
Fue una bendición el cargamento que se pudo confiscar a los ingleses, en la segunda invasión. En la bodega de uno de los barcos, atiborrada de mercaderías que pensaban vender en la ciudad que creían propia, se hallaron juegos completos de tipos para imprenta y una importante cantidad de resmas de papel. Todo vino como caído del cielo para los desgastados tipos que usaba la Real Imprenta de los Niños Expósitos, la única de la ciudad que funcionaba desde 1780 sobre la calle San José, que pasaría a llamarse De la Imprenta. Allí se hacían todas las impresiones y, por supuesto, de sus prensas salieron los periódicos.
La creación de una publicación semanal fue una de las primeras medidas de la Primera Junta, que salió de la frenética inspiración de su secretario, Mariano Moreno. Sostenía que el pueblo tenía el derecho de conocer la conducta de sus representantes. Se llamaría “Gazeta de Buenos Aires” (también se escribiría “Gaceta”) y la decisión la dio a conocer en un bando del 2 de junio de 1810. El jueves 7 salió el primer número y fueron impresos 500 ejemplares. Si bien tenía una frecuencia semanal, solía sacar números extraordinarios por temas de interés urgente. El primer número extra salió el día 9.
Moreno argumentaba que nada de lo que hiciera el gobierno debía ocultarse ni tener “ignorantes de las noticias prósperas o adversas” a la población, y que estaba bien que “el funcionario tema la censura pública”. Todos tenían derecho a saber lo que hacían sus representantes.

Todo aquel que quisiese verter su opinión o acercar información debía enviárselo al presbítero Manuel Alberti, vocal de la Junta e integrante de la primera redacción. Aclaraba que su contenido no se superpondría con el Correo de Comercio, fundado por Manuel Belgrano, y que salía desde el 3 de marzo de ese año.
Como era usual en aquellos tiempos, el nombre del diario iba acompañado por una cita en latín de un pensador. La de la Gaceta decía “Rara felicidad la de los tiempos en que pensar lo que se quiere y decir lo que se siente, está permitido”. Corresponde a Tácito, historiador y político romano.
El primer periódico editado fue el “Telégrafo Mercantil, Rural, Político-Económico e Historiógrafo del Río de la Plata”, cuyo fundador fue el abogado y coronel Francisco Cabello y Mesa. Se lo considera el primer periódico de la ciudad. Un mes antes de que cerrase apareció el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, de Juan Hipólito Vieytes, cuyo primer número apareció el 1 de septiembre de 1802. El virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros sacó la “Gazeta del Gobierno” entre el 14 de octubre de 1809 y el 16 de enero de 1810, donde reproducía informaciones publicadas en diarios españoles.

Por más que le haya pesado al obispo Benito Lué y Riega, ferviente español, que en el Cabildo Abierto del 22 de mayo había llevado la voz cantante de los partidarios del virrey, debió autorizar que La Gaceta se leyera algunos domingos al finalizar la misa.
El contenido del diario informaba sobre los asuntos de gobierno como decretos y disposiciones; se incluían noticias locales y del extranjero y difundía los ideales revolucionarios. Los artículos de Moreno apuntaban a la formación del ciudadano y a establecer una conciencia sobre el espíritu de la obra iniciada en mayo.
Periodismo militante
Con el alejamiento de Mariano Moreno del gobierno, y también de sus partidarios, tomó las riendas del diario el Deán Gregorio Funes. Como fiel seguidor de Cornelio Saavedra, en el contenido de la publicación hubo un freno al encendido discurso morenista. Lo sucedió en el cargo Pedro J. Agrelo quien renunció cuando el gobierno determinó que La Gaceta pasaba a ser un papel particular que no respondía al gobierno.
El 26 de octubre de 1811 se dio a conocer el decreto de libertad de imprenta, que establecía que “todo hombre puede publicar sus ideas libremente y sin censura previa”. Al mes siguiente asumió la dirección Vicente Pazos Silva por recomendación de Manuel de Sarratea, miembro del Triunvirato. También conocido como Pazos Kanki, ya que era de ascendencia aymará.
El diario cambió de formato y salía dos veces por semana. Y la polémica estalló.

Cuando Pazos Silva criticó duramente al ejército que había sido derrotado en Huaqui -”sacrílegos profanadores de nuestra santa causa”, los describió- recibió una carta de lectores que tituló “El vasallo de la ley al editor” firmada con nombre y apellido: Bernardo de Monteagudo. Fue publicada en la edición del 29 de noviembre de 1811. En ese texto, explicaba que el ciudadano debía someterse a la ley y no a la persona de nadie, y que la verdadera libertad solo se alcanzaría a través del respeto a las normas emanadas de la voluntad general.
Bernardino Rivadavia, secretario del Primer Triunvirato, que en octubre de 1811 había dado a conocer el decreto de libertad de imprenta, quedó cautivado por la prosa firme y decidida del tucumano Monteagudo y lo contrató. Se determinó que Pazos Silva escribiese el editorial de los martes y Monteagudo el de los viernes. Su debut fue el 13 de diciembre de 1811. Todos en Buenos Aires estaban pendientes de ese encendido contrapunto que estos dos personajes llevaban adelante en un mismo periódico.
Los lectores podían leer los martes cómo en el diario se defendía a Saavedra y a la Primera Junta de Gobierno y los viernes artículos lapidarios en defensa de Juan José Castelli y a favor de la independencia. “Cada viernes daba un disgusto al gobierno y hacía temblar a los pelucones”, escribiría Ricardo Rojas. Hubo polémicas en torno a la libertad individual y la política.
Fue quizá los inicios del debate periodístico en nuestro país y una muestra del llamado “periodismo militante”. Monteagudo escribía que los saavedristas eran “facciosos” y egoístas políticos. Silva defendía a Saavedra, que había caído en desgracia, y que se merecía un juicio justo. “El que no castiga la transgresión de las leyes es su primer infractor”, señalaba el tucumano. Silva tildaba de ignorante a Monteagudo y criticaba su extremismo.

Era una dupla que no podía subsistir por mucho tiempo trabajando en una misma publicación.
A comienzos de 1812 Silva se fue del diario y fundó otro, El Censor, y Monteagudo también dejó la Gaceta y sacó Mártir o Libre en marzo, que duró solo un par de meses. En sus páginas continuó con su prédica de declarar la independencia y de tener una constitución.
La Gaceta continuaría editándose, a veces cambiando de nombre y de directores, hasta el 12 de septiembre de 1821, fecha en que dejó de salir.
Desde 1938 se celebra el 7 de junio el día del periodista, en homenaje al nacimiento de La Gazeta o La Gaceta de Buenos Aires y a Mariano Moreno, a quien sus intensos 250 días en el gobierno le alcanzaron para hacer historia y para pensar lo que se quiera y decir lo que se sienta.
Fuentes: Bernardo Monteagudo, Horizontes políticos; Historia del periodismo, Círculo de la Prensa; La Revolución de Mayo a través de los impresos de la época Tomo I 1809-1815.
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