en conmemoración del primer vuelo comercial con personal de asistencia a bordo, realizado en 1929 por United Airlines. En aquel viaje histórico, la enfermera Ellen Church propuso incorporar profesionales capacitados para brindar seguridad y atención a los pasajeros, dando origen a una figura clave en la aviación moderna. Lejos de ser solo asistentes, los tripulantes de cabina cumplen funciones esenciales en materia de seguridad, primeros auxilios y gestión de emergencias, y representan una profesión global que exige formación, vocación y una gran capacidad de adaptación.

Fernando no siempre imaginó su
Fernando no siempre imaginó su vida a 35 mil pies de altura (Captura de Video)

Escuchar la vocación

Fernando no siempre imaginó su vida a 35 mil pies de altura. Su historia no es la de un niño que soñaba despierto con estar rodeado de nubes, sino la de alguien cuyo camino comenzó lejos de las pistas y los hangares, en las aulas de Ciencias de la Comunicación, carrera que ejerció durante algunos años con compromiso y curiosidad. Sin embargo, desde joven lo atraían los aviones, los viajes y la posibilidad de conocer otras culturas. Esa atracción silenciosa fue tomando forma hasta convertirse en una decisión concreta. “Siempre me atrajo la aviación. Después de recibirme, quería adquirir experiencia laboral internacional y me enfoqué en ese mundo”, asegura.

Fue un giro inesperado —una mudanza a Dubái en busca de una experiencia global— lo que modificó su recorrido. En 2015 comenzó a trabajar como agente de servicios aeroportuarios en el aeropuerto internacional de esa ciudad. “Me acerqué al universo de la aviación desde otro lugar. Lo observaba, lo habitaba, pero no era parte. Hasta que me di cuenta de que quería volar”, cuenta sobre el momento en que descubrió que ese mundo no era solo un entorno de trabajo, sino su verdadera vocación.

En 2018, esa certeza se transformó en su realidad. Fue seleccionado por American Airlines y viajó a la ciudad de Fort Worth, Texas, donde se entrenó como tripulante de cabina. “La entrevista para ingresar a la compañía fue cálida y agradable; reflejaba realmente la cultura de la empresa. La formación fue una experiencia memorable y transformadora. Empecé oficialmente en septiembre, y desde entonces este es mi lugar”, dice. Ya pasaron casi nueve años desde su ingreso al sector, con una breve pausa entre medio, pero la pasión sigue intacta.

"La parte más gratificante es
"La parte más gratificante es marcar la diferencia en el viaje de alguien", asegura Fernando Camacho

El presente soñado

Hoy, Fernando también forma parte de una comunidad aérea que conecta culturas, historias y geografías. Para él, ser tripulante de cabina no es solo servir comidas o asistir a pasajeros. “La parte más gratificante es marcar la diferencia en el viaje de alguien. La gente viaja por muchas razones, y ofrecer un servicio amable y atento puede realmente mejorar su experiencia. Ser esa presencia positiva a bordo es increíblemente gratificante”, asevera.

Y aunque cada jornada comienza con protocolos, chequeos y la sonrisa de bienvenida, ninguna termina igual. “Cada vuelo es distinto. Lo único que se repite es el privilegio de estar ahí”, dice. La preparación, la empatía y la capacidad de anticiparse a lo que no se ve —una emergencia, una necesidad emocional, un gesto de contención— son, para él, la base invisible del trabajo.

Para quienes desean seguir ese camino, Fernando tiene claro qué mensajes darles: “Tienen que entender que se trata de seguridad, servicio e inteligencia emocional. Dominar el inglés es fundamental, y saber otros idiomas ayuda. Pero también importa mucho la experiencia personal: tus antecedentes determinan tus fortalezas. Y cada entrevista es una oportunidad para aprender”.

"Dream Flight, un evento que
"Dream Flight, un evento que se realiza junto a la Casa Garrahan y que permite a niños en tratamiento en el Hospital Garrahan experimentar, por primera vez, la emoción de un viaje en avión", explica Fernando

En tierra firme, Fernando mantiene vivos otros intereses. Fanático del cine, del tenis y del fútbol, recuerda con emoción un vuelo entre Miami y Buenos Aires durante la última Copa del Mundo. “Jugaban Argentina y Holanda. Logramos ver el partido por streaming: pasajeros y tripulación lo vieron juntos. Fue una experiencia increíble, un momento de unidad y pura emoción", dice sobre el momento en que hubo el vuelo se convirtió en una tribuna aérea.

Pero hay otra faceta de su vida que lo conmueve igual o más que un vuelo perfecto: es responsable de relaciones comunitarias de Latin Diversity Network Argentina, uno de los Employee Business Resource Groups (EBRG) de American Airlines. Desde ese rol, es parte del trabajo a favor de las instituciones locales y organiza actividades de voluntariado, como colectas de alimentos y acciones solidarias.

Una de las experiencias más significativas es Dream Flight, “un evento que se realiza junto a la Casa Garrahan y que permite a niños en tratamiento en el Hospital Pediátrico Prof. Dr. Juan P. Garrahan experimentar, por primera vez, la emoción de un viaje en avión", explica Fernando. “Es profundamente movilizante porque nunca sabés por lo que está pasando cada niño, pero por un día podés iluminar su mundo", asegura emocionado. “Es una experiencia inolvidable que pone todo en perspectiva. Estos son los momentos que te recuerdan por qué este trabajo tiene tanto sentido”, finaliza.

A pesar de los años que lleva en este trabajo, Fernando aún se sorprende del camino recorrido y cada nueva experiencia. Su historia —como la de tantos otros tripulantes— demuestra que lo esencial no siempre se ve en los pasillos del avión. Está en lo invisible: en el cuidado, la escucha, la preparación constante. En la forma silenciosa de estar cuando más se necesita.