
Fue el 27 de noviembre de 2008. María Balcarce estaba en un tren de regreso a su casa cuando atendió un llamado que le cambió la vida. Del otro lado de la línea, una voz le dio una noticia que la dejó paralizada: “Murió tu hermano”. María no se animó a preguntar cuál de todos. En su familia eran siete; pero, de alguna manera, ella lo intuyó. “Me parecía inconcebible que fuera justo él”, dice. “Él” era Juan Bautista, su hermano un año mayor, con quien compartía una intimidad única, casi secreta, tejida desde la infancia.
El recuerdo que sigue aparece fragmentado: una valija, un pasaporte y un viaje relámpago a México para reconocer el cuerpo. La escena del crimen, los médicos legistas, el paso por la morgue. Juan Bautista, que en ese momento tenía 47 años, había sido asesinado a golpes en el departamento donde vivía. La sospecha: un crimen de odio. “Lo mataron por ser homosexual”, asegura María en charla con Infobae.
La historia de esa relación fraterna, el amor incondicional hacia su hermano y ese duelo prolongado están contados en Aliado, el libro que publicó el año bajo el sello de la editorial española Con M de Mujer y que, próximamente, presentará en Buenos Aires. Una crónica novelada de 290 páginas, escrita desde la experiencia y también desde el límite. “La empecé el mismo día que me llamaron para decirme que mi hermano había muerto”, cuenta.
El texto “no reconstruye una investigación ni busca culpables”. Se organiza por fechas, como una especie de diario, y acompaña el proceso del duelo de la autora: cómo sobrevivió al impacto de la pérdida y de qué manera esa emoción se fue transformando. Además, aborda otros temas como los lazos de sangre, la emigración, la discriminación y la homofobia.

Decidir irse
María Balcarce, que tiene 62 años, es la tercera de siete hermanos. Nació y se crio en la localidad bonaerense de San Isidro, en el seno de una familia católica donde, como ella dice, “había que tener todos los hijos que Dios mandara al mundo”. Su padre era publicitario, su madre, trabajadora social. “Los dos trabajaron toda la vida y eso nos enseñaron”, cuenta. De su infancia, todavía recuerda los viajes a Valeria del Mar, donde su papá tenía un departamento y un restaurante, y los recreos en el colegio San Patricio, en Acassuso, donde también asistió el resto de los Balcarce.
Por aquellos años, cuenta ahora, el vínculo con Juan Bautista comenzó a hacerse más fuerte. “Éramos como gemelos. Por eso, cuando murió, todo el mundo, incluso el resto de mis hermanos, decía: ‘Uy, ¿Cómo va a hacer María?‘. Desde chicos siempre fuimos muy amigos”, asegura. Esa cercanía hizo que él confiara en ella como no lo hizo con nadie más: fue la primera persona a la que le contó que era homosexual. “Yo creo que todos lo sabían en la familia, pero él no hablaba del tema con nadie más, porque no se podía decir. Eran otros tiempos”, recuerda.
En 1987, después de graduarse como profesora especializada en personas sordas e hipoacúsicas, María decidió irse a vivir a Francia. Había sufrido un accidente —la atropelló un colectivo de la Línea 60— y esa experiencia cambió su forma de ver la vida. “Tenía 24 años y entendí que me podría haber muerto. Hacía poco había conocido al padre de mi primer hijo, que justo se estaba yendo a estudiar allá, y pensé: ‘Me voy, total, ¿Qué puedo perder?‘. Fue un impulso. No sabía una palabra de francés”, cuenta entre risas.
Algunos años antes, Juan Bautista también había emprendido su propio camino nómade: primero en Chile, después en Miami, hasta instalarse en México, donde se desarrolló como modelo, actor y conductor de eventos. Durante décadas mantuvieron el contacto primero por carta, después por e-mail y, cada vez que podían, se visitaban. “Él venía a verme a Francia y yo iba a México”, dice.

La última charla
A pesar de la distancia y de las ocho horas de diferencia entre Francia y México, María y Juan Bautista se las ingeniaban para hablar por teléfono durante largos ratos. “Conversábamos muchísimo de la familia: de mi mamá, de mi papá, de mis hermanos…”, explica.
Menos de un año antes del crimen, María viajó a México con sus tres hijos (Sebastián, de 32; Tomás, de 25; y Juliette, de 22) y su exmarido para pasar el verano con Juan Bautista. “Nos paseó por todos lados. Era divino mi hermano, un tipo muy alegre y con una vibra muy positiva. Transmitía mucha felicidad”, cuenta y trae a colación una anécdota que describe el amor que se tenían: “Me acuerdo de una noche en la que él estaba conduciendo un evento en La Condesa. Me llamó y me dijo: ‘Ponete ese vestido azul divino que tenés y venite’. Fui con mi hijo mayor. Cuando llegamos, me agarró de un brazo a mí, lo agarró a él del otro y nos iba presentando: ‘Esta es mi familia’, decía. Estaba feliz”.
La semana previa al 27 de noviembre trágico, los hermanos tuvieron una de esas largas charlas por teléfono. “Hablamos como una hora. Nos pusimos un poco al día, siempre había algo que compartir. Yo lo adoraba y él me adoraba”, dice María.
Nunca imaginó que sería la última conversación entre ellos.

—¿Qué pasó con tu hermano?
—No quiero spoilear el libro, pero, según la reconstrucción que lograron hacer, aquella noche Juan Bautista estuvo a cargo de la conducción de un evento de recaudación de fondos de lucha contra el SIDA. Regresó en la madrugada a su departamento y, al día siguiente, apareció sin vida. Lo mataron a golpes de manera salvaje y violenta.
—¿Por qué decís que fue un crimen de odio?
—Por la forma en que lo asesinaron: no pudo defenderse. La homofobia, lamentablemente, todavía es algo muy propio de la idiosincrasia de algunos países latinos. En ese sentido, México fue y sigue siendo un país muy tradicionalista. Por supuesto que, con los años, el tema de los derechos humanos evolucionó muchísimo, pero la discriminación y el odio hacia quienes son diferentes siguen existiendo. Y eso es lo que creo que pasó con mi hermano. Él siempre decía: “A partir de los 50, la vida es bonus”. Y no llegó. Lo mataron a los 47.

—¿Cómo siguió tu vida después de ese episodio?
—La vida se me dio vuelta y llevó mucho tiempo darme cuenta de que lo que había sucedido era irreversible. Una puede imaginarse tragedias, pero nunca pensás que te va a pasar algo así. Seguís viviendo porque te sigue latiendo el corazón. Por eso también el interés en publicar este libro: para que quien lo lea y haya pasado por una situación similar, entienda que la vida se puede reconstruir.
—El libro tiene anécdotas, cartas y fotos con Juan Bautista. ¿Fue difícil para vos hacer esa reconstrucción?
—Me llevó 16 años. Fui haciéndolo en partes; hay como flashbacks. Si bien empecé a escribirlo el mismo día que me llamaron para decirme que mi hermano había muerto, recién logré publicarlo el año pasado. Lo escribí por él y para él y estoy feliz de que exista, porque sé que mi hermano estaría feliz. Es un verdadero homenaje. Lo mínimo que le debía por todo lo que fuimos y tuvimos, y por todo lo que él me dio. Es memoria.

—¿Por qué “Aliado”?
—Durante años el título del libro iba a ser “Hermano”. Yo escribo poesía, me encanta leer y en todo este proceso leí muchos libros de autores que habían perdido hermanos. Todos esos libros se llamaban “Hermano” o “Hermana”. Entonces, después de mucho tiempo, dije: “Hay que buscar otro título”. Me gustó “Aliado”, porque es lo que más se asemeja a lo que sentíamos el uno por el otro. Con él, pasara lo que pasara, sabíamos que nunca íbamos a traicionarnos. No podíamos estar en conflicto, era imposible. Eso era lo increíble entre nosotros: esa alianza indestructible.
—¿Cuál es la anécdota detrás de la foto de la tapa?
—La tapa del libro la hizo mi prima hermana, Paula Galindez. Es una amiga íntima y también artista plástica. Es un collage que diseñamos juntas y que incluye objetos mexicanos, como los banderines; objetos argentinos, como el mate; y un recorte de diario en francés. Están los tres países: México, Argentina y Francia. La foto fue tomada en Valeria del Mar, donde mi papá tenía un pequeño departamento y un restaurante. Estábamos sentados en una calesita. Yo estoy sosteniendo un balde y mi hermano lo está mirando, porque me lo quería sacar. Mi papá tomó la foto y en el dorso, además de la fecha, escribió: “Ojo con el balde”.

—¿Volviste a México alguna vez?
—Sí, en octubre de 2024, 16 años después de todo lo que pasó. Lo hice para presentar el libro con todos los amigos y amigas de mi hermano. Fue muy emocionante. Todas las presentaciones que hice (NdR.: ya pasó por Barcelona, Madrid y París) vienen siéndolo. Recibí muchas devoluciones y eso fue muy fuerte también. Yo no soy conocida y, de pronto, me encontré con gente que me daba su opinión. Nunca me lo hubiera imaginado. Así me di cuenta de que tuvieron que pasar todos estos años para sentarme a hablar en público de mi hermano. Antes no hubiera podido. Ahora que lo puse en palabras en un libro, siento que ya no me pertenece: es de quien quiera leerlo.
*La presentación de “Aliado” será el próximo martes 29 de abril, a las 19 en “La Malbequería”, Gurruchaga 1418, Palermo Soho.
*Más información de la autora www.mariabalcarce.jimdofree.com
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