La odisea del ingeniero australiano que dio la vuelta al mundo en un vehículo anfibio de la Segunda Guerra Mundial

Durante la década de 1950, Ben Carlin desafió la lógica y los océanos a bordo de un vehículo modificado. Completó su travesía el 13 de mayo de 1958. Fueron 80 mil kilómetros por mar y tierra

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Ben Carlin protagonizó una travesía
Ben Carlin protagonizó una travesía de 80.000 kilómetros por mar y tierra, una hazaña sin precedentes

El tiempo de los exploradores a vela y de los mapas con zonas en blanco, como los que consultaron Fernando de Magallanes o James Cook cuando aún había océanos sin nombre y costas por describir ya habían quedado muy atrás en el tiempo. Decían que el mundo ya estaba recorrido. Pero no era así para Ben Carlin, un exsoldado australiano, con sentido del absurdo, que creyó que aún era posible lanzarse a una travesía imposible a bordo de un vehículo anfibio.

El protagonista de su hazaña fue un Jeep anfibio de la Segunda Guerra Mundial. Con él, Ben Carlin cruzó océanos, recorrió continentes y se enfrentó a todo tipo de imprevistos mecánicos, climáticos y personales.

¿Qué hizo? Durante una década, recorrió el mundo con ese vehículo diseñado para atravesar ríos, soportó las inclemencias del Atlántico y los desiertos africanos. En ese tiempo y con distintas compañías a bordo, Carlin navegó más de 17.000 kilómetros por mar y condujo otros 62.000 por tierra.

El 13 de mayo de 1958, Ben Carlin completó la primera y única vuelta al mundo en un medio de este tipo. Ese día, al regresar a Montreal —el punto de partida en Canadá—, cerró una expedición que lo llevó a cruzar 38 países y cuatro continentes, inscribiendo su nombre en la historia de las exploraciones modernas. Aunque el recorrido entre la partida y la llegada duró menos de ocho años, la travesía completa —con sus pausas, reparaciones y desvíos— se extendió a lo largo de una década.

Carlin documentó cada tramo con precisión, y su legado persiste en libros, mapas, fotografías y en la estructura metálica del Half-Safe, el Jeep transformado en símbolo de una hazaña sin precedentes.

El recorrido de Ben Carlin
El recorrido de Ben Carlin (P. Brieux)

La idea y los primeros pasos

Ben Carlin nació en Northam, Australia, en 1912. Se formó como ingeniero de minas en Perth, pero su vida dio un giro durante la Segunda Guerra Mundial. Sirvió como oficial en el Ejército de su país y luego se unió a las Fuerzas Aéreas Aliadas en el sudeste asiático. Fue allí, en Birmania, donde descubrió los Jeep Ford GPA, versiones anfibias del clásico vehículo militar estadounidense. Aunque los habían diseñados para atravesar pequeños cursos de agua, Carlin lo llevó a lo inimaginable (o imaginado solo por él): cruzar océanos y unir continentes.

Cuando terminó la guerra viajó a Estados Unidos y en 1946 compró un GPA por 901 dólares y lo bautizó, a modo de chiste sarcástico, como Half-Safe, en referencia a un desodorante corporal de entonces, que prometía estar “a medio camino entre seguro e inseguro”, descripción que no tardó en convertirse en literal para su hazaña.

Ben y Elinore Carlin junto
Ben y Elinore Carlin junto al Half-Safe en Bruselas, Bélgica, junio de 1951 (Gordon Bass)

Él mismo dirigió, diseñó y supervisó el proceso de modificación completa del vehículo: le agregó una cabina cerrada, hélice marina, depósitos de combustible extendidos, un sistema de navegación básica y elementos de supervivencia. Lo probó antes de darse de lleno a la aventura. Eso le hizo notar las fallas y qué ajustes técnicos debían hacerle, cosa que demoró el plan original de partida Carlin y su esposa Elinore Arone —estadounidense, docente, compañera de travesía y escritora. Con la puesta a punto, zarparon el 19 de julio de 1950, desde Halifax, Nueva Escocia, Canadá.

El cruce del Atlántico fue duro: le llevó 32 días de navegación, el vehículo sufrió múltiples desperfectos y la pareja padeció condiciones climáticas extremas. Finalmente, llegaron a las Azores con el motor del GPA dañado, sin agua potable y con señales de agotamiento físico severo. Pese a esas dificultades, continuaron hasta Lisboa, donde comenzó la travesía terrestre por Europa: Portugal, España, Francia y Reino Unido.

Ben y Elinore Carlin fueron
Ben y Elinore Carlin fueron recibidos por una multitud al llegar con el Half-Safe a Copenhague, Dinamarca, en 1951, durante su travesía por Europa tras cruzar el Atlántico

Fue entonces cuando entendieron que se había puesto en marcha un viaje a largo plazo. En diciembre de 1955, tras una visita a Australia, Elinore abandonó la expedición y regresó a Estados Unidos. Carlin continuó solo, o acompañado de manera esporádica por voluntarios o colaboradores que quisieron ser parte de la aventura.

Así, Carlin cruzó África del Norte, descendió por Egipto y recorrió Asia desde la India hasta Japón, atravesando zonas de conflicto y paisajes inhóspitos. Varias veces tuvo que embarcar el vehículo en trenes o barcos auxiliares, adaptándose a condiciones que el jeep nunca estuvo preparado para afrontar.

Ben Carlin y Barry Hanley
Ben Carlin y Barry Hanley a bordo del Half-Safe en el puerto de Hong Kong, 1956

Diez años a bordo de una obsesión

Con Elinore lejos y el Half-Safe cada vez más desgastado, la travesía de Carlin entró en su etapa más solitaria. Desde Calcuta, Ben se internó por mar rumbo a Akyab, en la costa birmana, donde se sumó a la expedición un joven australiano llamado Barry Hanley. Cruzaron selvas y ciudades lluviosas del sudeste asiático hasta llegar a Tokio, en julio de 1956. Allí, entre talleres mecánicos y escritorios diplomáticos, Carlin trazó el tramo más ambicioso: el cruce del Pacífico.

En Japón consiguió un acuerdo con la petrolera Standard-Vacuum Oil, que aceptó suministrarle combustible a cambio de una gira promocional por el país. Lo acompañó Boyé Lafayette de Mente, un periodista estadounidense radicado en Tokio. El 1° de mayo de 1957, con provisiones ajustadas y una estructura cada vez más vulnerable, zarparon hacia el norte. A mitad de camino, el Half-Safe golpeó rocas sumergidas, empezó a filtrar agua y avanzó a duras penas hasta Wakkanai. Desde allí, emprendieron el cruce hacia las islas Aleutianas (Shemya, Adak, Cold Bay, y finalmente Homer), en Alaska. Carlin llegó exhausto, pero con la satisfacción de haber dejado el Pacífico detrás. Su compañero bajó en Anchorage y él, una vez más, siguió solo.

Ben Carlin y el periodista
Ben Carlin y el periodista estadounidense Boyé Lafayette De Mente a bordo del Half-Safe en el puerto de Shemya, Islas Aleutianas, julio de 1957. En esta etapa final de la travesía, enfrentaron filtraciones, colisiones y navegación a mar abierto en un vehículo pensado para vadear ríos

En los meses siguientes, descendió por la costa oeste de América del Norte, pasó por Seattle, San Francisco y volvió al punto de partida: Montreal. Era el 13 de mayo de 1958, y habían pasado diez años, un mes y diez días desde la salida. La vuelta al mundo estaba completa: más de 80.000 kilómetros recorridos, cruzando casi 40 naciones y dos océanos.

Difícil de imaginarlo hoy en un mundo tan mediático, virtual y globalizado, pero pese a tremenda hazaña, a Carlin lo esperaban unas pocas cámaras, poca prensa y no recibió ningún homenaje. Su proeza fue tratada como una rareza más que como una hazaña. Pero, seguramente, Carlin sintió la satisfacción de haberlo conseguido. El círculo, literalmente, estaba cerrado.

Su viaje quedó narrado en Half-Safe: Across the Atlantic by Jeep, un libro que relata la primera mitad de la odisea. La segunda parte quedó pendiente. Hasta su muerte en 1981, Carlin vivió sin buscar protagonismo, casi ajeno a la gesta que lo definió. Nadie más intentó repetirla y nadie más, desde entonces, volvió a dar la vuelta al mundo en un Jeep anfibio oxidado, medio barco y medio auto, que apenas flotaba pero avanzaba con tozudez.

Su viaje quedó narrado en
Su viaje quedó narrado en Half-Safe: Across the Atlantic by Jeep, un libro que relata la primera mitad de la odisea. La segunda parte quedó pendiente

Un legado solitario: la epopeya olvidada del Half-Safe

El Half-Safe, cubierto de remaches, parches y anécdotas, sobrevivió al viaje y hoy descansa en la Guildford Grammar School, la antigua escuela de Carlin en Perth, Australia. Allí fue restaurado como una pieza de museo. Los alumnos lo consideran como una reliquia excéntrica. Pocos saben que ese casco herrumbroso le dio la vuelta al mundo cuando todavía era necesario pedir mapas por carta y cargar el combustible en bidones.

Ben Carlin planeó una segunda publicación para contar la otra mitad de su travesía, pero nunca la escribió. Murió en 1981, lejos del ruido, sin haber capitalizado la gloria. Su historia quedó dispersa en recortes, fotografías, cartas y anotaciones de a bordo. Sobre todo, quedó en esa embarcación imposible que desafió el mar y la lógica.